Capítulo 4

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Annabeth aparca el vehículo afuera de la casa de Kyle. Antes de salir de éste, se retoca el maquillaje e insiste en empolvarme a mí también, tras suplicar una y otra vez término accediendo, únicamente al brillo labial. Lo divertido de esto es que consigo elevarla por los cielos cuando finalmente asiento, luego le arrebato el lip gloss que apenas deja un ligero color rosado, casi imperceptible, al que yo podía llamar arreglado. Ella echa la cabeza para atrás, riendo ante mi necedad de ir con el rostro “desnudo”, haciendo sus usuales comentarios al respecto del porque debería de dejarla ponerme cosas en la cara aun sin saber para qué sirven. Te verás mayor, dice ella. Impresionarás a Kyle, vuelve a intentar.

— ¿Estás segura que no quieres que te maquille bien? —Asiento, por milésima vez, y abro la puerta del auto.

Mis piernas son algo torpes, bajarme del vehículo me resulta todo un reto, en especial porque esta vez la sangre había dejado de circular correctamente por ellas y ahora se encontraban provocándome una molestia terrible.

La castaña se reincorpora con rapidez, guarda su móvil en su bolsa camino al portón. Ante mis ojos hay una casa enorme, o eso pareciera desde donde estoy parada, las paredes son claras, color beige, un par de ventanas dan a una posible sala de estar, mientras que en la cochera caben no uno, sino dos automóviles. Uno de aquellos lugares ocupado por un Camaro color azul marino, de la década de los setentas, convertible, en perfectas condiciones, posiblemente de su padre, aunque pocas veces se encuentra en la ciudad por asuntos de trabajo según me ha dicho; a un lado, una Tekken 250 color roja en la que Kyle suele montarse para ir a la escuela.

Una vez en la puerta ella toca el timbre. Se asegura de que su ropa esté en orden, realza un poco su escote dentro del vestido y alisa la parte inferior, por mi parte mis ojos van de un lado a otro, buscando la forma más prudente y sencilla de salir corriendo sin que ella se dé cuenta y todo eso se fue al carajo cuando el ruido de la puerta abriéndose me ha hecho voltear. Los chicos aparecen del otro lado del marco, Kyle con una camisa blanca de manga corta y pantalón de vestir, me sorprende que se haya tomado tantas molestias para solo ver una película en casa; Brent, por otro lado, ha optado por una camiseta gris también de manga corta y mezclilla con unos tenis blancos. Annabeth le ha restado importancia a ese hecho, se ha lanzado a sus brazos en cuanto lo vio con una enorme sonrisa en el rostro, que pronto ha pasado a darle un beso a su novio.

— Bienvenidas chicas —habla Kyle, un poco desconcertado, después de ser empujado por la chica. Me dedica una media sonrisa a boca cerrada—. Lauren, estas… increíble —continua mirándome de arriba a abajo.

Annabeth me había seleccionado las prendas para esta noche, de su armario, por supuesto, ya que dice que mi ropa “no es apropiada para salir con chicos lindos”. Sus palabras, no las mías. Tengo puesto un vestido corto bastante simple, la parte superior es gris oscuro, sin mangas y completamente lisa con corte de “U”, como adorno cuenta con un cinturón plateado con brillo y la parte inferior es del mismo tono de gris con un par de líneas cruzadas color lila, a la altura del muslo, deja mis brazos y piernas completamente al descubierto. Los zapatos son bajos, ya que me resistí a calzar en tacones. Llevo el cabello suelto, cayendo sobre mis hombros formando ondas, cosa que el clima de principios de Septiembre me ha permitido, ya que no es tan caluroso. Muerdo ligeramente mi labio inconscientemente, en cuanto me doy cuenta me detengo, es una maña que suelo hacer de vez en cuando y ahora, me está resultando incomoda al saber que tengo los ojos del rubio sobre mí.

— Pasen —insiste haciéndose a un lado. Puedo jurar que ha dicho algo más antes de eso, aunque estoy tan absorta en mis pensamientos que con trabajo noté sus labios moviéndose—.  ¿Quieren tomar algo?

— ¿Té helado? —cuestiona Ann, no muy segura de que pueda brindárselo. Kyle asiente, retirándose a la cocina.

Seguimos a Brent hasta la sala de estar, en silencio, y nos acomodamos en los sillones. El chico toma asiento junto a Annabeth, quien recarga su cabeza sobre su hombro casi de inmediato, yo solo me quedo quieta, esperando a que mi cita llegue. Eso suena bien, pienso. Mi cita. Aunque a este punto no termine de entender que se supone se hace en ellas, ya que todas han sido organizadas por Ann a mis espaldas. No es que no me guste salir, más bien no está en mi lista de prioridades, imagino que ha de estar justo entre tender mi cama y aprenderme la tabla periódica. ¿Qué? Es la mejor forma de evitar un corazón roto y semanas en cama.

Lauren [COMPLETA] Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin