Capítulo 22

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Después de soltarme, me ofrecieron una pequeña habitación dónde alojarme. La acepté con mucho gusto, teniendo en cuenta que había estado 48 horas viviendo dentro de una bola de cristal. Uno de los guardias me acompañó a mi nuevo hogar que no estaba muy lejos de la sala de observaciones. Me dio ropa limpia que era parecida a la que llevaba Irma, una camiseta blanca ancha y unos pantalones negros.

— Como supongo que vas a estar pendiente de mí todo el tiempo, creo que lo mejor será que sepa tu nombre. — Dije al guardia con una forzada sonrisa.

— John. — Contestó quitándose las gafas de sol negras.

— Encantada, John. — Le extendí la mano en el intento de caerle bien. — Yo soy Lisbeth.

— Sé quién eres. — Dijo John con una pequeña risa. — Creo que todo el mundo lo sabe.

¿Tan conocida me había vuelto? Antes de que todo empezara, casi no tenía amigos, y ahora todo el mundo quería darme caza. No pensaba que se pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo.

Mi nuevo amigo John se fue por el largo pasillo dejándome un momento de intimidad. Me adentré en la habitación y la examiné de arriba y abajo. No era muy grande, pero me bastaba. Tenía una cama pegada a la pared, un pequeño armario y un baño. 

Después de ducharme y cambiarme, me quedé sentada encima de la cama, aprovechando unos minutos de tranquilidad. Pero entonces mis pensamientos volvieron a hacerme compañía.

Tenía que encontrar a Bradley y librarlo de su condena, pero también tenía que hacer lo mismo con Dylan. No podía hacerlo de inmediato, todavía tenía que seguir con mi plan y ganarme un poco más la confianza de mis enemigos. Quería sorprenderle a Erika.

Alguien llamó a la puerta, interrumpiendo así mis pensamientos. Abrí y al otro lado estaba Savannah, quien iba acompañada de John.

— ¿Estás lista? — Me preguntó con una carpeta en la mano. 

Asentí no muy convencida, pero al fin y al cabo, era esto a lo que había aceptado. Supuse que lo que me iban a hacer serían pruebas y más pruebas, hasta hallar con el generador perfecto que convierta mi energía eléctrica en un combustible para la nave.

Seguí a Savannah por los pasillos del gran departamento, que parecía más pequeño por fuera, pero llegaba a ser sorprendentemente grande por dentro.

— Sois muchos, ¿verdad? — Le pregunté a John en un susurro.

— ¿Cómo? — Preguntó al mismo volumen.

— Me refiero a que si sois muchos en la asociación. Pensaba que sólo estabais en Atlanta. 

— Ah, no. Estamos distribuidos por todo el mundo. — Su voz era cortante, cómo si le incomodara hablar de ese tema. — Aunque yo en realidad sólo vigilo. Sólo soy un guardia, no hago nada más.

Le miré con una pequeña sonrisa. Si esa era su forma de decirme "no estoy de acuerdo con sus ideas", la había captado. 

Cuando llegamos a la sala de experimentación, Erika nos recibió con una agria sonrisa que intentaba parecer amable. No me quitaba la vista de encima, poniendo en duda mi lealtad.

Me hicieron sentarme en una silla con reposabrazos, los cuales tenían  unas cadenas que apresaban mis manos. Lo mismo pasaba con mis pies, que al apoyarlos habían quedado presos. Se notaba que no se fiaban de mí, tenía que mejorar mi táctica para ganarme su confianza.

— Bien, ¿por dónde empezamos? — Pregunté fingiendo ilusión a Savannah. Me miró extrañada, como si me hubiera vuelto loca.

— Primero, vamos a ponerte unos cables alrededor de tus brazos, que es dónde se produce tu energía. — Me explicó mientras unos técnicos me colocaban los cables a lo largo de mis brazos.

OuterSpace ©Where stories live. Discover now