Epílogo

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— ¡Por cuarto año consecutivo, Samantha Collen gana la medalla de oro y se ubica como la mejor en esto del boxeo! —Escucho a los hombres que narran por los altavoces —. Se va como toda una campeona, pues recordemos que esta será su última pelea ya que se retirara del boxeo. —Las personas a mi alrededor gritan alegres, extasiadas por lo que acaba de pasar. La chica que acabo de noquear es sacada del ring, es una de las más difíciles que me ha tocado. Mi familia está aquí y puedo ver que mi madre tiene lágrimas en los ojos mientras mi padre la abraza sonriente, orgulloso.

Como dijo uno de los locutores, este es mi último año en esto del boxeo. Con veintisiete años ya cumplidos he decidido tomar un nuevo camino, pues soy de las que quema etapas. Esta decisión fue tomada únicamente por mí, nadie influyo en esto como lo han reseñado varios periódicos amarillistas que dicen que mi pareja –Matías- ha influido en la decisión. Lo desmentí de inmediato. Matías, por el contrario, ha sido una de las personas que más me ha apoyado en mi carrera.

En todo este tiempo he trabajado incansablemente, pues además de participar en muchos campeonatos he sido la imagen de varias marcas deportivas muy famosas a nivel mundial. He viajado por muchos países y sobre todas las cosas me he sentido tranquila, estable, sin las preocupaciones que me seguían años atrás. Me siento como cuando era una niña de quince años y lo único que me preocupaba era sacar buenas notas en la escuela y ser la mejor en el boxeo.

Ese día, después de la entrega de medallas regresamos al hotel con nuestras familias y al día siguiente volamos de nuevo a Canadá. Cuando llegamos algunos fanáticos nos esperaban en el aeropuerto y, por supuesto, la prensa a la que le no me quedo de otra que darles una entrevistas.


(...)


Cinco meses después Matías y yo nos casamos. Esto sí que me hace sonreír de solo recordarlo. Fue una boda pequeña, intima. Invitamos a las personas más cercanas a nosotros, mis ex compañeros de boxeo y otras personas que conocí durante mi crecimiento y que fueron las mejores conmigo. Nuestras familias, por supuesto, y algunos viejos amigos. Aunque la prensa no nos dejo en paz en ningún momento pudimos mantenerlo así, intimo, solo de nosotros.

—Eres y serás lo mejor que me ha pasado en mi vida. Lo supe desde el primer momento en el que te vi. —Sonreí negando mientras bailábamos nuestro vals.

—Me odiabas, mentiroso. —Negó mirándome fijo, con una aprehensión impresionante, con una mirada llena de amor.

—Solo fue una forma de acercarme a ti, ¿Cómo iba a llegarte si eras tan cerrada con todos? —Le di una sonrisa ladeada. Agradeciendo que llegaran a mi vida. A pesar de todo lo que paso, no cambiaría nada. Quizá, si él y Cassie no se hubiesen acercado a mi ahora mismo estuviese acabada y, estoy segura, por proteger a mi familia, al mando de Camila. Yo estaba dispuesta hacer todo por salvar a los míos y no hubiese dudado en obedecer a Camila con tal de que se alejara de ellos.

Ellos fueron mi salva vidas. Uno en el que me costó mantenerme a frote, uno al que casi hundí conmigo, pero al final pudimos tocar tierra. Uno que me ayudo a llegar a tierra. Ellos, junto a mi familia fueron mi luz al final del túnel.

—Te amo con una inmensidad inexplicable. —susurro para él, dejando un beso suave en sus labios.

—Y yo a ti... como nunca, como a nadie, mi amor... mi Ceñito. —Sonreí por ese sobrenombre que me puso y nunca dejo.


(...)


20 años después:


A nuestros cuarenta y siete años y con una vida completa podemos asegurar que hemos sido los más felices de todos. O, al menos, así lo veo yo. Por supuesto tuvimos algunos problemas y altibajos, pero nada que no pudiésemos solucionar.

Tuve problemas muy graves para tener hijos, pues los disparos que recibí por parte de Vitalia me afectaron más de lo que pensamos. Nos habíamos dados por vencidos, y una tristeza me inundo, aunque trataba de no demostrárselo. Matías quería tener niños, muchos, y yo no podía dárselos. Unos meses después llegó con la idea de adoptar y, aunque al principio no me convencía mucho, el terminó llevándome a algunos orfanatos donde me enamore de un niño.

Así fue, hicimos todo el papeleo y algunas pruebas que pasamos con éxito. Nos dieron al niño. Al que llamamos Ricardo Moisés Russell Belled. Para nuestras sorpresa, unos meses después nos enteramos que estaba embarazada, no sabía como había pasado, no me cuidaba por lo que me había dicho mi ginecólogo, pero lloramos juntos emocionados. Ambos ejercíamos como Médicos, pero necesitaba guardar mucho reposo y debí renunciar.

Unos meses más tarde y luego de rigurosos cuidados tuvimos nuestro segundo bebé, al que decidimos llamar Sebastián David Russell Belled. Los médicos me recomendaron no tener más embarazos pues con Sebastián sufrí demasiado y me vi bastante mal al momento de tenerlo. Decidimos adoptar una vez más, esta vez, una niña, a la que llamamos Anthonella Mía Russell Belled. Hasta ahora ha sido la más extrovertida de todos, pues Sebastián es callado como su padre y Ricardo fue y siempre ha sido un explorador, no es callado, pero tampoco tan vivaz como Anthonella.

Hoy, todos van a la universidad y no saben cuánto me ha costo despedirme de ellos ya que todos decidieron estudiar fuera. Volví a mi trabajo cuando me sentí lo suficientemente preparada. Tenemos una vida casi perfecta, siempre hay uno que otro detalle, pero lo enfrentamos como familia y lo sabemos llevar.

Isabel y Sam terminaron juntos y con dos hijos, seguimos siendo muy buenos amigos como siempre. Todos los domingos hacemos barbacoas en nuestra casa. Y tuvieron dos hijos los que también van a la universidad pero ellos si se quedaron en el pueblo. Marcos y Cassie son toda una historia que merece ser contada, y que lo hará en su tiempo.

¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más puedo decir? Después de tantas tormentas vino la calma para quedarse, ahora soy plenamente feliz y disfruto de cada día que pasa al lado de las personas que amo.

Volvería a pasar por todo lo que pase si sé que voy a tener esta vida al final. Fui premiada con las mejores personas del mundo, realice cada uno de mis sueños y conocí junto a las persona que amo los lugares que quería.

No le puedo pedir más a la vida, tengo todo lo que pedí, lo que quise y, sobre todas las cosas, soy plenamente feliz. Que a la final, es lo único que quería, tranquilidad.

Samantha de Russell.

Fin.

...

-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora