P1: Capítulo 10

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Sabiendo que abandonaría mi abrigo, porque no había forma de traerlo conmigo, saqué las llaves y el encendedor que había recogido hacía unos minutos. Suponía que ya era el momento.

—¿Listo, Yamato?

—Espera, creo que esto podrá ayudarnos —murmuré, deteniendo a Alhaster y enseñándole el mechero—. Supongo que habrás notado que aquí no puedes producir fuego —Asintió—. Pues esto lo hará por ti —Sonreí y le enseñé el mecanismo para encenderlo.

En definitiva, tendríamos un espectáculo pirotécnico si alguna criatura hacía daño a mi hija. Si bien el cuerpo humano, por su anatomía, no permitía que el dragón creara fuego, nada le prohibía —con su potencial— el manipularlo.

Había sabido eso durante mis primeros años en la Tierra, cuando Eu Sung decidió que debía conocer "aliados", pues nunca estaba de más tener conocidos con "habilidades". Uno de ellos había sido Luigi, el padrino de Iliana, un dragón y hacker de computación que llevaba más de un siglo en exilio. Debido a su longevidad y su negativa a hacer el tratamiento de inmersión a los humanos, había conocido y aprendido técnicas para potenciar la poca magia que la tierra le permitía.

Con él y Eu Sung, comprendí que el destierro no era nada más que alejarte de tu mundo, sino también de tu esencia, pues, además de darte la apariencia de un mortal, limitaba la magia de quienes la poseían en su anterior vida en Umbrarum. Dejando a algunos con incluso menos posibilidades que otros.

—El deber prima sobre la voluntad —cité la única frase que un fiel a Normandia no olvidaba y obtuve la misma respuesta de Alhaster.

Salimos del pequeño salón e hice al dragón seguirme hasta los ascensores, lejos de Diana y Noel, quién tal vez le informaba a su amiga acerca de los individuos del piso superior.

"Código Rojo, se requiere a todos los doctores disponibles en el área de trauma". La voz de Noel se escuchó por los altavoces y no pude evitar estremecerme al comprender que, si la mayoría de los doctores eran requeridos, Iliana estaría con muy pocas personas en el quirófano.

Presioné la flecha que llamaba el ascensor y esperé unos segundos.

—¿Las puertas se abren con esos botones? —preguntó el rubio, asombrado al ver como las solapas se abrían frente a nosotros, dejándonos ver un cubículo lleno de espejos

—Se llama tecnología —comenté al ingresar. Una vez dentro, noté que Alhaster observaba cada botón del ascensor como si fuese una maravilla, me concentré en el cambio de números en el panel.

Al llegar al tercer piso ambos salimos con calma, observando los pasillos desiertos.

—Antes de que digas algo —intervine en un tono autoritario—, es normal que esta área sea así, se supone que es tranquila y silenciosa.

Decidí omitir el hecho de que también podía deberse a que en realidad sí estaba vacía.

Cada puerta tenía un cartel encima con un numero en específico y fuentes de agua color bronce sobresalían en cada tres puertas. El olor a antiséptico comenzaba a molestarme, y a juzgar por la expresión de Alhaster, supe que se estaría igual.

—Thomas, usa tus encantos con esa cirujana —le indiqué al observar una joven salir de una de las habitaciones. Su cabello negro estaba recogido en una cola de caballo y observaba el plantillero frente a ella demasiado ensimismada como para notar que nos acercábamos.

—Bueno... —dijo suspirando y, una vez en frente de la chica, sonrió con picardía—. Linda, ¿sabes dónde podemos encontrar a la estudiante Iliana?

—En la sala 304, pero ya está por salir, pueden esperarla aquí —respondió.

—Gracias, hermosa —concluyó el rubio. La cirujana nos dio una mirada rápida antes de seguir por su camino, llamando al ascensor y yéndose en él unos segundos después.

CDU 1 - El despertar de Ilora [GRATIS]Where stories live. Discover now