Capítulo 51: Rocas en el camino.

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—¿Qué demonios ocurrió entre ustedes? —interrogó Lana mientras me señalaba con su dedo acusador.

Algunas personas amantes del chisme que estaban parloteando en el pasillo se voltearon ligeramente a vernos.

—Rompimos —contesté rápidamente en tono monótono.

—¿De verdad? —replicó con incredulidad.

—Así es —afirmé, logrando que las personas dejaran de mirarnos, pero ella no pareció asimilarlo al instante, así que con los labios gesticulé lentamente un «te lo contaré luego».

Esa pequeña charla debió haber contribuido a la perfección con el plan. Sin embargo, no ayudó mucho a mi comodidad respecto a las ocasiones en las que pasaba el rato junto a Lana, quien durante el día me lanzaba miradas asesinas cada vez que recordaba que no le había contado nada acerca de lo que había sucedido últimamente entre Bradley y yo, por lo que, por mi propio bien, tuve que buscar un lugar lo suficientemente solitario y adecuado para contarle sobre el plan, el cual ha estado resultando bien todos estos días, sin embargo, demasiado bien para mi gusto. Es decir, si no estoy con Bradley, ¿entonces quién está con él? ¿Estará sufriendo tanto como yo al estar separados? ¿Se sentirá bien pasando el rato con otros chicos... o chicas?

No, Sam, no puedes empezar a sentir inseguridad después de todo.

No obstante, sin importar las veces que me lo repita, la inseguridad continúa latente en algún lugar, pero no es Bradley quien me hace sentir desconfianza, sino las personas de su entorno y lo que puedan hacer con él.

Sacudí mi cabeza como si de esa forma alejara todas esas ideas ridículas de mi mente y seguí con mi camino hacia mi clase de Matemáticas, pero un brazo me arrastró con fuerza a un cuarto, el cual luego de cerrar la puerta, quedó completamente a oscuras.

—¿Qué diablos...? —gruñí.

—Relájate, soy yo —dijo Bradley luego de encender la luz de lo que parecía el clóset del conserje—. Estos días han sido muy duros para mí, ¿sabes? No podía soportar un minuto más sin mirarte ni tocarte.

Sonreí inmediatamente de solo saber que a él le ha estado ocurriendo lo mismo que a mí. Él me devolvió la sonrisa y rodeó mi cintura con sus brazos, ciñendo mi cuerpo al suyo. Permanecimos así durante unos segundos, y cuando el calor empezó a apoderarse de mí, me separé lentamente de él.

—¿Cuánto tiempo durará todo este teatro? —le pregunté.

Bradley me dio una mirada afligida y en silencio, acomodó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Sé que temes, Sam. Yo estoy en las mismas —susurró—. Sólo necesito que confíes en mí y en la idea de que todo resultará perfecto.

Confiar... En ocasiones, esa acción puede parecer imposible de realizar cuando te das cuenta de que los caminos hacia la salida se cierran aún más con cada segundo que pasa. Sin embargo, conservo la teoría de que ciertas circunstancias de la vida me han enseñado que confiar es el último camino, y que seguirlo nos llevará hacia nuestras expectativas.

—Confiaré —dije, ya que creo que es mi último camino y opción, y seguirlo sin duda certificará la teoría.

Él me lanzó otra de sus sonrisas enloquece hormonas, y antes de salir del cuarto, plantó un beso húmedo sobre mis labios. No había rastro de estudiantes por los pasillos, así que supuse que entraría tarde a la clase.

—Señorita Williams —pronunció el maestro Colton al verme entrar al salón—. Quince minutos de retraso en su segunda clase de Matemáticas este año —informó—. Qué manera de empezar, ¿no?

El diario de una NerdWhere stories live. Discover now