Capítulo 6

567 43 1
                                    

Pasaron los días y seguía sintiéndome igual, expresaba mis sentimientos mediante los mensajes en las botellas, pero seguía estando igual de deprimida que el primer día. Ahora no lloraba tanto, pero mi alma estaba igual de vacía. 

Había llegado a terreno rocoso, creo que me estaba acercando a las montañas. No sabía cuántos días llevaba caminando, pero desde luego había sido más de un mes. Me coloqué en un sitio que me pareció seguro,  una pequeña cueva no muy profunda que se encontraba cerca de las montañas. Me pareció un tanto acogedor.

Pasé la noche con frío, incluso con la manta. Apreté fuerte los dientes intentando soportar el frío. Solo una débil hoguera me arropaba con calor, pero el frío era más intenso.

Uno de los sueños que tuve que más me marcaron fue uno en el que Troy estaba caminando en el desierto, cansado y muerto de sed. Él gritaba mi nombre pidiendo ayuda, pero yo estaba atada a una nave que despegaba hasta el espacio. Yo moría por la falta de oxígeno y Troy de sed. Que sueño más curioso.

Cuando me aburría, cantaba y silbaba, creando mis propias melodías y canciones. Me movía por la zona, explorando los alrededores, pero no encontraba nada interesante. Solo silencio y lugares vacíos.

Una mañana, como todas las demás, me levanté únicamente acompañada de mi soledad. Me había acostumbrado voces en mi cabeza, que no eran más que mis pensamientos. Pero de repente, escuché algo muy diferente a mis reflexiones.

— ¿Eres Lisbeth? — Me giré y detecté a un chico, más alto que yo, con el pelo castaño cercano al rubio y ojos verdosos que me miraban esbozando una sonrisa.

— Oh, Dios mío. Me he vuelto completamente loca. ¡Ahora veo personas! Sin duda, estoy loca. Me he vuelto loca. — Mi reacción fue colosal, gritaba mientras me llevaba las manos a la cabeza, parpadeando y pellizcándome el brazo. Sin duda era una imaginación mía. No podía ser real.

-— ¡No, Lisbeth, no! ¡No estás loca! Esto no es una imaginación, soy una persona. He encontrado tus botellas y he leído tus notas. Te he seguido el rastro, y he llegado hasta aquí...Es increíble que halla encontrado a alguien que todavía siga en tierra. — Dijo el chico cogiéndome de los brazos inmovilizándome. Me miraba fijamente, muy serio.

— No puede ser. No me lo creo. ¿Enserio que eres real? — No podía arriesgarme. Tal vez estuviera soñando, tal vez solo fuera otra imaginación. Quién sabe.

— ¿Cómo puedo demostrártelo? — El chico me miraba impaciente. Seguramente no esperaba toparse con una Lisbeth Carrington tan loca y cabezota.

Me solté de sus brazos, me levanté mirando al horizonte, en busca de algún tipo de respuesta. Todavía no me podía creer que alguien hubiera leído mis cartas. Que alguien siga aquí.

— ¿Cómo te llamas? — Le dije a sin quitar la vista de la lejanía. 

— Bradley. — Dijo él cortante.

— ¿Bradley que más? — Dije yo, con el mismo tono duro.

— Bradley Fellow. 19 años. Soy de Jacksonville. Estaba en la playa y encontré mensajes en una botella. Me pareciste una persona muy interesante, aparte de que parecías estar en apuros y vine aquí para establecer relación contigo. - Río brevemente, como para sus adentros - ¿Hay algo más que quieras saber?

— Sí, hay algo. — Le dije.

— Bien, puedes preguntarme lo que quieras. — Dijo con un cierto toque de amabilidad.

— ¿Estamos solos? — Al decir esto, me giré para mirarle con preocupación.

— No lo sé, pero tenemos que encontrar más gente. 

Hice una pausa breve de silencio. Miles de cosas pasaban por mi mente y necesitaba ordenarlas y decirlas a tiempo. Hacía semanas, meses, que no establecía contacto alguno con un ser humano. 

— ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? — Esto lo dije mirándole fijamente. Clavándole los ojos en los suyos. Intimidándole. Solo quería saber con qué clase de persona estaba tratando. 

Bradley hizo un gesto de indignación, parecía algo molesto.

— He venido a salvarte, ¿te parece poco? — Dijo marcando notablemente la palabra "salvarte". ¿Ahora quería ser mi protector? Llevo un mes sin ayuda alguna, creo que no necesito un protector.

— Está bien. Seamos aliados. No amigos todavía, solo aliados. Como compañeros. — Dije sentándome en el suelo de la cueva. — Nos uniremos hasta encontrar más gente, entonces ya veremos que haremos.

— ¿Y si no encontramos más gente? — Dijo algo preocupado.

— Entonces, ya veremos que haremos. — Dije yo intentando suavizar las cosas. Solo quería largarme de aquí, buscar a más personas. La impresión que este chico me había dado no terminaba de ser buena.

 — Puede que seamos los únicos seres humanos que sigan viviendo aquí — Dijo Bradley. — Creo que lo mejor es que nos llevemos bien.

Extendió su mano con cortesía, me estaba ofreciendo un apretón de manos. Le dí la mano no muy convencida. Pero, al fin y al cabo, supongo que tenía razón.

— Saldremos mañana, esta noche la pasaremos aquí. — Dije apartando mi mano de la suya. Señalé un hueco que había al lado de la pared de la cueva entre dos rocas. — Tú puedes colocarte ahí. Yo dormiré aquí, cerca de la entrada.

Él asintió, y obedeciéndome, dejo la mochila que traía consigo en el lugar que yo le había dicho.

— ¿Tu brazalete sigue funcionado? — Dijo señalando a mi Disp-RLS — Si todavía tiene energía, me refiero.

— Bueno. Creo que algo sí que tiene, pero prefiero no usarlo mucho por si acaso. — Dije mientras toquiteaba los botones del brazalete. Miré la hora: las 18:12. No tardaría mucho en oscurecer.

Preparamos una hoguera, Bradley sacó los alimentos que guardaba en su mochila. No llevaba mucho, unos sándwiches de carne, algunas chocolatinas y agua. Ni rastro de alguna fruta o verdura.

— ¿No llevas fruta? — Pregunté extrañada. Aunque ahora todas las manipulaban genéticamente, era de extrañar que no llevara alguna, con lo sanas que son.

— Cogí lo poco que tenía, solo traje tres manzanas que ya me he comido durante estos días. - Dijo rebuscando en su mochila. Buscaba por los bolsillos, y sacó mi foto. — Sales muy guapa aquí. — Dijo mostrándome la foto.

— Ehh...gracias, supongo. — Fingí una pequeña sonrisa, para parecer algo amable. No quería que pensara que todo el tiempo soy una persona fría y desagradable. Aunque se podría decir que últimamente así es como soy.

— ¿Sigues echándoles de menos, verdad? — Dijo bajando mi foto, centrando su vista en mí.

— Todos los días. Sin excepción alguna. — Dije yo procurando no perder la compostura. Aunque me era difícil. No ayuda que el señor Fellow me recuerde el motivo por el que estoy tan destrozada.

— Yo estoy igual, echo de menos a... — Apretó los labios esforzándose por no llorar.

—¿A tu familia? — Dije yo intentando ayudarle a hablar.

— No, no tengo familia. Mis padres murieron en un accidente cuando era pequeño y soy hijo único.

— Entonces, ¿a quién? — Pregunté curiosa. La verdad es que no sé desde cuando me interesa la vida de este chico.

 — A mi novia...Susy....

OuterSpace ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora