—Vámonos.

***

—Esa es la cuenta.

Ante la declaración del mesero, Adela se muerde los labios «No fue buena idea pedir sin antes preguntar por el precio» se lamenta viendo que la cuenta superó el dinero que trae (dinero que había ganado al ayudar a varias vecinas decorando sus casas para festejar la Navidad).

—Tenga cobre la cuenta, por favor—Derek pasa la tarjeta negra, alterando a Adela que no tenía intenciones de hacerle pagar.

—Derek, yo invité. Quién invita paga.

Alza la mano para que ella dejara de preocuparse por eso. Ya él sabía que ella no podría pagar la cuenta, en otra ocasión había ido a esa cafetería y sabía lo elevado que son los precios.

—Descuida, me invitas para la próxima, ¿o acaso no pensabas salir más conmigo? —extiende la mano quitándole del labio superior un poco de crema batida.

Tanto las mujeres como los hombres a su derredor les prestan atención. Derek lleva aún la bata y los lentes de ella la hacen ver un tanto sospechosa.

—¿Disculpe? —le toca el hombro una adolescente.

—¿Sí?

—¿Me da su autógrafo?, ¡soy su mayor fan!

Ante su grito Derek se atraganta con su chocolate caliente y trata de contener la risa al ver que a Adela se le tornan las orejas rojas. Los clientes se aglomeran creyendo que es una famosa, pues el grito de la niña hizo que crearan especulaciones.

—Disculpen, permiso.

Entre empujones salieron de la cafetería, sin evitarlo, Derek empieza a reír abochornando a Adela.

—No te burles, tanta la foto de ese anciano como eso del autógrafo es una locura total.

Dejando de reír, la abraza.

—Debiste preguntar quién era esa supuesta famosa con la que te confundía, así te hubieses presentado como su doble.

—Veo que estás muy parlanchín estos días.

—Hoy deberíamos hacer una deliciosa cena, ¿no te parece? Te ofrezco un masaje relajante esta noche... igual o mejor como el de la otra vez.

Dejando de protestar, Adela se muerde el labio.

—Mi dulce Adela, ¿estás nerviosa? —le susurra al oído antes de darle un beso en el cuello y ella se retuerce ante la sensación de cosquilleo.

—¡¿Qué haces?!, ¡nos van a ver! —mira hacia todas partes, a pesar de eso en ese estacionamiento al que regresaron en busca del auto no hay nadie.

—¿Me permites un beso?

—No tienes que pedir permiso... puedes tocarme cuando quieras.

Fue su voz profunda y seductora la que le hace descarte la idea de negarse, viendo su rostro relajado con una mirada tierna dirigida a ella, se le acerca. Lo besa ocultando el nerviosismo que le provoca, más Derek sujeta su cuerpo como tal delicada rosa.

Su agarre en la cintura de la mujer se profundiza, deslizándose hasta acunar su trasero. Ella se ríe por lo bajo y enreda sus brazos en su cuello... antes del año nuevo él no se había atrevido hacer tal cosa.

—¡Director! —el grito los aparta.

Derek voltea de mala gana viendo al empleado del hospital dirigirse a ellos.

—Director, se acaba de presentar una reunión de emergencia y se necesita su presencia cuanto antes.

Adela se acomoda el cabello viéndolo fruncir el ceño.

La ruta de escape, no funciona. +21Where stories live. Discover now