Cartas mágicas

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-Así que, ¿a dónde vamos?

Los gemelos intercambiaron miradas y luego se centraron en mí.

-Es tu hora libre, tú decides -me dijo Fred con una sonrisa.

Sus ojos parecían brillar, lo que probablemente era un efecto de la luz o algo por el estilo. Parecían ser tan profundos y cálidos a la vez, nunca me cansaría de... ¡No! No puedo pensar así, no es lo correcto.

Aparte la mirada.

-Ustedes conocen mejor el castillo de lo que yo, se los dejo a su criterio.

Podemos sentarnos bajo la torre de Gryffindor y simplemente hablar y hacer magia -sugirió Fred.

-Tengo mis cartas, así que podríamos jugar con ellas -añadió George.

Uní mis brazos con los suyos.

-Vamos.

Realmente pasar tiempo con los gemelos me hizo olvidar que si quiera vería a Umbridge después. Nos sentamos en el pasto, cerca de la torre de su casa y entre que jugábamos con las cartas y me enseñaban nuevos hechizos, que me relajé enormemente.

-No puedo creer que lo hicieras a la primera -murmuró George-. Es un hechizo de séptimo año.

Me encogí de hombros con una sonrisa de suficiencia en mi rostro.

-Talento natural, supongo.

Fred se rio.

-No decías lo mismo en el verano cuando te costaban hacer los hechizos de segundo año.

Con un movimiento de mi varita, le tiré todas sus cartas en la cara.

-Es natural he dicho.

George chocó los cinco conmigo y estuvimos un par de minutos partiéndonos de risa.

-Sigamos jugando, estoy a punto de ganar -dijo.

Asentí. Nuestro juego de cartas tenía básicamente las mismas reglas que uno muggle, salvo que, para poner una carta al centro, no podíamos usar las manos, sino que teníamos que usar nuestras varitas y con un winwardium leviosa, colocarlas allí. Claro, que como la magia estaba permitida, de alguna manera las cartas de Fred y George nunca bajaban de número, estaba muy segura de que tenían, literalmente, varias bajo la manga y que las sacaban con un hechizo cuando les convenía.

-4 ases, les gané -dije, lista para reclamar mi premio

George soltó un bufido y tiró sus cartas.

-Ni con trampa pudiste ganar -me burlé.

-No tan rápido, (TN) -intervino Fred-. Dos reyes y dos ases. Yo gano.

Vi como Fred se llevaba todos los dulces y un par de galeones del medio. Me dolió en el corazón.

-Te detesto.

-No, no lo haces.

-Soy tu hermano, comparte el premio -dijo George.

-Gana a la próxima.

Sonreí de medio lado y me acerqué a Fred, sentándome junto a él, nuestras piernas chocando, podía sentir el calor que despedía su brazo.

-Fred... -comencé.

Pude ver cómo se estremecía levemente y me acerqué aún más a él.

-Fred, ¿compartirías conmigo? -le susurré al oído.

Él giró levemente su cabeza, como si estuviera buscando algo. Sentí su mano junto a la mía en el suelo.

- ¿Por favor? -agregué cuando sus ojos encontraron los míos.

Fred se relamió los labios y se me hizo imposible no mirarlos.

-Sí, toma todo lo que quieras -me respondió, acercándose lentamente hacia mí, nuestras narices ya se estaban rozando.

-Gracias.

- ¡Eso no es justo! ¡Yo soy tu hermano!

Me separé de Fred al instante. En algún momento me había olvidado que solo quería los dulces y había perdido el control, mi cerebro había dejado de funcionar.

Cogí un poco del montón y me despedí rápidamente de ellos, no quería incomodar a Fred más de lo que posiblemente ya lo había hecho.

-Tengo clase, los veo después.

Para cuando llegué, aún faltaban diez minutos para que inicie, pero me senté junto a Luke que parecía medio dormido.

- ¿Estás bien? -me preguntó.

-Perfectamente. Claro, hasta que Umbridge llegue.

Entre dos mundosWhere stories live. Discover now