XV.

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severus snape

Después de devolverle a Neville su tan preciado sapo (que, según la conclusión a la que habían llegado, se había metido en la maleta de Diana cuando se chocaron en el andén) Diana, Harry, Ron, Neville y Hermione, con los cuales Diana se había reunido en el Gran Comedor, después de un desayuno bastante solitario en la mesa de su casa, se dirigieron a las mazmorras para su primera clase de pociones.

Se sentaron juntos en la primera fila Hermione, Ron, Harry y ella, en ese orden. Neville escogió otro sitio con gente que Diana no tenía el honor de conocer. Al otro lado de Diana se sentaban algunos alumnos de Slytherin a los que ella no había sido presentada.

Entonces, el profesor de pociones, Snape, un hombre alto y de pelo grasiento, que imponía o, más bien, daba miedo, empezó su charla sobre su asignatura:

—Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Diana, desde luego, no estaba entre los que dudaban que aquello fuese magia. A ella, eso de hacer pociones, mezclar cosas y, literalmente, crear magia, era lo que más le fascinaba de todo. Por supuesto, era fácil menear una varita, decir una palabra y recibir un resultado, ¿pero qué hacías de magia en eso, de veras? ¿El mérito de aquello no se lo debería llevar quien hizo la varita? ¿O quien inventó el hechizo?

¿Se podían inventar hechizos? Veis, esas eran las cosas que Diana pensaba aprender en Hogwarts, el detrás de las cámaras de los trucos de magia, eso era lo que le interesaba. De repente, sintió la necesidad de probar que no era para nada uno de los alcornoques de los que hablaba el jefe de su casa.

—¡Potter! —chilló Snape de la nada, sacando a Diana de sus pensamientos de un sobresalto— ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

Y así de rápido, las esperanzas de Diana de sorprender a su profesor y al resto de la clase, demostrando que sabía lo que hacía, desaparecieron. ¿Cómo podía hacer esa clase de preguntas el primer día de clase?

Cuando vio que Hermione alzaba la mano, Diana se encogió en su silla con un suspiro.

Como era de esperar, Harry no supo responder.

—Se ve que la fama no lo es todo. Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?

Tampoco.

—Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter? ¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?

—No lo sé —respondió, por tercera vez, Harry.

Diana salió al rescate de su amigo.

—Profesor —llamó. Los ojos brillantes de Snape se dirigieron a ella, expectantes—, si la fama no lo es todo, ¿cómo es que solo le pregunta a Harry? Hermione parece saber la respuesta.

Leves risitas parecieron formarse por parte de los de Gryffindor, pero Diana escuchó en murmullos a varios de los de su misma casa quejarse de sus comentarios. Diana casi rodó los ojos, pero no por ellos, sino por si misma. Desde luego, su reputación en Slytherin iba de mal en peor.

—Y supongo que usted, señorita Weasley, sabría las respuestas.

Diana se volvió roja.

—Si —respondió con confianza—, las sabría si me hubiese dado tiempo de estudiar, pero dado que es la primera clase pues... no.

Diana creyó ver la sombra de una sonrisa en el rostro de Snape, pero fue tan rápido que Diana no sabía si había sido una imaginación suya o una realidad. Teniendo en cuenta que se trataba de Snape, Diana tuvo que adivinar que era lo primero.

Snape no le dio importancia a su comentario, y, para su sorpresa, pareció hacerle caso.

—¿Granger?

—Asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir muy poderosa. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra. Y el acónito y la luparia, son la misma planta.

Diana sonrió divertida a su amiga.

***
Ayer me inspiré y me quedé hasta las cinco de la mañana escribiendo y no me arrepiento tbh

❛i. venomous❜ harry potterWhere stories live. Discover now