20. v e i n t e

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Min YoonGi observaba ensimismado el café entre sus manos, llevaba varios minutos así, sin beberlo o dejar de removerlo con la cuchara.

–Ya estará frío –JungKook entró a la cocina vestido y preparado para ir al instituto. Él apenas estaba terminando el desayuno todavía–. Será mejor que me vaya caminando, si espero por ti, llegaré tarde a primera hora...

El pálido hermano mayor no dejaba de mirarlo con irritación, como si aquel mocoso insolente tuviera la culpa de todos sus males. Lo observó desaparecer por la puerta y se dio cuenta que había dormido en el sofá nuevamente, tendría que comprarle una cama pronto. Kookie últimamente dormía más a menudo en su piso que en casa, con su madre. Se preguntó si no estaría ocultándole algo.

Minutos después, NamJoon entro por la cocina exactamente igual que JungKook, ya vestido y dispuesto a irse a trabajar.

–Colega, siento decírtelo, pero vas a llegar tarde –comentó su mejor amigo–. Y ese café tiene que estar más frío que el pene de un caminante blanco.

YoonGi se echó a reír.

–Menos mal que sonríes, pensé que empezarían a cobrar por ver tus encías...

YoonGi puso los ojos en blanco, aunque sabía de sobra el porqué del comentario de su compañero; vivir con él durante los últimos días había sido literalmente insufrible: malas miradas a todas horas, malas palabras a todas horas, gruñidos al acercarte (más que de costumbre), y esa terrible indiferencia y odio hacia todo el mundo en general.

–Déjame tranquilo Nam... –se quejó tozudo, cual niño enfurruñado.

–Vamos Suga, estás siendo un idiota... y nosotros no tenemos la culpa de tus celos infantiles.

Si las miradas matasen, Kim NamJoon estaría descuartizado sobre la mesa de su cocina ahora mismo.

–¿Qué has dicho Nam?

–Lo que oyes. ¿Te crees que soy estúpido? Estás así desde el día que hablaron sobre ese tal HoSeok en el salón. Habrás quedado muy cool con tus consejitos y todo el rollo, pero a mí no me engañas, sólo te faltaba echar humo por las orejas...

YoonGi suspiró y acunó su rostro entre sus manos para echarse hacia atrás todo el cabello en un acto de desesperación. ¿A quién pretendía engañar? Desde luego, a NamJoon no podía.

Y tampoco a sí mismo.

Desde aquella tarde llevaba una semana sumido en la más profunda de las miserias; y claro, en nada ayudaba andar imaginándose a todas horas escenitas felices entre aquel par de adolescentes; tampoco ayudaba el haber ido infiltrado a ver en el concurso de baile, y observar con frustración la complicidad y compenetración que tenían JiMin y HoSeok sobre el escenario (y fuera de él). Ardía por los celos, y YoonGi definitivamente odiaba ser tan posesivo y celoso, sobretodo con alguien que no era (ni sería) nada suyo.

Y luego estaba aquel otro problema, ese que era terriblemente molesto: sus sueños. Porque sí, llevaba exactamente una semana (desde el viernes del concurso de baile) soñando con Park JiMin: Park JiMin bailando para él, Park JiMin desnudo entre sus sábanas, Park JiMin con sus carnosos labios besando los suyos (y otras partes de su cuerpo), Park JiMin gimiendo su nombre entre los pasillos del instituto... En todos lados, de todas las formas posibles. Y YoonGi podía tener muy buen autocontrol estando despierto y consciente, pero el soñar con su alumno de aquella forma obscena y enfermiza era algo que se escapaba de sus manos.

Y se sentía sucio y culpable cada mañana, cuando se veía obligado a ocuparse de su asuntillo en los pantalones pensando también en Park JiMin.

Lo mejor de mí | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora