III.

2.9K 240 81
                                    

Que más podía decir, me había acostumbrado a su presencia, a sus consejos, a sus cariños. El solo hecho de que siempre iba estar allí para mí me daba una estabilidad, una confianza de que había una pequeña posibilidad que alguien me protegería cuando las paredes de mi cárcel de oro fino se desmoronaran.

Yoon Oh fue mi amigo desde niña, quizás desde mucho antes que aprendiera a escribir y leer con propiedad, tuvimos una amistad tan fuerte en nuestra niñez que con solo recordarlo provoca que mi corazón se encoja de nostalgia.

Éramos niños y no sabíamos mucho de nada, yo por un lado creía que vivía en un castillo que era custodiado por una bruja y que tenía un fiel caballero que me protegía hasta que llegara algún príncipe que me rescatara. Era tan inocente que ni siquiera podía ver como un príncipe a Yoon Oh, era mi mejor amigo, como un hermano o un gemelo. Èl me protegía cuando mamá se enojaba, cuando caía me levantaba y me decía con esa tranquilidad tan característica de él que debía ser fuerte porque era Bi Hee-Sook dueña de lo desconocido. Por otro lado estaba Yoon Oh, demasiado maduro para su edad siempre preocupado por pequeñeces, por cosas que un niño no debiera preocuparse. "Hee, ¿lavaste tu dientes?" "Escuche a mamá llorar de nuevo, ¿debería decirle a papá?", estaba tan atento de las personas que amaba que a veces se olvidaba de que también debía pensar en sí mismo, porque para las personas que amaba su felicidad era motivo de su felicidad.

Pero al fin y al cabo era alguien en quien podía apoyarme y no tener miedo que pudiera soltarme.

Para mi Yoon Oh era una ventana por la cual podía asomarme y poder mirar hacia fuera y mostrarme que existía más que un cuarto de paredes azules, que las reglas, los gritos de mis padres, los vestidos caros y la indiferencia, él me enseño que no eran lo único que había en el mundo. Había mucho más.

Me ayudo a encontrar mi propio rumbo cuando por primera vez me entrego un viejo blog de dibujo que había pertenecido a su padre. Las hojas se encontraban amarillas y arrugadas pero el color negro de la tinta seguía allí invadiendo cada espacio de mi vista dejando solo eso, un hermoso dibujo.

Fue el olor que desprendía aquel blog lo que me llamo a atención pero después de abrirlo encontré mucho más de lo que mis fosas nasales y mis ojos podían detectar. En mi interior solo nació un "yo también quiero hacer uno", quería saber que se sentiría provocar sensaciones tan maravillosas en otra persona. Quería intentarlo, tener un blog y llenar de tinta las hojas blancas que con el tiempo se volverían amarillas y con olor a humedad.

Yoon Oh debió de haber visto mis expresión porque para el día siguiente llegó con un blog y varios lápices negros con números en sus tapas, de sus ojos saltaban chispas de felicidad cuando me entrego una bolsa blanca con la marca de la librería a la que había ido para conseguirme todos aquellos regalos.

Recuerdo que grite y lo abrace con fuerza, él me devolvió el abrazo de igual manera. No podía estar más agradecida.

Todos aquello buenos recuerdos con él se me viene a la mente ahora, yo amo mucho a Yoon Oh es más mi amigo que mi novio pero encontrarme en esta situación era totalmente incierta para mí. No saber que hacer a continuación me podían nerviosa a más no poder.

—Sabes que necesitamos hablar, sabes lo que ocurrió, no te servirá de nada evitarme— toma mi muñeca acercándome a él. Ojos con ojos en un batalla interna de quien se atrevería decirlo primero. Ambos tenemos un final diferente en nuestra historia, ahora solo queda saber quién de los dos se dignara a hablar primero.

—No tenemos que hablar. – me apresuro antes que incluso logre pensar las siguientes palabras. No quiero que module palabra alguna o que incluso este aquí a mi lado, solo deseo que se valla muy lejos y no me hable por un largo tiempo.

PERSONAL [Ten]Where stories live. Discover now