Capítulo 13: El Misterio Revelado

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"Este papel llegará a tus manos a la una de la madrugada de este día 1º de junio. Dios haga justicia y venganza por mí y Carlota... se ha movido el reloj del tiempo y tú, Ronaldo David, debes saber el secreto que por quince años se te ocultó. Yo, Pablo Winelmann, con la misión de revelártelo, te espero mañana, junto a la cabaña del bar, a la hora en que más almas vuelan a la inmortalidad. No faltes muchacho, sé que tienes muchas preguntas y yo puedo darte todas las respuestas y abrir tus ojos para que sepas el engaño en que has vivido todos estos años... Nos veremos sobrino" Firma: P. W.

Este papel temblaba en las manos de Ronny que lo miraba perplejo y confundido. Eran las diez y media de la noche. Cuando fue a cerrar la ventana levantó el papel para limpiar con él su lapicera, y al desarrugarlo quedó el mensaje ante sus ojos atónitos. Lo leyó varias veces. Hasta le daba trabajo entender el alemán fluido en que estaba escrito.

—Pero esto... esto es inexplicable—Ronny se detuvo. Los pensamientos pasaban vertiginosamente por su cabeza.

—¡Pablo! ¡Pablo Winelmann! ¿Mi tío? ¿Será posible? ¿No será una broma de Peter? No, no puede ser.

Ronny se acercó al pequeño velador prendido en su mesa, y volvió a leer el papel.

—¡A la una!¡A la una de la madrugada!—El muchacho se puso en pie de un salto—¡A la una! ¡Lo que dijo mi madre! "Alguien que se deslizaba pegado a la pared, como un ladrón", y vino hasta mi ventana. ¡Es él, Pablo! (A menos que yo esté loco). Es evidente, pero inexplicable. Un secreto que por 15 años se me ha ocultado. ¿No decía yo? Debe ser algo que me ocultan ellos, mis padres, y... si esto es verdad aclararé de una vez ese maldito misterio.

El rostro del muchacho iba transformándose a medida que reflexionaba. De pronto se apoderó de él una excitación que nunca antes había sentido.

Ronny en silencio y alumbrado por la linterna de su celular bajaba a un sótano en el pasillo. Poco después volvió a su habitación y cerró la puerta tras él. Se acercó a la mesa y comenzó a revisar con sumo cuidado un revólver.

—Por las dudas—murmuró mientras lo cargaba. Miró su reloj—Las once. Faltan dos horas. Pues me imagino que 'la hora en que las almas pasan a la inmortalidad' debe ser la una. Pablo también vino a la una. Veo algo demasiado raro en esto. Quizás sea un tipo demente.

Ronny acarició nervioso el revólver colocándolo en la parte trasera de su pantalón.

Los minutos pasaban lentamente y el muchacho no podía dominarse más. Una especie de fiebre brillaba en sus ojos claros cuando a media noche, dejando la luz prendida, abandonó su habitación, caminó silenciosamente por los pasillos y salas, y salió por la puerta principal.

La luna se ocultaba tras los nubarrones densos y Ronny dio una vuelta alrededor del hotel y de su casa, para corroborar que no había ninguna luz prendida salvo la de su habitación, que apenas se filtraba al exterior.

—Todos duermen—murmuró observando cómo la oscuridad se cernía por todos lados. Comenzó a caminar lentamente, llegó a la puerta de hierro, la abrió con sumo cuidado y salió. Se cerró la campera de cuero y se subió el cuello de piel. Mientras se dirigía hacia Mi Cabaña encendió un cigarrillo.

Miles de pensamientos le pasaban por la mente. Se apoyó contra la pared más oscura y esperó. Tenía una mano apoyada en el cinturón sobre el revólver, y el cigarrillo colgaba de sus labios un poco irónicos. Doce y cuarto... doce y media. Pasaban los minutos. Ya llegaba el momento señalado, pero para Ronny parecía no llegar jamás. Al fin pudo ver las agujas de su reloj que llegaban a la una. Tiró el cigarrillo y avanzó unos pasos escudriñando la oscuridad. No se sentía ningún ruido. La luna se había ocultado completamente. Ronny prendió su linterna del celular y alumbró un poco, pero solo vio la tranquila quietud blanca de la nieve. Dio una vuelta alrededor de la cabaña, volvió otra vez a su puesto y esperó. Pasaron cinco minutos. El muchacho encendió otro cigarrillo y luego volvió a caminar alrededor. El frío comenzaba a hacerse sentir y para contrarrestarlo siguió caminando.

Luz que no se apagaWhere stories live. Discover now