VEINTINUEVE

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Desde esa nota había pasado ya una semana.

Cada día al despertar me preguntaba cómo habían sabido lo de la amenaza, cuando no se lo había contado a nadie. Yo misma me había encargado de arreglar la habitación y de quemar todo lo roto con la excusa de querer renovarlo todo.

Desde entonces no había podido ver a Jonathan, ya que Alfred había decidido poner a alguien para que me "protegiera". Aún recuerdo el día en el que me lo dijo:

<<Me sentía cansada a pesar de haber dormido toda la mañana.

Me dirigí a la cocina para poder desayunar a pesar de que en poco tiempo ya tendría que ir a comer.

Al llegar la cocina, cogí un poco de fruta, y me dirigí a fuera de la casa, a un pequeño cenador que había escondido por la parte trasera de la casa, muy cerca de la entrada del bosque.

Empecé a comer, tranquilamente, cuando escuché un ruido extraño proveniente de dentro del bosque.

Me acerqué, curiosa, a ver qué pasaba.

Cuando estaba a punto de llegar a la entrada del bosque, vi a dos figuras acercarse. Me quedé quieta esperando que salieran del bosque para ver quienes eran.

Alfred y un chico pelinegro con ojos negros, se acercaron a mí caminando tranquilamente.

El chico fue el primero en reparar en mí. Me miró con una sonrisa de crueldad y le indicó a Alfred que yo me encontraba allí.

- Te estaba buscando.- Me informó Alfred.

Lo miré interrogativa, intentando descifrar porque.

- Te presento a Mike, mi beta.- Lo miré aún sin comprenderlo.- A partir de hoy, él será tu guardaespaldas personal.

Abrí la boca para quejarme.

- Sin quejas.- Me interrumpió.- Hemos tenido un par de amenazas desde que anunciamos nuestro compromiso, así que a partir de ahora, tendrás a un guardaespaldas siempre contigo, y a un par más vigilando todos los sitios a los que vayas.

Indignada intenté hacerle cambiar de opinión.

- A mí nadie me ha amenazado. Además, me sé defender sola.

- No admitiré que te quejes ni que te niegues. No era una oferta, ni una posibilidad, era una información. Así que a partir de ahora, Mike y tú sois una unidad e iréis juntos a todos los sitios a los que tengáis que ir.

Me giré y me fui, enfadada con Alfred, pero con Mike detrás de mí mirándome con burla.>>

Y desde entonces no me lo podía sacar de encima.

Mike era una persona detestable, creída, que se metía en todo lo que hacía, y que siempre le contaba a Alfred lo que quería de mí; pero sobretodo, era un mentiroso de primera y un repelente. Falta no hace decir que le odiaba con todo mi corazón.

Desde que le tenía encima de mí, no había podido ir al lago, no había visto a Jonathan ni a su familia, no había podido contactar con mis hermanos y no había podido salir a pasear por la manada tranquila. Me tenía encerrada dentro de la casa de la manada todo el día, sin hacer nada más que aburrirme y maldecirle.

Y entonces hubo una explosión.

Estaba paseándome por los pasillos de la casa de la manada, ya que Mike no me dejaba salir afuera, cuando empezó.

Se empezaron a oír explosiones desde diferentes puntos de la manada, al igual que el olor a humo se hizo más potente.

También se podían oír los ruidos de una gran pelea, de zarpazos, de cosas rompiéndose.

Me acerqué a una ventana para ver qué estaba pasando, cuando pude ver a mis hermanos luchando contra Alfred y Nikolay.

Mike, al ver lo mismo que yo, me cogió del brazo y me empujó hacia fuera de la casa, hasta el medio de la batalla.

Sacó un cuchillo y me lo puso en el cuello al mismo tiempo que me hacía avanzar hacia el sitio donde estaban peleando mis hermanos.

- Deteneos o la mato.

En ese momento todos se giraron y se dieron cuenta de que estábamos allí.

Al oír la amenaza, mis hermanos se tensaron, Alfred sonrió malévolo, y Nikolay frunció el ceño.

- Como le toques un solo pelo, te voy a cortar las dos manos.- Gruñó Neil, sorprendiéndome.

Max asintió, mostrándose de acuerdo. 

Entonces vi como un Bianca se acercaba por detrás de Max con un puñal en la mano.

Asustada, vi como de repente, Bianca ya no se encontraba en el sitio que momentos antes, si no que había salido disparada hacia un lado con una loba de color marfil encima; Jade, la mate de Max.

Ella me miró y le asentí, agradecida.

Entonces miré a Max fijamente a los ojos y le hice un gesto.

Max sonrió, petulante, y dijo:

- Haced lo que queráis con ella. Total, si ella muere, al final del día seremos nosotros los que tendremos una manada más grande y más fuerte.

Le sonreí, y me tiré al suelo al mismo tiempo que Maxlanzaba un puñal en mi dirección, que se clavó en el pecho de Mike, dondemomentos antes había estado mi corazón.


LA DECISIÓN DE UNA LOBAWhere stories live. Discover now