Capítulo 16: La Carta

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—Muy bien—murmuró bajando la vista— Se acabó entonces mi lucha. Ya sé quién tiene la carta...

—¿Necesitas algo más?—preguntó poniéndose de pie.

—Esperen un momento... ¡El timbre!—Peter se levantó con fastidio y fue a atender el teléfono que sonaba en el escritorio.

Julieta se dirigió a la puerta.

—Gracias por tu valiosa información y compasión—murmuró Ronny deteniéndola— Pero no te esfuerces en sonreír. Todo acabó. ¿Entiendes? No te sacrifiques en vano.

—No me sacrifico, ni sonrío por compasión ni por fuerza —interrumpió Julieta firmemente— Pasó algo mejor. Dios me hizo ver cuán mala y orgullosa fui al no querer perdonarte...

—¡Ah! ¿Ahora me perdonas?—Ronny soltó una carcajada burlona— Ya sabía yo que tu corazón se compadece de los desdichados como yo.

—No entiendo... ¿Qué quieres decir?—intervino Julieta.

—No finjas... Bien sabes tú lo que pasa. Peter te debe haber contado todo. Ahora te compadeces de un desdichado como yo... Te agradezco nuevamente tu información, aunque hubiera preferido recibirla de otro...

—No sé de qué hablas... Peter no...

—Está bien... Da igual...

—Lo siento Ronny... lamento que todo terminara así...

—Te vas mañana, ¿verdad?

—Sí, pero antes quiero decirte que...

—No hay más nada que decir—interrumpió el muchacho con altivez—Adiós. Que seas feliz.

Julieta aceptó la mano que se le extendía, pero no podía hablar. No entendía nada de lo que pasaba, sin embargo un nudo de culpa y pena le cerraba la garganta. ¿Habría hecho un mal que no tenía remedio?

—Pero no, Ronny... yo... Es muy distinto lo que me pasó a lo que tú crees—dijo al fin. Pero el muchachito la miró con ojos fríos e indiferentes, mientras le decía:

—¡Por Dios, Julieta! Déjame solo el recuerdo de tu dulzura. No quiero ver tus labios manchados con mentiras piadosas. Vete con Dios, sé feliz, y si quieres ora o reza por mí.

Ronny pronunció lo último con voz ronca y desapareció apresuradamente por una puerta del pasillo.

—¡Click!—Peter colgó el teléfono y volvió. Se sorprendió al no ver a Ronny, pero no dio importancia al asunto hasta que vio a Julieta que venía a su encuentro con los ojos un poco llorosos y la expresión perpleja.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?—exclamó tomándola de la mano como para protegerla.

—No... no entiendo nada—Julieta habló con voz ahogada—Solo que él... no sé... se cree que yo... que yo le tengo lástima o algo así... que le sonrío por fuerza. Pero yo no entiendo. "¿Qué pasa?"le pregunté...Me dijo que yo sabía, que tú me habías contado. Pero yo no entiendo. ¿Qué hay con eso de la noche del baile? ¿Qué deberías contarme?—Julieta calló al ver que Peter inclinaba la cabeza y la arruga en su frente aparecía.

—No te conté nada de lo que él cree—murmuró lentamente el muchacho. Se daba cuenta que debía dar una respuesta, y realmente la verdadera respuesta hubiera sido contarle la segunda, la más triste parte de la historia de Ronny. Pero no, ¿Cómo iba a contar algo tan íntimo a ella? Ronny había obrado imprudentemente, creyendo que ella sabía. «Pero eso no me autoriza lo suficiente como para revelar algo tan reservado por ahora.»

Peter miró a Julieta, deseoso de hacer algo para arreglar el asunto. Ella descubrió que algún drama se escondía en la familia, y poniendo su mano sobre el brazo del muchacho dijo comprensivamente:

Luz que no se apagaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt