Capítulo 34

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Había dudado de Sebastián la mayoría de las veces, principalmente porque lo consideraba una prohibida tentación en el terreno de mi vida, pero aquel día, mirándolo directo a los ojos, no pude evitar confiar

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Había dudado de Sebastián la mayoría de las veces, principalmente porque lo consideraba una prohibida tentación en el terreno de mi vida, pero aquel día, mirándolo directo a los ojos, no pude evitar confiar. Creerle. Lo había escuchado tan sincero, tan transparente, tan propio, que hasta le permití que me acunase el rostro con sus manos y me besase como solamente él sabía hacerlo.

—¿Puedo llevarte a tu casa? —me preguntó sobre mis labios, acariciándome la piel de las mejillas con sus pulgares.

—Podés—le sonreí.

Me devolvió la sonrisa y me dio un beso corto antes de distanciarse.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Ya la estás haciendo.

—No arruines el momento—me miró con reproche.

—Podés hacerme una pregunta—me reí con diversión.

—¿Qué es lo que te gusta de mí?

—No me gustás, Sebastián.

—¿No? —frunció el entrecejo.

—Esperá. —Me aclaré la garganta, lo miré con seriedad e hice el intento de imitar su expresión de galán—, "yo sé cuál es la diferencia entre una persona que gusta de alguien y una persona que no gusta de nadie".

En respuesta, recibí una carcajada sincera y contagiosa que me dejó ver la hilerada dentadura de Sebastián. Se veía tan lindo cuando reía que me di cuenta de que no muchas veces lo hacía.

—Al menos un poco tengo que gustarte—razonó con una sonrisa.

—Tenés razón—asentí, mirando hacia la salida del salón—, y es que creo que me gustas—volví a centrarme en él—, pero no quiero que Gala se entere, ella jamás lo entendería y no quiero perderla, es mi única y mejor amiga.

—Entiendo. —Dio un paso adelante, serio—, pero en algún momento tendrás que decírselo, no puedo seguir ocultándome o evitar acercarme cuando estás con Gala. —Me tomó de las manos—, no después de todo lo que te dije.

—¿Es la primera vez que dices algo así?

—Sí, y a una chica.

—Bueno, no deberías tener el trato que tenés con el resto de las chicas—opiné.

—Ya no sé si podré seguir teniéndolo estando cerca de vos, no me serviría de nada.

Ni tampoco le serviría de nada estar cerca de mí, lo que le ofrecía podía igualarse o rebajarse en comparación a otras mujeres. No tenía nada que no tuviese otra persona, nada que me hiciera comprender por qué Sebastián me había elegido a mí, estaba segura de que ni siquiera era su tipo. Él era el tipo de todas.

Sebastián Jones, el chico del que Gala siempre estuvo hablándome, parecía ser quien había caído en una ilusión romántica conmigo, pero las ilusiones son imaginarias, irreales, y probablemente lo nuestro ni siquiera era nuestro ni real.

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