Capítulo 29

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De algún modo, Leonie logró pasar la semana siguiente. Temía las lecciones de inglés tanto como anhelaba ver al padre Gabriel. No levantó la mano cuando hizo las preguntas de la clase, incluso cuando sabía las respuestas. Evitó llamar su atención.

Cuando se volvió para escribir algo en el tablero, se permitió mirarlo. La parte posterior de su cabeza estaba tan perfectamente formada: la forma en que su pelo se estrechaba hasta su cuello. Sus hombros eran anchos y proporcionados y recordó la fuerza de sus brazos.

Lo siento. Le deseó las palabras silenciosamente, anhelando poder comunicarse con él. Deseando que él pueda perdonarla.

Él nunca mostró enojo o disgusto hacia ella. Simplemente fue cortés, pero seco.

Dolía.

No ayudaba que Suki Laverne fuera cada vez más perra. Leonie no estaba segura de porqué, pero la otra chica siempre parecía estar sobre su espalda. Tal vez era porque Leonie hacía bien en los ensayos. Leonie sabía esto porque ella misma sentía que se estaba desempeñando mejor, pero también porque otros se lo habían contado.

Incluso el Padre Gabriel, a pesar de que estaba tratando de no interactuar con ella, había comentado sobre su progreso. Su elogio fue genial y desapegado, pero esto solo lo hizo más significativo.

Después del ensayo Leonie, Mai y Figgy estaban haciendo un cacao de la tarde en el refectorio del sexto año. Esta era una habitación la cual las niñas en el último año tenían el privilegio de usar, relajarse y preparar bebidas calientes. Habían viejos sillones, mesas donde se podía hacer la tarea y estantes con varias novelas antiguas. Eran obras respetables como Jane Austen y Charles Dickens. Las monjas confiscaban todas las novelas modernas que se consideraban inadecuadas, que era la mayoría de ellas.

Mai estaba discutiendo el último ensayo. -Con el resto de nosotras, es como si el padre Gabriel supiera que necesitamos mucho aliento, ya que la mayoría de nosotras no tenemos esperanza. Contigo da por hecho que puedes hacerlo.

-Ojalá,- dijo Leonie.

-Debes saber lo buena que eres,- dijo Mai, amontonando chocolate en polvo en su taza.

-Siempre y cuando no te olvides de nosotras cuando seas famosa. Asegúrate de invitarnos a muchas fiestas de celebridades.

Figgy, que se había ofrecido como voluntaria para ser directora del guión, había notado la antipatía de Suki hacia Leonie. -Te mira fijamente y siempre está murmurando con sus amigas. Ten cuidado con ella.

-No estoy segura de lo que pueda hacer. No es que haga un esfuerzo por hablar con ella,- dijo Leonie.

-Al menos Marcy tiene tu espalda. Suki estaba tratando de escoriarte con ella, pero Marcy no la escuchó,- le dijo Mai.

Leonie estaba contenta de esto, ya que Marcy le agradaba.

-No sé por qué todavía está tan celosa,- dijo Figgy. -El papel de Elizabeth es aproximadamente del mismo tamaño que Abigail. Creo que incluso tiene más líneas.

-Pero es una parte más aburrida,- dijo Mai. -Abigail es claramente la estrella. Ella también tiene todas las partes sexy.

Leonie tuvo flashbacks del padre Gabriel expresando las líneas de John Proctor. Intentando defenderse de los avances de Abigail. Los paralelismos con su propia situación eran vergonzosamente claros.

Mai estaba atacando un tarro de galletas. O bizcochos, como ellas las llamaban: -Alguna vaca codiciosa se ha comido todas las buenas. Todas las con cremas de natillas se han ido. Solo quedan unas digestivas viejas y aburridas, y están todas rotas.

-Me quedan algunas galletas de chocolate en mi caja,- dijo Figgy. -¿Puedo ir a buscarlas si quieres?

-Está bien, esto servirá.- Mai aplastó una digestiva. -Sabes, a pesar de Marcy sea grandiosa, sería mejor si tuviéramos hombres reales interpretando los papeles masculinos. Imagina al padre Stephen como a Danforth, sería bastante escalofriante, ¿no? Y por supuesto, al padre Gabriel como a John Proctor. Solo piensa en él diciéndole esas líneas, Leonie.

Leonie no necesitaba imaginar eso. Ella ya lo había escuchado como John Proctor.

Mai continuó crujiendo en su galleta. -Juro que el hombre tiene algo por ti. Si él no fuera un sacerdote, tendrías que tener cuidado.

-Eso pensaba antes,- coincidió Figgy, mojando un trozo de galleta en su taza. -Ahora no estoy segura. Parece más formal que antes.

-Eso es porque está tratando de reprimir sus sentimientos. Es como en El pájaro Espino,- dijo Mai. Ella estaba medio bromeando y fue todo lo que Leonie pudo hacer para no reaccionar.

Estaba muy agradecida de que Harry no estuviera allí. Después de la conversación del otro día, Harry podría haber empezado a poner dos y dos juntos.

-No he visto El pájaro Espino,- dijo Leonie.

-Deberías hacerlo. Es muy miserable que todos mueran. Pero la chica principal se acuesta con el sacerdote sexy, así que esa parte es buena. Y la deja embarazada,- Mai le dice. -Solía ​​haber una copia de la novela original por aquí, pero la madre Benedict se la robó. Estoy bastante segura de que la leyó antes de quemarla. Imagínate que la inspiró para darle al padre Stephen miradas de vapor y tratar de pillarlo solo. Si tuvieran un bebé, probablemente haría una Virgen María y afirmaría que en realidad fue Dios quien la impregnó.

Figgy no pudo evitar llorar de la risa, a pesar de que ella intentó desaprobar. -Algún día te partirá un rayo, Mai.

Leonie logró fingir una risa también, pero todo el tema era un tormento para ella. Si no hubiera entrado en pánico y no lo hubiera detenido, tal cosa podría haberle sucedido. Y no había forma de que sus habilidades de actuación estuvieran a la altura de la tarea de pasarlo como una concepción divina.

Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora