---Mamá, mientras tu estés conmigo se que todo estará bien.

Llegué hasta el paso peatonal de una autopista muy circulada, había llegado a una conclusión, mi vida ya no tenía sentido sin mi madre a mi lado, así que estaba decida a terminar con esta agonía que me carcomia por dentro, me asfixiaba el aire que respiraba y la angustia se apoderaba de mi.

Ya no deseaba vivir, así que me armé de valor y coloqué una pierna sobre el varandal, el vestido que traía puesto me dificultaba un poco hacerlo.

---¡Hey!

Escuché una voz dirigirse a mi.

¿Qué acaso uno ya no se puede suicidar en paz o que?

---¿Enserio vas a lanzarte?

Voltee a ver con molestia a la persona que me hablaba y para asombro mio, observé que se trataba de un chico de no más de 13 o 14 años.

---Eres linda.

Rode los ojos y me mantuve en silencio.

---Mi nombre es Damian ¿Y el tuyo?

Mire de reojo que aquél muchacho caminó directamente hacia mi.

---¿No responderás? ¿Acaso eres una suicida sin educación?

Pero que mocoso tan impertinente.

---¿Sabes? si crees que te diré que no lo hagas o que trataré de atraparte para que no intentes lanzarte, pues te equivocas.

Miré al tal Damian con el ceño fruncido.

---¿Qué quieres?

Espete furiosa.

---Quiero ver como una cara tan linda se destroza.

Quedé impactada ante las palabras del muchacho, si este era un enviado del cielo para evitar que me matará  pues sin duda el era muy malo en esto.

---Vete, no eres lo suficientemente fuerte para ver esto, seguro te traumaras para toda tu vida.

Pobre mocoso.

---Te recuerdo que la cobarde aquí es otra, así que vamos nena ya lánzate que no tengo todo día para estar aquí.

Miró su reloj un par de segundos para luego acercarse al varandal y mirar hacia abajo.

¿Qué le pasaba a este niño?

¿Era un enviado del cielo o del infierno?

Me moví para rápidamente quitar mi pierna y volver a ponerla sobre el suelo, me gustaban las alturas así que no eran un problema para mi.

---Pues lamento decirte que no te daré ese gusto.

Pasó su mano por su rubia cabellera y me miró fijamente.

---Me lo imaginé.

Ladie mi cabeza en señal de confusión.

---Bueno, como veo que no harás nada me voy nena, adiós.

Parecía decepcionado, esto era muy tétrico sin duda alguna. Vi irse al muchacho e hice lo mismo.

Llegué a casa después de un par de horas, me duche y me acosté a dormir.

Narra Ethan

---Espero que al menos estés usando protección.

Miré a mi padre totalmente incrédulo.

---¿Eso era lo que quieras decirme?

Su mirada de enojo se suavizó.

---¿Quién es esa muchacha?

¿Por que siempre tenía que meterse en mi vida fingiendo que le importaba?

---Una amiga.

Respondí seco.

---¿Una amiga?

Cuestionó levantando una de sus cejas.

---Si papá, y si no tienes nada mejor que decirme, con tu permiso me retiro.

Anuncié mientras me ponía de pie.

---No me gusta que traigas a mujeres a esta casa.

Aseveró mirándome fijamente.

---Esta también es mi casa y traeré a quién yo quiera a ella.

Dije antes de salir de su despacho.

---¿A dónde vas jovencito? Aún no terminamos de hablar...

Lo ignore por completo y me fui.

---¡Espera! ¡Vuelve aquí! ¡Te estoy hablando!

Regresé a mi habitación para encontrarme con Sofía pero desafortunadamente ella ya no estaba ahí.

¡Maldición!

Pensé en llamarla pero sabía que era inútil, ya que ella tenia su móvil en modo avión casi todo el tiempo, bostece cuando me recoste en la cama mientras le enviaba un mensaje esperando tener la suerte de que lo leyera.

---¿Sof? ¿Qué..que hacés?

---No lo soporto más..., el dolor es tan grande.

---¡No!! quédate ahí, no te muevas.

---Ya es tarde Ethan...

---¡Nooo!

Me desperté sudando frió, me había quedado dormido y había soñado que Sofía se lanzaba por la ventana de su habitación.

De inmediato tomé las llaves de mi auto para ir a su casa, debía asegurarme de que estuviese bien. Apenas llegué bajé corriendo del auto, guardias de seguridad en su casa ya no habían, dando a notar que el dueño de ésta, estaba ausente. Escale las rejas y corrí por el jardín, ansiaba verla. Después de trepar por el árbol que estaba cerca de su habitación abrí la ventana y entré por ella.

---Sofía...

Observé que estaba acostada, parecía que dormía.

---¡Hey!

Me acerqué hasta ella y la removi, no me importaba despertarla.

Estaba alarmado, no despertaba aún.

---¡Maldición Sofía...despierta!

Le grité.

---¿Qué quieres...?

Susurró con molestia.

---Gracias a Dios, estas bien...

Me sentí aliviado.

---¿Qué pasa?

Bostezo adormilada.

--- Soñé que morias...

Confesé sin querer, ella sólo frunció el ceño.

---¿Y tu sueños siempre se cumplen?

Me recoste junto a ella y sonreí.

---No...nunca.

Respondí divertido.

---Idiota...

En galería Damian...¿Conocen al personaje ?

Voten y comenten

Les cuento que en mi mente ya esta el final de este libro...

xoxox

saludos.









La hija de mi sirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora