Sexta Parte: LUG - CAPÍTULO 66

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CAPÍTULO 66

Cuando Walter abrió la puerta de la cabaña, Augusto vio a Lug y a Dana en el interior.

—¡Gracias! ¡Gracias!— se largó a llorar Augusto—. Gracias por haber acudido a mi llamado. Pensé que tal vez no vendrían.

Dana lo abrazó:

—Tranquilo, estamos a tu disposición— le dijo.

—Por supuesto que vinimos, haremos lo necesario para ayudarte— le dijo Lug.

Augusto se secó las lágrimas y se calmó. Walter le ofreció una silla, que él aceptó de buen grado.

—Cuéntanos— lo animó Dana.

—La situación es muy grave. Secuestraron a mamá y papá está en coma en el hospital por una herida de bala. Los médicos no tienen más nada que hacer. Yo no sabía a quién más acudir... no sé qué hacer... no sé quiénes tienen a mamá... no sé por dónde seguir con esto...— balbuceó Augusto, desesperado.

Lug se puso de pie de inmediato:

—¿Viniste en coche?— le preguntó a Augusto.

—Sí— asintió Augusto.

—Bien, iremos primero al hospital, veremos a Luigi y luego a la escena del crimen— propuso.

Augusto asintió, un poco más calmado ahora. Lug se sacó la capa plateada y la espada, y se las entregó a Walter.

—Cuídalas— le dijo.

—Claro, por supuesto— respondió Walter.

—¿Es prudente ir desarmados?— preguntó Dana.

—Es suicida intentar combatir armas de fuego con espadas— le dijo Lug.

—¿Armas de fuego?

—Son como los transmets, pero en vez de luz, lanzan proyectiles de plomo. Lo hacen con la suficiente velocidad y fuerza como para penetrar el cuerpo de lado a lado. Algunas ametralladoras pueden disparar seiscientas balas por minuto a una distancia efectiva de doscientos metros— explicó Lug.

—Ya veo— suspiró Dana, sacando el puñal de su bota para entregarlo a Walter.

—No— la detuvo Lug—. La espada es demasiado conspicua y pueden detenerme por portarla, pero ese puñal puede pasar desapercibido en tu bota. Consérvalo.

Dana lo volvió a enfundar.

—Tal vez sería bueno conseguirnos algunas de esas ametralladoras de las que hablas— sugirió Dana.

—No es tan fácil— dijo Lug—. Solo el ejército, la policía y los criminales las portan, y no somos ni tenemos influencia sobre ninguno de ellos, me temo.

EL SELLO DE PODER - Libro V de la SAGA DE LUGWhere stories live. Discover now