Capítulo 15

399 31 10
                                    

— Tiene que ser una broma. — Dijo Bradley mirando con odio a Erika. Parecía que se había puesto de mi parte.

— Sabes perfectamente que no. — La voz de Erika se llenó de vanidad y arrogancia.

— Y, ¿a quién se supone que se lo iba a contar? — Dije rompiendo un silencio muy incómodo que nos envolvía. — ¡Sólo conozco a tres personas aquí!

— Sé que tú y tus amigas estuvisteis utilizando a escondidas uno de nuestros ordenadores. — Dijo cómo un animal salvaje que salta a matar a su presa. Sus claros ojos no eran más que dos cuchillos que se clavaban lentamente en mi cuerpo. Con cada palabra que salía de su boca, conseguía hacer más daño. — Y no me tomes por tonta, sé que contactasteis con un residente de la nave.

Mis mejillas se pusieron rojas de la rabia. Nunca pensé que llegaría a odiar tanto a una sola persona. Tenía ganas de pegarle un puñetazo en su cuidada cara, pero me contuve.

— No puedes matar a todas esas personas inocentes. — Dije notando mis ojos húmedos. No quería llorar, pero por dentro estaba aterrada. Nunca antes me habían amenazado con la muerte.

— Si fueran inocentes, se habrían opuesto a los planes de la administración. — Dijo Erika esta vez mirando con reproche a Bradley. Le molestaba que no le diera la razón. — Les hicieron caso sin saber realmente el error que estaban cometiendo.

— No voy a ayudaros a matar a mi familia. — Dije mientras unas cálidas lágrimas corrían por mis mejillas. — No soy una asesina.

— No llores mucho ahora, o si no, no te quedarán lágrimas en el momento de tu ejecución. — La palabra ejecución hizo que mi cuerpo empezara a temblar. Erika podía llegar a comportarse como una loca maniática. O tal vez lo era ya de por sí.

— Ellos no tienen la culpa. Tal vez se dieron cuenta demasiado tarde. — Dije haciendo esfuerzos muy grandes por respirar. — O tal vez aún no se han dado cuenta.

— ¿Sabes qué? — Dijo Erika acercándose mucho a mí. — Antes de que mate a tu padre, me encargaré de recordarle lo traidor qué es. Y también le diré lo cobarde que es su hija.

Antes de que pudiera contestarle, seguí el impulso de abofetearla. Mi mano iba a rozar su cara cuando sus reflejos fueron más rápidos que mi movimiento. Me agarró la mano de la muñeca, soltándola con brusquedad y mirándome con asco. Cada segundo que pasaba, la aguantaba menos.

— Dudo que seas lo suficientemente inteligente para reparar una nave. — Dijo todavía con su tono de amenaza. — Seguro que eras de esas personas acomodadas que se lo hacía todo una máquina. Mientras que nosotros seguíamos luchando por recuperar la prosperidad de la Tierra. Qué vergüenza.

Sus últimas palabras las dijo acompañadas de un escupitajo que acertó en mi zapato, haciendo que su feminidad desapareciera por completo. Miré con repugnancia mi pie, y luego la miré a ella, que esbozaba una de sus falsas sonrisas.

No me dejó tiempo para reaccionar, puesto que después de escupirme se dirigió al telefonillo de su escritorio dónde llamó a alguien para que viniera. ¿Quién sería nuestro próximo invitado?

Después de unos breves minutos, en los que sentía que me ahogaba con mi propio aire, apareció por la puerta el líder de la cresta. Parecía un chico tranquilo, pero cuando entró estaba bastante mosqueado.

— ¿Qué está pasando aquí? — Dijo cuando entró y me vio con los ojos llorosos. — Espero que sea algo importante, estaba ocupado.

Erika se acercó a él y le susurró algo al oído. No debió de hablarle muy bien de mí, puesto que el chico me miró con desconcierto.

— ¿Eres la hija de Carrington? — Preguntó señalándome. — Nunca lo hubiera imaginado.

Asentí brevemente con la cabeza, pero volví a bajarla porque no quería que me mirara.

— Cody, ¡se ha vuelto loca! — Irrumpió Bradley apuntando a Erika. — ¡La quiere matar!

Cody miró con indiferencia a Erika, preguntándole si era cierto. Parecía calmado, cosa que empezaba a sacarme de quicio. Mi vida corría peligro y a nadie parecía importarle. A nadie excepto a Bradley, quién no hacía más que mirar a sus dos compañeros con impaciencia.

— No me he vuelto loca, sólo estoy siendo prudente. — Dijo Erika arqueando una ceja. — Si la dejamos vivir, avisará a su familia.

— ¿Y si le cortamos la lengua? — Dijo Cody con mucha tranquilidad. 

— Podría escribirlo perfectamente. — Erika se lo dijo a Cody con superioridad.

— Pues le cortamos la mano. — Definitivamente, Cody me estaba poniendo nerviosa. — O podríamos dejar que salga del campamento, al fin y al cabo, acabaría muriendo de hambre y sed.

— O podríamos pegarle un tiro en la cabeza, sería lo más rápido. — Dijo Erika.

— ¡Ya está bien! — Gritó Bradley repentinamente. — ¿Es qué os habéis vuelto locos? ¡No vais a ponerle ni un dedo encima!

Bradley se puso delante de mí protegiéndome con los brazos, parecía muy nervioso. Cody empezó a reírse muy alto, mientras que Erika sólo puso los ojos en blanco.

— Vaya, que tenemos aquí. — Dijo Cody aplaudiendo sarcásticamente. — ¿Qué eres, su hermano protector o su novio?

No le contestó, pero sí que le miraba con mucho odio. Me incomodaba la situación en la que nos encontrábamos, por lo que dije:

— No es mi hermano protector, porque no necesito a nadie que me proteja. — Me aparté de Bradley para que los dos pudieran verme. — Puedo defenderme yo sola.

— Esto se está haciendo muy cargante. — Dijo Erika aburrida. — Acabemos con esto de una vez. Cody, cógela.

Dicho y hecho, Cody se abalanzó sobre mí con mucha fuerza, pero no sabía que yo contaba con un arma mucho más poderosa que su fuerza. Yo tenía un poder que él no. Y no iba a dudar en ponerlo en marcha.

En cuanto me tocó el brazo, un rayo de disipó por su cuerpo hasta dejarlo yaciendo sin conciencia en el suelo. Acto seguido, Erika empezó a gritar sin poder creer lo que le acababa de hacer a su compañero. Me miró con furia, creyendo que lo había matado.

— No está muerto. — Dije antes de que ella pudiera decir algo. — Solo está inconsciente, no ha sido una descarga muy grande.

— ¿¡Cómo se te ocurre hacerle eso!? — Me dijo chillando. — ¡Me las vas a pagar!

Antes de que ella pudiera intentar hacerme algo, Bradley me agarró del brazo derecho y me sacó corriendo del despacho. Salimos disparados, perseguidos por Erika y su pequeño ejército de guardias detrás.

— ¡Corre Lisbeth! — Me dijo con mucha adrenalina en el cuerpo. No sabía a dónde nos dirigíamos, lo que sí tenía claro era que tenía que avisar de lo sucedido a Irma, Cassie y Dylan. No podía huir sin ellos. Ellos eran mi única familia ahora.

— Tengo que avisar a mis amigos — Dije sin detenerme. La voz me temblaba, estaba asustada y excitada al mismo tiempo por la adrenalina.

— No creo que sea necesario. — Dijo una voz que se encontraba delante de nosotros. Era Dylan, que nos esperaba con su hermana e Irma junto a él.

Me sorprendió el cambio tan repentino de Dylan. Había pasado de ser un chico tímido y tranquilo a ser una persona decidida que quería huir con nosotros. Porque eso era lo que íbamos a hacer. Escapar de ese infernal lugar, desaparecer de su vista, alejarnos de los líderes. Pero no podía creer que ellos tres también estuvieran dispuestos a abandonar su hogar. Supongo que eso se llamaba "amigos de verdad". Nunca había tenido mejores amigos, y me alegro de poder tenerlos. Gracias a ellos me sentía apoyada y querida.

En cuanto pasamos a su lado, empezaron a correr con nosotros. Tenía curiosidad en saber que estaba pasando detrás de nosotros por lo que en cuanto me giré atrás, vi que ya habíamos salido del campamento. Se veían personas a lo lejos que se paraban en seco, rindiéndose. Miré por última vez a Erika, quién seguía clavándome sus malvados ojos. Desde luego, ella había sido lo peor que me había pasado nunca.

De momento.

OuterSpace ©Where stories live. Discover now