TREINTA Y UNO

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Jonathan se me quedó mirando fijamente durante lo que me pareció una eternidad, inhalando en mi dirección.

Se me acercó con lentitud.


¿Es eso posible, Clea? ¿Tener otro mate? ¿Y si lo es, por qué no me había reclamado antes?

Eso no puede ser posible, Bry. Pero no lo sé. Yo... me siento confundida.


Entonces Jonathan llegó a mí, y me apartó a un lado, dejándome perpleja.

Siguió caminando, de manera que me giré y observé como se acercaba a una chica de nuestra edad que lo miraba con una mezcla de timidez y felicidad.

- Mía.- Volvió a gruñir Jonathan.

- Tuya.- Respondió la chica.

Me sentí más tranquila de escuchar las palabras de la chica y saber que Jonathan y yo no éramos mates. Lo adoraba pero no lo veía como a algo más que a un amigo o a un hermano.

* * *

Me encontraba sentada en la cama de mi habitación de la casa de la manada cuando la puerta fue abierta.

- ¿Qué se supone que haces aquí?

Liam me miró con una sonrisa.

- Vengo a hablar contigo.

Lo miré, enfadada.

- ¿Y si yo no quiero hablar contigo?- Pregunté con burla.

- Tranquilízate.- Me sonrió, confundiéndome.- Y sígueme.

Se giró y empezó a marcharse por el pasillo.


No estoy del todo segura de si deberíamos seguirlo.

Vamos. No perderemos nada por intentarlo. Además, me parece deberíamos escucharlo.


Asentí.

Me levanté y le seguí sin dudarlo ni un segundo más.

Llegamos al bosque de cerca de la manada cuando Liam se detuvo.

- ¿Hacia dónde?

Él me sonrió, atontado.

- Pues no lo sé. Vayamos caminando hasta que encontremos algún claro, ¿te parece?

Lo miré sorprendida. ¿A dónde se había ido el chico que se chuleaba ante mí y que era un egocéntrico de primera?

Inspiré profundamente.

- Sígueme. Te voy a llevar a un sitio tranquilo para hablar. - Dije calmadamente.

Me adelanté y me dirigí al lago al que había acudido tantísimas veces por diversión y que hoy sería el escenario de una conversación que quizás cambiaría las cosas entre Liam y yo.

Llegamos al lago y nos sentamos cerca del agua.

Entonces, Liam empezó a hablar.

- Me parece que tienes un muy mal concepto de mí. No soy el malo aquí, Bryana.- Me sonrió.- Lo que pasa es que he tenido que tomar algunas decisiones a lo largo de mi vida, decisiones de las que no estoy exactamente orgulloso.

<<Yo jamás quise formar parte de Blue Moon Blood. De hecho, nunca formé parte de ellos en realidad.

Lo miré confundida.

- ¿A qué te refieres?- Pregunté.

- Llevo siendo un infiltrado de Blue Moon Blood casi desde que Nikolay mató a su padre.- Dijo con simpleza.

<<Cuando Nikolay se convirtió en alfa, mi verdadero alfa decidió que debíamos infiltrar a alguien en su manada rival.

Este decidió que mis padres eran perfectos para ese cargo. O más bien dicho, su recién nacido; yo.

Me entrenaron durante años para cumplir ese cargo.

Finalmente, cuando cumplí los cinco años, tu padre me infiltró en Blue Moon Blood. Y llevo desde entonces ayudando a tu familia, sirviéndoles desde lejos.

Llevo desde entonces pasándoles información, investigando, buscando, averiguando. He sido fiel a Sylver Moon desde que tengo uso de razón, y seguiré siéndolo hasta que ya no pueda andar, y mis huesos se conviertan en el fertilizante de las plantas que están por venir.>>

Asentí con la cabeza asimilando la información que me acababa de dar Liam.

- Pero... tú... - Titubeé.- ¿Así que todo lo que hicisteis fue por orden de mis hermanos? ¿Incuso...?

- ¿Mis "noviecitas"?- terminó la frase Liam.

Aparté la mirada, avergonzada, pero no contesté nada.

- Sí. Ellas fueron una tapadera de mi parte. Y quiero que tengas en claro, que te quiero, y que solo estuve con ellas para pasar desapercibido y poder protegerte desde lejos.

<<Jamás sentí nada por ellas.- Dijo mirándome fijamente a los ojos.- Nada de nada, por nadie que no seas tú.

Aparté la mirada, sintiéndome demasiado incómoda.

Entonces, una brizna de ira me recorrió desde la cabeza hacia los pies.

- ¿Quererme?- exclamé.- ¿Te atreves a decir que me quieres? Después de lo que tus novias me hicieron, ¿te atreves a decir que me quieres?

Me levanté enfadada, dividida entre darle un golpe o marcharme de allí sin volver mi mirada.

- Tienes derecho a enfadarte todo lo que quieras. De hecho, lo entiendo. Pero tú también tienes que entenderme. No te podía decir quién era, ni lo que estaba haciendo, si no quería ponerte en peligro.

<<Ahora solo puedo decirte que te quiero, y esperar que me creas, y que me correspondas.

Lo miré, frustrada.

- ¿Y me lo sueltas así, todo de golpe? ¿Cómo quieres que me lo tome si me lo dices sin usar ninguna anestesia?

Él me sonrió.

- Nunca tuve demasiado filtro, en eso tienes razón.

Lo miré de nuevo contrariada. ¿Qué quería que le respondiera a eso?

Me confundía con cada cosa que decía, con cada palabra pronunciada por su boca.

- ¿Y ahora, qué?- Pregunté.

- Ahora nos daremos una oportunidad, y volveremos a empezar. Esta vez sin mentiras, sin infiltraciones y sin alfas de por medio.- Entonces frunció el ceño, repentinamente.- Y hablando de eso, aún me siento bastante enfadado por eso de casarse con Alfred. Y también por eso de que me quitaste la oportunidad de matarle yo mismo.

Lo miré sorprendida.

¡Él era el lobo castaño que había estado luchando contra Alfred!

Me giré para marcharme, pero antes, le dije por encima de mi hombro:

- Si dices que me quieres, demuéstramelo. No te voy a creer de ninguna otra forma.

Seguí andando para irme de ese preciado lago en el que tantos momentos había vivido.

- ¡Lo haré!- Gritó él.

Y aunque ella no lo veía, estaba completamente segura de que él estaba sonriendo.

* * *

¡Oh lo que se ha descubierto!

Ya estamos llegando al final, solo falta el epílogo y quizás algún que otro extra y ya habremos terminado...

Espero que os haya gustado ;P 

¡Hasta pronto!

LA DECISIÓN DE UNA LOBAWhere stories live. Discover now