3. t r e s

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La tarde se presentaba oscura y tormentosa antes de salir de casa, JiMin pensó que aquel cielo amenazante y perturbador era un mal presagio sobre lo que estaba a punto de hacer. Sus entrañas parecían agitarse de anticipación.

–¡Jiminnie, no te olvides de llevar paraguas! –gritó su madre desde la cocina.

–¡SÍ MAMÁ! –gritó él en respuesta.

Tomó el primero que vio en el paragüero de la entrada y abrió la puerta de su hogar.

–¿A dónde vas? –preguntó JiHyun (su hermano menor), haciendo zapping en la televisión del salón.

–No te interesa –respondió JiMin, sin dar más explicaciones a la hora de cerrar la puerta tras de sí.

Aquel era el trato común entre ellos, al fin y al cabo, eran hermanos y adolescentes, una de las peores combinaciones posibles...

Además, JiMin no quería responder a esa pregunta por el simple hecho de que no terminaba de aceptar lo que iba a hacer aquella tarde.

Sí. TaeTae había logrado que JiMin aceptara una cita con Min YoonGi bajo decenas de repeticiones de "no pierdes nada, pero puedes ganar mucho", "¿y si estás dejando escapar al gran amor de tu vida?", "sólo será una cita, y en un lugar público, no pasará nada raro", "¡venga JiMin no seas aburrido!", "no todos los días se conoce a un chico que te gusta, que tiene tus mismas preferencias y que además es mayor y sexy (mientras alzaba sugerentemente su cejitas)".

De alguna forma, JiMin había interiorizado tanto aquellas razones, que se arriesgo a tener una cita con el mayor.

Habían pasado la última semana mensajeándose. Descubrió que Min tenía 27 años, y eso en un inicio le había asustado un poco (pues no aparentaba más de 22 o 23 cuando lo conoció), sin embargo, una extraña atracción le impedía dejar de intercambiar mensajes con el chico. También había descubierto que el mayor era licenciado en música y composición, que le gustaba el hip-hop, la fotografía, y que era un poco gruñón por las mañanas.

Tenían pocas cosas en común, muy pocas. Sin embargo, a JiMin le resultó fascinante cada nueva cosa descubierta del chico, como si fuera un enigma que poco a poco iba tomando forma y sentido. Le asustaba conocerlo, le asustaba mucho. Pues sentía que estaba muy lejos de las expectativas de YoonGi. Aquella sería, probablemente, su primera y última cita.

Las primeras gotas cayeron cuando JiMin ya estaba esperando dentro de la cafetería donde habían quedado. El olor a café recién hecho, a chocolate caliente y a pastel, junto al lacerante sonido de la lluvia sobre la calzada, convertiría aquel escenario en un paraíso si no fuera por las ganas de salir corriendo del local y huir. Aún estaba a tiempo... El golpeteo de su corazón era más ruidoso que el sonido de la cafetera; sus manos amenazaban con derramar el terremoto de cappuccino que tenía entre ellas.

Justo cuando estaba decidido a marcharse, antes de que fuera demasiado tarde, el tintineo de la puerta y una cabellera oscura entrando, lo detuvo. Ya era demasiado tarde escapar.

La luna se ocultaba tras la densidad tormentosa que los rodeaba. Había parado de llover, sin embargo, las insistentes goteras de la parada del autobús no les permitían darse cuenta de ello. La luz de la farola tintineó, pero YoonGi sólo tuvo ojos y oídos para escuchar atentamente la cálida voz de JiMin, que después de una amena tarde de sonrojos y timidez, había tomado la confianza suficiente para sonreír, hablar, y mostrarse al mayor tal cual es en realidad.

YoonGi no podía comprender qué le pasaba. Por qué había hecho tantos esfuerzos por conocer a ese chico, por qué estaba siento tan atento y encantador con él, y por qué no podía dejar de sentir aquellas enormes ganas de estrujar sus adorables mejillas. Definitivamente él no era así... Al menos, no la mayor parte del tiempo.

–Tiene unas manos bonitas, hyung... –comentó JiMin, atreviéndose a tomar la mano del mayor para ponerla junto a la suya. YoonGi sonrió.

–Las tuyas son pequeñas. Y rechonchitas –se burló Min, haciendo una comparativa de sus tamaños–. Y también eres más bajito que yo. Ahhh... –suspiró–. Al fin conozco a alguien con quien poder utilizar todos esos chistes de bajitos que siempre utilizan conmigo –bromeó, ganándose un empujón de hombro por parte de JiMin.

–¡Todavía estoy en periodo de crecimiento! –replicó infantilmente JiMin. Sus manos, inconscientemente seguían unidas a las del mayor un poco más...

–¿Con 21? Pues... entonces ya poco te queda –respondió YoonGi.

Algo pareció tintinear en la mirada del menor y no le pasó desapercibido a YoonGi. Parecía como si JiMin estuviera a punto de decir algo más, pero la bocina del autobús acercándose los interrumpió.

–¡Oh! Ese ese el mío... –JiMin se levantó de la banca, dejando un vacío gélido en la mano de YoonGi por aquello.

–Mándame un mensaje cuando llegues a casa... –pidió YoonGi, y el menor sólo sonrió enternecido.

–Lo haré. Me lo pasé muy bien hoy, hyung... –dijo, dando pequeños pasos hacia atrás mientras se acercaba a la puerta del autobús. El conductor finalmente abrió.

–También yo.

JiMin no tenía ganas de irse. Se mordió el labio inseguro, porque temía que después de aquel día, su hyung no quisiera volverlo a ver. Le había gustado el tiempo que pasó con el chico de pálido rostro y profunda mirada... Con un suspiro de resignación se dispuso a subir al autobús cuando una loca idea cruzó por su mente.

No lo pensó demasiado, tampoco tenía tiempo para hacerlo. Impulsivamente retrocedió dedicándole una mirada de disculpa al conductor, para luego correr un par de pasos en la dirección del mayor, posando suave y torpemente sus labios sobre los ajenos.

Los brazos de YoonGi no tardaron en rodear con delicadeza la cintura de JiMin y corresponder al sorpresivo beso. Cerró los ojos, y únicamente se dejó envolver y conquistar por la ternura del menor. De algún modo, ambos sentían tan natural y sencillo seguir aquel roce, como si llevaran roda la vida haciéndolo.

No se percataron de las miradas acusadoras y asqueadas que varias personas les dedicaron desde el autobús (incluyendo al conductor), tampoco percibieron cuando este partió dejando a JiMin atrás.

Al separarse después de unos segundos, las mejillas de ambos chicos estaban teñidas de carmín, y sus narices (aún tocándose) no deseaban separarse.

–Te acompañaré a tomar el metro... –murmuró YoonGi en apenas un susurro delicado y ronco.

JiMin sólo sonrió en respuesta.    

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Bien, bien. No es viernes, y hoy no tocaba actualizar peeeeeeero... me apetecía actu doble esta semana(?) Y bueno, ¿alguien está leyendo esta cosa? :'( 

Si es así, no se olviden de votar y/o comentar, please <3 así no siento que estoy totalmente sola y abandonada(?)

Saluditos,

Sleepwalker

Lo mejor de mí | YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora