Día 420

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Yo estaba bien. Lisa y Karen me contaron muchas cosas. Tantas que no las creía. Me enseñaron fotos. Yo estaba en muchas de ellas. Me veía feliz. Me veía diferente.

Después de ese día, me visitaron todos los días siguientes. Lisa iba a ser ingeniera. Y Karen quería ser maestra. Así que me contaban mucho sobre eso. Era fascinante. Mejor que ver televisión.

— Deberíamos ir al cine— dijo Lisa—. Te encantaba ver películas.
— Aún me encanta— dije—. Lo hago de vez en cuando.
— Entonces vayamos al cine— dijo Karen.

Las observé. Ir al cine significaba salir.

— Quizá luego— dije.
— ¿Por qué?— dijo Lisa—, ¡Hay películas increíbles en cartelera!

No dije nada. No sabía cómo explicar lo que sentía.

— Tal vez otro día— dijo Karen.
— Sí, luego— dijo Lisa.

Las observé. No se veían felices.
Yo quería verlas felices.

— Deberíamos hacer otra cosa— dijo Lisa con renovadas energías.
— Podemos jugar un juego de mesa— dijo Karen—. De niñas solíamos hacer eso.
— Me gustaría— dije—. Iré a pedirle a mamá uno.

Mamá estaba en su habitación. Fui pero no la encontré. Entré. Imaginé que debía estar en el baño. Recordé que guardaba los juegos de mesa en el ático. Fui.

Habían muchas cosas. Busqué en un estante. Di con el juego sin problemas. Estaba por irme cuando un libro me llamó la atención. Lo recordaba. Era el álbum de fotos de mamá. Lo tomé. Lo abrí. Habían muchas fotos, todas mías. En una aparecieron Lisa y Karen. Mamá tenía razón, las conocía desde niñas.

Seguí pasando hojas hasta que noté algo: en todas las fotos en las que estaba, no salía sola. En algunas también salían Lisa y Karen, pero en todas salía un niño. No por completo. En unas salía de espalda. En otras sólo partes de su cuerpo. Jamás su cara.

No lo recordaba. ¿Y si era otro amigo?

Tomé el álbum y fui a mi habitación. Me acerqué a Lisa y Karen.

— ¿Quién es éste niño?— dije mientras lo señalaba en el álbum.

Ellas me miraron. Después intercambiaron miradas. Lisa se llevó las manos a los ojos para tallarlos con ellas.

Karen no dijo nada. Mamá llegó a mí. Me observó. Miró el álbum.

— Estaba en el ático— dije.

Ella se acercó para tratar de quitármelo de las manos. Iba a dárselo cuando observé bien la imagen. Y todo vino a mi mente.

Todo.

Mis Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora