Una escritora de novelas románticas que le huye al amor... Irónico, ¿no?
¿Cómo se puede vivir la vida cuando sientes un vacío? ¿Qué pasa cuando te rompen el corazón y luego te quedas... sola? ¿Puedo seguir mi vida como si nada? No sé y de igual form...
—Tiene tres habitaciones, dos baños y una pequeña habitación que le puede servir para guardar cosas o de oficina. También tiene una pequeña terraza al final del pasillo con unas hermosas vistas al jardín.
Escuchaba la voz de la agente de bienes raíces en el fondo, mientras yo sólo miraba por la ventana hacia el jardín. Es la casa de mis sueños, es lo que siempre he querido... pero él no está conmigo. Me siento culpable por haberle presionado, fue mi culpa, yo lo puse en esta posición y el obviamente no me iba a rechazar. Nicolás es un buen hombre que ama a Wen y a Wendoly, sólo miraba por el bienestar de las pequeñas. Pero cuando Zac me dijo que mis papeles daban para que fuera madre soltera... no dudé en aceptarlo. Amo a Nicolás pero quiero que él esté de acuerdo con esto porque me ama y quiere formar una familia conmigo...
Tory tenía razón, estaba apresurado las cosas.
— ¿Señorita Tomson? -voltee a ver a la señora de bienes raíces— ¿Todo bien?
—Sí, sólo observaba el jardín.
Es la casa que describí junto a Nicolás, pero él no está aquí.
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— ¡Te lo dije! Pero eres tan terco que... —gritó algo en un idioma que desconocí. ¿Alemán? ¿Ruso? ¿Desde cuándo Cristal habla otro idioma? Cierto, No lo sé porque fui un maldito con ella desde un principio. Siempre eres un maldito Nicolás— ¿Ya buscaste en el parque? ¿Algún centro comercial? ¿La editorial? ¿La agencia?
— ¡No está! Hollie no está y no responde mis llamadas—golpee el volante con fuerzas, haciendo sonar el claxon por accidente. Una pobre anciana se llevo un buen susto. Maldito seas, Nicolás.
— ¡Los hombres son unos idiotas siempre!
Me quedé con el teléfono en la oreja, esperando algo más pero ella me colgó. Mi hermana menor me colgó el teléfono. Soy un maldito, un maldito que no se merece a Hollie, un maldito que no se merece tener una hermana tan tierna como Cristal, un maldito que no se merece tener un poco de amor. Es lo que Colette me enseñó... no merezco amor.
¡Maldito seas, Cupido! Tu y tú estúpido pañal y flechas de amor. ¿Qué quieres de mí? ¡Ya tengo el corazón destrozado! ¡Perdí a la mujer que amo por cobarde! ¿Por qué mejor no te metes tu flecha por el...?
El sonido de una llamada entrante me interrumpió de mis maldiciones hacia Cupido. ¿Número desconocido? No estoy de humor para extraños, pero de igual manera atendí.
— ¿Quién es?
—Escucha, no diré que todo esto es mi culpa porque tú también tienes mucha culpa en todo esto pero no puedo dejar que Hollie retroceda —escuché con atención sus palabras—. La contagie ¿Si? Yo le metí en la cabeza que estaba mal el casarse cuando no llevan tanto tiempo juntos, le dije que el amor a veces no es suficiente para reemplazar la libertad. Actúe muy mal y ahora ambos están pagando por mis palabras. La verdad es que...—escuché un sollozo, seguido de un pequeño quejido— Amo a mi hija, amo a Ian y no sería nadie sin ellos, extraño poder viajar por el mundo, ir a bailes y ser cortejada por hombres millonarios pero... Sólo es material. Me siento culpable por pensar en eso porque Ian es el único hombre que me vuelve una romántica, es el único que me ha visto llorar, quien me ve sin maquillaje y aún así me llama hermosa. Él es el amor de mi vida y lo estoy echando a perder por algo tan estúpido. Por eso no dejaré que lo tuyo con Hollie se arruine. Así qué — se sonó la nariz, o eso creo—, ve a buscarla, está viendo una casa a unos minutos de aquí.
