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Para cuándo Minhyuk vuelve a clase con la silla en mano, el muchacho del pelo rosa ya se ha presentado y encontrado un asiento.

Todos le miran fijamente, riendo detrás de los libros de matemáticas, pero por una vez, eso no hace que Minhyuk se sienta indefenso.

Porque el hada de pelo rosa ha escogido el asiento libre que está a su lado.

>Desde luego Minhyuk, eres el cliché de adolescente enamorado más penoso que he visto...<

Lentamente, vuelve a su sitio, la mirada baja, conjecturando sobre su nuevo vecino de mesa.

Un vendaval encabritado entra por la ventana abierta de la clase, revolviendo los papeles del profesor para cuándo Minhyuk se da cuenta de que su mesa esta resplandeciente.

Limpia de graffitis, sin siquiera un rastro del monumento a la vergüenza que era hace solo unos momentos.

Minhyuk tiene miedo.
Por qué alguien le ayudaría?
Que quieren de él?

A su lado, el chico lindo de pelo rosa le mira fijamente, con una media sonrisa.

>Ni modo que haya sido él imbécil. Ya eres mayorcito para creer en cuentos de hadas...<

-Yoo Kihyun. No estabas cuando me presenté a la clase. Acabo de llegar de la provincia. Espero que nos llevemos bien.

Minhyuk se sobresalta al oír esas palabras salir de la boca de su nuevo compañero.

-Lee Minhyuk... susurra de su voz débil que tanto odia, mirando fijamente al suelo. Encantado.

>Patético. No eres ni siquiera capaz de mirarle a la cara.<

Minhyuk no se siente capaz de contradecir a la voz, y unas lágrimas empiezan a formarse en los lados de sus ojos.

Pero su inminente llanto se ve parado al encontrarse con una mano tendida delante de él, como en las películas americanas que antes tanto le gustaba ver.

El viento mientras, sigue recorriendo el interior de la clase.

-Seamos amigos.
La mano tendida delante suyo es de un color rosa pálido, con uñas cuidadas muy diferentes a las suyas, mordidas hasta la sangre.

Minhyuk nunca ha sido confrontado a tal dilema.

Dar o no dar la mano?

Tal es la cuestión.

>Si le das la mano, a lo mejor lo contagias de patetismo crónico...<

Pero aún cuando el viento lucha contra el profesor que intenta sin éxito cerrar la ventana para retenerlo, Minhyuk extiende su mano y agarra tembloroso la de Kihyun.

Sus manos enlazadas hacen renacer la primavera dentro de su pecho, y se pregunta si el contrario se da cuenta de hasta qué punto su contacto le hace mal.

Al retirar su mano tras un breve apretón, se da cuenta que los dedos del pelirosa estan manchados de tinta.

De tinta negra como la de las pintadas de su mesa.

>No confíes.<

Minhyuk une las manos sobre su pecho para calmar la amargura de tales pensamientos y se acomoda en su silla para seguir con la clase.

Minhyuk se siente feliz por primera vez en mucho tiempo.

Porque sabe que Kihyun a limpiado su mesa y porque el viento salvaje venido de afuera ha traído pequeños pétalos de cerezo hasta dentro de la clase, tan rosados como sus mejillas.

el tercer tipoWhere stories live. Discover now