Capítulo 20: Dos Largos Años

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Y la vida siguió su curso. Muchos capítulos más podrían escribirse para contar cómo pasaron los años de Julieta, que era ahora una hermosa jovencita de 19 años. Pero no era necesario escribir capítulos enteros para decir que la muchacha convertida en joven no cambió en ningún momento el lema de "brillar por el Señor en todo tiempo y lugar". En toda la casa sonaba su vocecita, que había ganado mucho en melodía y firmeza:

Enciende una luz, déjala brillar, la luz de Jesús

Que brille en todo lugar, no la puedes esconder

No te puedes callar, ante tal necesidad

Enciende una luz en la oscuridad.

Aquel día triste en que recibió la noticia de la muerte de Ronny fue para ella más que un golpe, un poderoso estímulo espiritual que la decidió más que nunca a alcanzar con el mensaje de luz a cuantos le rodeaban.

Varias veces invitó a Érica a una serie de reuniones especiales que se realizaban en un salón del centro, y una de esas noches tuvo la inmensísima alegría de ver a su profesora pasar adelante aceptando emocionada la invitación que el predicador hacía de recibir el perdón del Señor. Y así pasó muchas otras experiencias lindas, y también feas.

Hubo alegrías y penas, pero "todo ayudaba a bien", y la familia del pastor Spendi vivía feliz trabajando y sirviendo en la obra del Señor. Y así entramos a un nuevo episodio.

—¡Zztriingg! ¡Ztrinngg! El timbre de la calle hizo saltar a Mariel de una silla. Se pasó una mano por los cabellos y fue a abrir. Un joven alto y elegante se inclinó galantemente diciendo: —Buenas tarde, señorita Spendi.

—¿Peter? ¿Cuándo llegaste?

—Esta mañana bien temprano.

—¿Ya... definitivamente?

—Eso te pone muy feliz ¿Verdad?

—Solo preguntaba... pasa... ya llamo a mi hermana— dijo en forma indiferente.

—Aunque lo disimules... sé que estás feliz de que venga a vivir a Córdoba...

—Como tú digas... —respondió a lo lejos la muchacha.

Julieta corrió sonriente al comedor luego que Mariel le avisara la llegada de su amigo.

—¡¡Doctor Winelmann!!

—Señorita Spendi.

Dijeron bromeando mientras se saludaban.

—Oficialmente me mude hoy.

—¡Viva! ¡Me alegra tanto! —exclamó Julieta

—El director de la clínica estaba interesado en que comience cuanto antes a trabajar... Fue un verdadero milagro conseguir este trabajo.

—¡Son las respuestas a nuestras oraciones!

—¡Seguro, con esa fe tan tenaz que tienes! —agregó el joven sonriendo— Amiga... quería pedirte tu ayuda para hacer unas compras... La verdad que no tengo idea de los precios y supermercados de la zona... Así que... pensé que una buena vecina me acompañaría...

—Seguro...

—Mi heladera y alacena están vacías... y aunque estoy cansado con la mudanza, quería comprar un par de cosas antes del fin de semana... Esperaba con ansias tener una casa fija y propia.

—¡Me imagino! Estos últimos meses de idas y vueltas no han sido fáciles para ti, viviendo en Buenos Aires y viajando a entrevistas de trabajo mientras terminabas tu residencia...

Luz que no se apagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora