P1: Capítulo 4

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Atravesamos un largo pasillo y, una vez llegamos al final, una puerta de dos alas con grabados antiguos y pequeños símbolos de nuestro mundo, nos recibió. Tragué un nudo al darme cuenta que las espadas hermanas permanecían en el centro del dintel, mientras que los lemas de Lordania y Normandia se hallaban tallados en cada uno de los pilares de las hojas de la puerta.

—Tranquilízate, todo estará bien —dijo Eu Sung, antes de entonar una hermosa melodía en la que se refería a la paz y la magia de la verdad.

Nunca había escuchado a una sirena entonar una canción que no acarreara devoción u olvido en sus letras; pero, sin duda alguna, eso fue lo más estimulante que mis oídos habían podido escuchar.

—Mi bella Kim Eu Sung —pronunció Wisdom, halando las dos puertas y dándonos la bienvenida.

Su mirada era de absoluta satisfacción al encontrarse con mi esposa. No pude evitar sentir algo de molestia crecer en mí, al saber que ella estaría tanto o más feliz de verlo.

—Padre —respondió Eu Sung, inclinándose. Yo, en cambio, asentí.

—Veo, fiel vasallo, que aún se rige a las normas de su pueblo —dijo Wisdom, quien a pesar de sus palabras no mostró ningún indicio de molestia.

El hombre me observó a través de sus profundos ojos oscuros con total compresión y no dudé un segundo que yo no fuera tan extraño para él, como él lo era para mí.

—Espero que no sea un inconveniente, pero solo me inclino ante los reyes de Normandia y ellos perecieron en los días oscuros —expliqué.

—Puedo entenderlo, no soy nadie para juzgar. Aunque veo necesario aclarar que Eu Sung no se inclina ante mí por obediencia, lo hace por respeto y esa es una cualidad que todos deberíamos poseer, ¿no cree? —cuestionó y se hizo a un lado para invitarnos a seguir.

—Toda la razón, señor. Tiene usted mi respeto, pero entenderá cuando le digo que no puedo separar la obediencia tras el gesto y, como un exsoldado, considero demasiado a quién debería ofrecérsela —afirmé seguro y caminé al gran salón.

Me sorprendió darme cuenta que no estábamos en una oficina como tal; era una biblioteca, con grandes estantes organizados de forma paralela que empezaban a unos metros de la entrada y se extendían hasta el fondo de la habitación, formando largos y estrechos pasillos repletos de libros.

Un gran y antiguo escritorio en madera con seis sillas y un par de muebles para leer se encontraban a la derecha de la habitación, antes de que comenzaran los corredores de lectura. A la izquierda del salón, a los pies de un ventanal de cristales polarizados que enseñaban un patio de juegos en que un par de niños corría, se encontraba un grandísimo globo terráqueo marcando con puntillas rojas. Asumí que eran portales a Umbrarum, ya que entre los señalados estaban: New York, San Francisco, Nuevo México, Chile y Colombia, que eran un algunos de los que sabía Eu Sung había podido comprobar.

—¿Desean tomar algo? —cuestionó Wisdom, deteniendo mi inspección, al tiempo que Eu Sung me tomaba del brazo para que nos sentáramos en el escritorio, que ahora notaba estaba lleno de libros y papeles apilados de manera organizada frente a uno de los lugares.

—Gracias, pero me abstendré. Justo ahora lo único que necesito es que por favor me hable acerca de la profecía de Umbrarum que compete a Ilora de Normandia —articulé, girándome en mi asiento para observarle.

El tiempo, que se encontraba junto a una pequeña mesa con cristalería y que no había visto por estar oculta tras la puerta, me regresó la mirada con atención unos segundos y luego se concentró en servir con demasiada parsimonia dos tazas de té.

CDU 1 - El despertar de Ilora [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora