XLI. NO PUEDO ESTAR LEJOS DE TI

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Sentada en un sofá de la oficina, Camila abrazaba a Lauren en silencio, mientras ella lloraba amargamente. No había palabras de consuelo, porque no era lo que necesitaba. Camila sabía que lo único que tenía que hacer era abrazarla y dejar que sacara todas esas emociones. Lauren lloraba por su padre muerto, por sus ángeles caídos, por su aparentemente vida perfecta perdida; por las malas decisiones tomadas que casi le hacen perder lo que más ama. Había mucho en su corazón por qué llorar, pero no había podido hacerlo. Los minutos se convirtieron en horas y con la ropa húmeda por las lágrimas, Camila permaneció abrazada a su amada hasta que ésta se quedó dormida.

La acomodó entre sus brazos y la acariciaba la espalda con suavidad, arrullándola como a un bebé. La amaba demasiado y sufría mucho al verla así, pero era necesario que las emociones de Lauren afloraran. Miró el reloj de la pared y cuando se dio cuenta eran casi las cinco de la tarde, no había podido avisarle a su padre que no irían a comer, ya que recordó que había dejado su teléfono celular en la oficina de Lauren. Tampoco tuvo la suficiente fuerza de voluntad como para dejar de consolar a su novia y pedirle a Betty llamar al Hotel a pesar de que estaba segura que su padre le había llamado varias veces al ver que ella no se reportaba. Levantó su mano derecha y acarició el rostro de Lauren con suavidad para intentar despertarla, ella se movió un poco y comenzó a abrir los ojos lentamente, se enderezó y miró a Camila quien le sonreía, luego miró a a su alrededor tratando de asimilar dónde estaba y qué había pasado. Poco a poco recobró la conciencia y se frotó la cara con las manos bruscamente, levantándose tan de pronto que hizo sobresaltar a Camila.

—¿Cómo te sientes?

—Yo... lo siento. Esto no debió pasar. —Lauren estaba incómoda y Camila la miró con preocupación.

—¿Qué no debió pasar? Has logrado llorar, por fin conseguiste desahogarte y sacar todas esas emociones acumuladas.

—No quiero esto. No quiero ser vulnerable.

—No eres vulnerable, simplemente has logrado sacar el dolor, llorar es natural y es curativo, y necesitas sanar. Has sufrido mucho.

Lauren negaba frenéticamente con la cabeza, se veía molesta y Camila se acercó a ella; su rostro era un desastre, tenía los ojos hinchados y las lágrimas habían arruinado su maquillaje, pero no se podía negar que aún, con todo eso, seguía siendo muy hermosa. —Estarás bien, estoy aquí. Yo te ayudaré—.

Camila le dio un beso que Lauren le correspondió, pero luego se separó un poco y dio un paso atrás acomodándose el cabello y mirando su reloj. —Ya es tarde, tu padre debe estar preocupado, el vuelo sale a las seis y todavía tenemos que pasar a casa de Alexa por tus cosas.

—Por favor, Lauren, ahora que te has abierto, no te cierres.

Ella suspiró frustrada. —No pasa nada, no te preocupes por mi. Hay cosas más importantes que hacer ahora.

Camila quiso insistir, pero Lauren se dirigió al escritorio, tomó el intercomunicador y llamó a Betty. —¿Está todo listo para el vuelo?

—Si, señorita.

—¿Le diste los datos a Wilmer?

—Los esperará en el aeropuerto, tiene las indicaciones del vuelo.

—Perfecto. Llama al hotel y pide que te comuniquen a la habitación de Alejandro Cabello, dile que su hija estará ahí en media hora para recogerlo.

—En seguida. ¿Algo más?

—Es todo Betty, cuando termines te puedes ir. Gracias.

—¿Quién es Wilmer? —Camila se acercó y le acarició la espalda.

LA CASA DE LOS ÁNGELES (Camren Fanfic)Where stories live. Discover now