—Lugner ¡Hermano! ¿Cuánto tiempo? —Lugner sonríe mientras sigue el abrazo y se voltea a recoger las maletas que bajo Krimbo.

—Hola Lugner, mi esposo no paraba de hablar para que fuéramos a visitarte. —Dice la madre de Krikara saludando al hermano de Krimbo.

—Hola Karalys, ha pasado mucho.  —Recoge la maleta del suelo y voltea a ver con seriedad a su sobrina. —Tú debes ser Krikara. —Extiende su mano esperando que ella lo salude.

—Hola. —Krikara es agarrada del brazo por su padre y obligada a darle la mano a Lugner.

—Hija... los modales primero. —Dice el padre de Krikara en lo que Lugner se empieza a reír y se da la vuelta subiendo con las maletas desde donde vino. —Disculpa hermano. Los niños de hoy en día están un poco odiosos...

Lugner baja la mirada y empieza a reírse al mismo tiempo que lleva las maletas.

—Nosotros a esa edad peleábamos por saber quién se casaría con Svet, pero ya veo que conseguiste una hermosa pareja.

—¡Vamos hermano! No me hagas pasar pena frente a la familia. —Responde Krimbo sonrojado con una sonrisa en sus labios mientras su esposa lo miraba con celos.

Llegan hacia una puerta de tres metros, y Lugner se voltea a ver a Krikara.

—¿Qué sabes de Svet? —Toca la puerta y empiezan a sonar cerrojos abriendo desde dentro.

—Es un mito. —Dice Krikara al mismo tiempo que se abre la puerta y hay dos guardias cuidando la entrada.

—Pues aquí están los seguidores de ese mito. —Responde Lugner sonriendo mientras Krikara se impresiona al ver el palacio central de La Orden.

El palacio tenía bastantes guardias y personas de alto poder ahí trabajando, con enormes vidrieras en el techo y una gran mesa en medio.

—Es hermoso... —Dice Krikara, en lo que su tío se detiene atrás de ella.

—Un día trabajaras aquí, como hizo tu padre y como lo hago yo. —El padre de Krikara se acerca.

—Eso no me parece buena idea. La Orden requiere de personas con muy buen coeficiente o con grandes habilidades tanto físicas como mentales. –Responde el padre nervioso.

—¿Consideras que tu hija no tiene lo necesario?

—No es eso sol... —Lugner se agacha para estar a la estatura de Krikara.

—¿Qué opinas de los perros de guerra? —Krikara extrañada por la pregunta, empieza a ver al suelo y luego voltea a verle el rostro.

—Que no son animales de guerra...

—Y ¿Por qué? —La mirada de Lugner cambia, tornándose una mirada fría y seria.

—Si se usaran mucho los perros en las guerras, los tableros de ajedrez tendrían perros en vez de caballos. —Lugner se levanta y se da la vuelta mientras pone su mano izquierda en el bolsillo.

—Interesante. Vamos, veremos la zona de exámenes de un nuevo proyecto que se está haciendo.

—¿Nuevo proyecto? No me digas... —Pregunta Krimbo sorprendido.

—Si. La Orden nos pidió que lo comenzáramos. Aunque no lo creas, está empezando una guerra.

—¿Contra quien? —Pregunta Karalys.

—La nueva región, Thatu. La ciudad de los Elementales.

—¿Por qué? —Pregunta Krikara entrando en la conversación.

—Hija ¿Qué te parece si nos esperas en esas sillas que están detrás tuyo? —Dice su padre señalando unas sillas que estaban cerca.

—Está bien que pregunte, la curiosidad es buena para los jóvenes. ¿Sabes por qué inician las guerras? —Pregunta Lugner en lo que llegan a una sala donde hay muchas personas con libros y otros entrenando a su alrededor.

—¿Por los recursos? –Pregunta Krikara.

—Por el miedo. Si eres más poderosa que yo, pelearé contra ti por miedo.

—¿Qué tiene Tatun?

—Thatu. Imagina personas con poderes, destruyendo todo a su paso. Hay que darles un límite.

—Eliminarlos...

—Me gusta cómo piensa tu hija. ¿Siguen practicando ajedrez? —Pregunta Lugner agarrando a su hermano por el hombro, y acercándose hacia una mesa con dos personas.

—Sí, siempre me gana. —Responde Krimbo.

—Interesante. —Lugner se acerca a un hombre de poco cabello con gafas.

El hombre estaba sentado con un libro en la mano, mientras monitorea a un niño jugando ajedrez.

—Él es el Dr. Daedalus. —Lugner pone su mano en el hombro del doctor. Mientras el doctor se levanta de la silla.

—Por favor dime Dalus. ¿Qué te hace por aquí? —Pregunta el Doctor.

—Esta mi familia de visita, ella es Karalys. La esposa de mi hermano. —Lugner señala a la esposa de Krimbo.

—¡Oh! Mucho gusto. ¡Krimbo! ¿Cuánto tiempo? —Daedalus mira debajo de ellos notando a una pequeña niña. —Tú debes ser Krikara. He oído mucho de ti.

—¿Puedes hacerle una Prueba de La Elite? —Pregunta Lugner moviendo a Krikara hacia una silla.

—Claro. ¿Especialidad? —Dice el Doctor Daedalus esperando para anotar en su libreta.

—Hazle una prueba de habilidad mental. —Responde Lugner, al mismo tiempo que el padre de Krikara se acerca hacia él.

—Oye hermano ¿No estás metiendo en algo extraño a nuestra hija? Sabes, tiene nueve años...

—Tiene doce. —Responde Karalys.

—Sí, exacto doce... —Dice Krimbo avergonzado.

—No te preocupes, solo es para saber su agilidad mental. —Responde Lugner sentándose a hablar con los padres.

Al pasar de las horas, Krikara termina de practicar Ajedrez y de responder las preguntas que le hacía Daedalus, mientras Lugner paseaba mostrándoles lo hermoso que es el Muelle.

—Krimbo, hermano. ¿Has pensado unir a Krikara como hicimos nosotros en La Orden? — Pregunta Lugner volviendo al lugar donde estaba Krikara y el doctor.

—No, ambos conocemos porque me retire de La Orden, no quiero que mi hija viva algo así. —Responde Krimbo con un rostro serio, en lo que se acerca el doctor con Krikara.

—Ya está listo. Su hija es excepcional. ¿No pensaron en unirla a la Élite? Estamos reclutando los jóvenes más prometedores. —Pregunta el Doctor Daedalus.

—No. No estamos interesados, gracias. —Krimbo se acerca a su hija y su rostro cambia a una enorme sonrisa. —Hija ¿Cómo te fue?

—Nada mal papá. Esperaba algo más difícil.

—!Así es! Me alegro ¡esa es mi hija!

—Vamos a mostrarle sus habitaciones. —Dice Lugner. —Hermano, ya sabes esta parte del camino, puedes adelantarte y enseñarles el lugar a tu esposa e hija. —El doctor se acerca.

—¿Y? —Pregunta el Daedalus.

—Rechazo la oferta...

—Once de diez. Saco tu sobrina... Supero todas las pruebas de estrategia. —Le enseña una hoja.

—Interesante. —Lugner agarra la hoja.

—Pero tu hermano no quiere saber nada de La Orden ¿Cómo haremos?

—Me importa es la niña... Hablaré con el consejo, ellos sabrán que hacer. —Lugner guarda el papel. —Al final, siempre saben que hacer...


Héroes y Leyendas - Orígenes de la OrdenWhere stories live. Discover now