[004]

3.9K 596 311
                                    

Miedo.

Es la palabra que puede describir a la perfección el sentir de Louis. Es tan intenso que Harry puede palparlo en el aire a su alrededor; sin embargo, hace caso omiso a las señales evidentes que su pareja denota en cada uno de sus movimientos.

Ambos están sentados en un par de incómodas y frías sillas en su comedor. Un par de velas encendidas y una botella de vino están colocadas sobre la mesa de madera, el cual tiene un par de raspones a los bordes. Louis realmente trata de olvidar cómo se ocasionaron aquellos daños al mueble.

Necesita hablar, pero no puede. Algo se lo impide. Siente un nudo en su garganta y en ocasiones tiene dificultad para ingerir sus alimentos. Harry hace hasta lo imposible por ignorar los movimientos torpes de Louis al servir más comida en su plato, el cómo vierte agua en una de sus copas mientras tiembla ligeramente y el cómo se mueve con incomodidad sobre su asiento, así que decide apabullar cuando accidentalmente Louis tira su tenedor al suelo.

“¿Qué te sucede, Louis?” Murmura sereno, respira con profundidad y mira a su pareja. Louis recoge el utensilio y se recarga sobre el respaldo de su silla. Hay un silencio sepulcral en ese momento. “Te hice una pregunta. Responde.”

Louis ha pasado las últimas dos semanas tratando de convencerse de que las pruebas de embarazo mostraban un resultado erróneo. Quería creer que en realidad no esperaba un bebé, porque pensaba que lo tendría en algún momento de su vida donde se sintiera seguro y preparado, no cuando sabía que su relación pendía de un hilo.

Los ojos color jade de Harry están brillantes y con un ligero matiz de tonalidad roja en su esclerótica. Desborda su desdén en cada parpadeo. El ojiazul está demasiado acongojado para siquiera abrir su boca. Mientras observa la fastuosa piel de Harry, piensa en lo que podría hacer al farfullar sobre su embarazo, podría, tal vez, arrojar la mesa destartalada para finalmente hacerla pedazos sobre el suelo, o podría arrojarlo a él contra la madera, como lo ha hecho en muchas ocasiones.

“¿Es tan difícil responder a una simple pregunta? Sabes cómo detesto que me ignores.” Harry habla sin magnanimidad. Su tono de voz altera a Louis en todos los malos sentidos posibles. Está condenado al infierno; él mismo se ha condenado al jodido infierno y se ha atado al mismísimo diablo.

Está sorprendido que a estas alturas su pareja no ha hecho uso de su soez y bascoso vocabulario. Está sorprendido de que no ha hecho puños sus ásperas manos y golpeado algo. Tal vez estaba juntando fuerzas para asestarle con vehemencia después.

Y ahora que lo pensaba con claridad, ¿Harry cambiaría por su familia? ¿Detendría cada golpe y cada insulto sólo para que su vástago creciera en un ambiente salubre? Sus preguntas vagan por su mente, pero en un instante se pierden al escuchar huesos crujir. Harry está envolviendo sus dedos sobre una copa de vidrio, la cual se rompe en un instante ante la opulenta fuerza ejercida sobre ésta.

Ha perdido toda la paciencia que tiene.

Louis sabe que si al menos tiene un poco de amor a su propia aciaga vida, debe hablar. Sus manos tiemblan y una onda de intenso calor se instala en su pecho. “N-no es nada, Harry. Así déjalo”

“¿No es nada, dices? ¿Por qué estás actuando como si ocultaras algo?”

“No es nada, Harry.” Repite. “Nada importante.”

Eso le bastó para que dejara de insistir. Se había acostumbrado a esa sensación de vacío en su vida; a la sensación amarga que últimamente Harry dejaba cuando hablaba con él. Era tan soso e insípido. ¿Por qué dejó que llegara a ese punto? ¿Por qué  hasta ahora se daba cuenta de la toxicidad a la que se estaba exponiendo?

Cuando Harry termina de consumir sus alimentos, se coloca de pie y deja su plato en el fregadero. Louis aún sigue frente a su porción de carne lardosa y fría, pero no se inmuta para continuar comiendo.

“¿No tienes hambre, realmente te sientes bien?” Harry se acerca a Louis, inclinándose levemente, colocando sus manos en sus rodillas. “Te daré una última oportunidad. No mientas, no te conviene hacerlo.”

“No tengo hambre.” Murmura sin alzar su vista. Hace un ahínco por no levantarse porque sabe que las consecuencias serían severas. “Y tampoco me siento bien.”

“¿Vas a hablar o tendré que obligarte a hacerlo?”

“Hablaré.” Se rinde. Harry constriñe contra la voluntad de Louis. El ojiverde se coloca de pie para observarlo desde arriba mientras desliza los ápices de sus dedos contra sus cabellos ondulados. “Desde hace semanas no me he sentido del todo bien.”

Siente la intensa mirada de su compañero sobre él, lo que lo incita a continuar. “N-no sabía lo que me pasaba hasta que consulté con un médico mientras estabas trabajando.”

“Espera.” Lo detiene. “¿Por qué no me has dicho esto antes? ¿Estás hablando de semanas, Louis.”

Cada fibra del cuerpo de Louis se estremece. “No quería molestarte.” Su respuesta parece satisfacer la pregunta, puesto que Harry no hace ningún comentario. Se ovaciona a sí mismo por su astucia, aunque después de todo no mentía. “Harry, solamente quiero que sepas que no estás siendo obligado a nada.”

Harry le mira con el entrecejo fruncido. Louis se coloca de pie para buscar un objeto en uno de los cajones polvorientos de la sala. Coge el plástico blanco para después entregarlo a las manos de su novio.

Es un manojo de nervios y la expresión explícita en el rostro del castaño no lo hace sentir mejor. Harry podría actuar como un energúmeno al estar enfadado, y por eso mismo se sentía temeroso de su reacción. Trata de descifrarlo pero su semblante es inescrutable.

“No es mío.” Opta por decir. Louis esperaba cualquier otra cosa menos eso.

“¿Perdón?” Se siente ofendido por sus palabras. Estaba desconociendo a su propia sangre. Harry despega su vista de la prueba para observar al trémulo y pequeño cuerpo frente a él.

“No es mío.” Repite con convicción. “Viniendo de ti, puedo asegurarte que la cosa que estás esperando no es mía.” Harry tira el test al suelo para pisarlo con fuerza. Louis sólo lo observa incrédulo. “Ahora mismo tengo una junta importante, pero cuando regrese a casa, lamentarás haber nacido.”

All Your Fault  Where stories live. Discover now