Capítulo 13

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Después de las diferentes felicitaciones de rigor, Harry consiguió que sus amigos lo dejaran el tiempo suficiente como para poder pedirles que lo acompañaran a su habitación porque debía hablar con ellos. Seguramente, ellos no habrían reaccionado de la forma en que lo hicieron, si no hubiera sido por lo seria que parecía la situación, no solo Harry estaba excepcionalmente serio (de hecho, jamás lo habían visto tanto) sino que además, la forma de decirlo les hizo entrever lo difícil que resultaba para Harry el explicarles lo que quería contarles.

Así pues, fue más bien un grupo, por demás sometido, el que un rato más tarde entró en la habitación. No habían dicho gran cosa entre ellos durante el trayecto, tan solo algún que otro comentario y alguna que otra mirada preocupada a su amigo. Tal vez quienes peor lo estaban pasando por el momento eran Athenea y Jonathan, después de todo, el rasgo fundamental de Huffflepuff era la lealtad...

- Bien, Harry, ¿Qué nos querías explicar?- Preguntó uno de los gemelos actuando responsable por primera vez en su vida.

El chiquillo miró a todos sus amigos, que se habían acomodado en diferentes lugares del cuarto, todos ellos lo miraban atentos y preocupados, ansiosos por saber que era lo que pasaba. Ya no había vuelta atrás, no quería vuelta atrás. Suspiró y se dispuso a explicar todos sus secretos.

- Yo, veréis... ha habido cosas... muchas cosas que no os he explicado.- Dijo el chiquillo nervioso.

- ¿Qué clase de cosas, Harry?- Preguntó Hermione.

- Cosas sobre mi mismo... mi vida y mi casa.- Ante las miradas interrogantes que recibía siguió.- Seguro que por ahora habréis notado la poca cantidad de cartas que recibo de casa ¿verdad?- Aquí la mayoría asintió, especialmente Draco, él recibía correo y paquetes de su madre cada día y no entendía por qué su amigo no recibía la misma cantidad o similar.- Las cosas en mi casa... no son como la gente cree. Mis padres y yo... o mejor dicho, mi familia y yo, no tenemos muy buena relación...

- ¿No querrás decir que te pegan, verdad? ¿No te estarán maltratando?- Preguntó Hermione asustada.

Ante la pregunta de Hermione, todos adoptaron caras de auténtico horror; el maltrato a un niño, era algo prácticamente impensable para aquellos que pertenecían a familias de magos... para ellos, o mejor dicho, para el mundo mágico el abuso infantil, era uno de los peores crímenes que se podían desarrollar y de hecho, se castigaban muy severamente. Un niño era tal bendición para ellos (puesto que había tan pocos) que normalmente eran protegidos y cuidados como un tesoro.

- ¡No!- Exclamó Harry tan horrorizado como los demás.- ¡Jamás me han pegado! Lo que pasa, es que se puede decir que para ellos, no existo... Normalmente, ni se dan cuenta de que estoy allí... soy alguien de tan poca importancia que no merece la pena prestarme algo de atención.

- Harry... eso...- Comenzó Hermione.

- Pero, yo siempre que los he visto con tu hermano, parecían ser muy buenos padres.- Dijo Neville atónito.

- Porque estaban con Brian.- Dijo el chiquillo.- Cuando Brian está cerca, yo me convierto en invisible y como mis padres nunca lo dejan muy lejos de ellos, siempre soy invisible.

- Harry... eso se llama negligencia y también es una clase de abuso... uno, incluso más terrible que el abuso físico.- Afirmó Hermione mirando tristemente a su amigo.

La verdad es que no era la única, todos sus amigos lo miraron realmente tristes. ¿Cómo podían tratarlo así? ¿Acaso no podían ver lo maravilloso que era? ¿Cómo podían tratarlo como si no existiera? Todo aquello representaba algo tan inconcebible, que les era difícil no solo de entender, sino también de asimilar.

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