— ¿Te gusta? —levanté la vista y tuve que tragar en seco cuando vi el sonrojo en sus mejillas. Oh mi dulce dama, atrevida pero tímida.

— Me gustas —bajé mi rostro al centro de sus pechos, besándola por encima de la fina tela— Me encantas —subí unos centímetros y deposité otro beso— Me fascinas— seguí subiendo a su cuello, donde lo lamí haciendo que jadeara— Me vuelves loco —besé su mandíbula, dejando de último esos pétalos que tiene de labios— Me enamoras día a día, a pesar que ya tienes todo mi amor.

No dejé que respondiera y sólo uní mis labios con los suyos, saboreando el sabor de la fresa y deleitándome con la suavidad de sus labios.

—Nick...-susurró empujándome por los hombros. Me separé para poder ver su rostro, más rojo que antes— ¿Lo haremos aquí?

Dios, está mujer me mata cada vez más.

— El hombre en mi me dice que te folle aquí, para acordarme de este momento cada vez que suba al auto —pasé mi pulgar por la comisura de sus labios, limpiando su labial corrido— Pero el caballero en mi dice que te consiga una cama digna de la maravillosa mujer que eres.

Una cama para ambos... ¿Es demasiado pronto querer compartir todo con ella? Compartir la cama, la habitación, la ducha, la cocina, el sofá... compartir nuestras vidas. Quiero que Hollie siempre esté en mi vida.

—Follame —bajó su mano al botón de mi pantalón, desabrochándolo y bajando el zipper de un tirón— Trátame como tú amante y luego llévame a una cama donde puedas tratarme cómo tu mujer.

Oh joder ¿Quien puede rechazar esa oferta? Nadie, mucho menos yo, quien no puede rechazarle nada a esta dulzura de mujer. Eso y que soy débil, muy débil ante esa mano traviesa. Gemí de placer cuando besó mi cuello, mientras me daba placer con sus manos. Vaya... esto se siente mucho mejor que hacerlo yo. Eh... eso se escuchó muy mal.

—Nick —canturreó, remarcando ese acento francés que me excita— Rompe mis medias y entra en mi con fuerzas.

Esa frase...

— ¡Lectora pervertida! — Le dije sorprendido, a lo que ella rió con fuerzas— Sabía que esto estaba siendo demasiado erótico para salir de esa mente tuya —su risa murió y levantó una ceja, empezando a molestarse— no quise decir que tu no fueras atrevida, tu lo eres. Sólo que no eres cómo las protagonistas de mis libros...—sus ojos cambiaron de felicidad y ternura, a furia de asesina— No quiero decir que eso sea malo. Al contrario, me parece bien que no seas vulgar como ellas.

— ¿Vulgar? —golpeó mi hombro con fuerzas. Está muy furiosa pues está vez si sentí el golpe. Y vaya que tiene fuerza...

—Solo digo que es lindo que tú seas más... inocente.

—Te recuerdo que hace unos segundos estabas gimiendo y muy excitado por ser una "vulgar" —recalcó la palabra haciendo comillas con los dedos. Miré nervioso sus manos cuando las vi algo húmedas— Además, puedo ser todo lo atrevida que quiera, al menos que parezca demasiado vulgar para ti.

—Hollie...

— ¡Quítate de encima! —me gritó furiosa y... triste.

Me quité con rapidez cuando vi sus ojos cristalizarse, me senté en el asiento del copiloto mirando como abrochaba los botones de su blusa con las manos temblorosas mientras mordida su labio con fuerza. La gota que derramó el vaso, fue cuando vi una lágrima salir de sus bellos ojos.

¿Qué hiciste, Nicolás? Eres un maldito imbécil.

—Hollie —ella negó con la cabeza, no queriendo escucharme— Lo siento.

—Cállate, Nicolás. No quiero oír ni una palabra de ti —miró por la ventana, apretando los dientes mientras más lágrimas caían por sus mejillas— no puedo escucharte después de haberme llamado vulgar, no después de haberme rebajado a usar esta ropa interior por ti, de haber pensado en tu placer antes que el mío—un sollozo salió de sus tembloroso labios rosados— Sólo quería ser una buena novia y una buena mujer.

Marcus me dio un consejo hace unos días después de que Hollie se haya ido molesta conmigo, ese día que prefirió ver películas románticas con mi mejor amigo que pasarla conmigo. Sus palabras fueron: "Cuando una mujer esté enojada o triste, tú tienes que abrazarla fuerte, sin importar correr el riesgo de recibir una patada en los huevos." Así qué, haciendo caso del consejo de mi mejor amigo, abracé a Hollie por la espalda, besando su mejilla y sus lágrimas.

—Mi felicidad es tu felicidad, amor —susurré en su oído—Al igual que darte placer, es mi placer. Agradezco lo que querías hacer, pero no voy a dejar que te sientas de menos sólo por mí.

—Pero yo también quería y eso me molestó —recostó su cabeza en mi hombro— ¿Está bien querer hacerlo en un auto en medio del día?

Aproveché su momento de tranquilidad para atraerá hacia mis piernas. Empujé el asiento hacia atrás para que no se lastimara la espalda con el volante y la acomodé para que quedara encima de mí. En este tiempo, he aprendido que Hollie ama tener el control y que se pone muy ansiosa cuando alguien trata de controlarla. De las veces que hemos hecho el amor, me he sentido gustoso de dejar que ella sea la que esté arriba, por mucho que las reglas de "hombres" digan que la mujer tiene que ir abajo. Yo no busco marcar mi posición como hombre, no busco poder, no busco hacerla sentir inferior. Es mi novia, es mi amada mujer, mi amante y mi vida entera. Y es porque la amo, que lo único que quiero es que ella se sienta bien. Si estar arriba la hace sentir mejor, por mi fantástico. Si hace que su seguridad crezca, mucho mejor. Yo quiero a Hollie por ser la mujer fuerte que es, una mujer fuerte con ese lado sensible que me derrite el corazón. Quiero todo de ella. Es por eso que ver esas lágrimas me rompe el corazón.

—No negaré que no me excité, porque lo hice —limpié sus lágrimas con mis pulgares— Así qué no dejaré que tu lo niegues—Bajó la cabeza pero la obligue a subirla—. Hollie, te prohíbo que agaché la cabeza ante un hombre, porque tú no eres la sumisa de ningún hombre. Eres una mujer que merece tener todo lo que quiere y desea. Maldición, bebé —llevé su mano a mi entrepierna, donde seguía esperando por ella— Esto lo provocas tu siempre. Sin necesidad de coqueteos, toqueteos... ¡No tienes que estar presente! Con sólo pensarte, me excitas. Es el poder que tú y sólo tú tienes.

— ¿Si te pido que pases toda una noche dándome orgasmos pero sin poder tener uno, lo harías? —Me sorprendí ante su pregunta pero asentí con seguridad— ¿Aún que no puedas tener mi un pequeño toque?

—Dejo que se me caiga si eso es lo que quieres —rió con suavidad, relajándome al ver escuchar su risa— No tienes porque ser mi sumisa, ambos podemos serlo.

—Está bien —gemí cuando apretó su agarre en mi entrepierna— Pero quiero probar algunas escenas de tus libros. ¿Puedo?

Asentí entre un gruñido. Joder, joder, joder...Apreté las manos en puños, aferrándome a la blusa de Hollie. Ella se agachó a la altura de mi boca y me besó con lentitud, torturándome lentamente.

—Traje ropa para ambos y llamé al orfanato diciendo que llegaríamos mañana en la tarde —susurró sobre mis labios—. Así qué puedes correrte sin miedo a mancharte, cariño.

¿Honestamente? Pueden llamarme menos hombre y todo lo que quieran, pero amo que esta mujer tome el control de todo.

—Te amo, Nick.

Oh, esas fueron las palabras mágicas que hicieron que explotara.

Oh, esas fueron las palabras mágicas que hicieron que explotara

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Hamilton Lover |Serie Hamilton| #2 (TERMINADA)Where stories live. Discover now