Capítulo 45: Confesión de un inglés.

5K 296 83
                                    

—Hola.

Mi voz había salido casi en un susurro. Estaba aterrada y nada preparada para hablar con él ahora mismo. Mis manos temblaban tanto que en cualquier momento el iPhone caería de mis manos si no me controlaba, así que acomodé mi postura sobre mi cama en el intento de lucir más intimidante aunque él no me viese.

—Hola, Samantha.

Dios... dijo mi nombre completo, y eso solo hizo que mi desdichado corazón galopara acelerado contra mi pecho.

—No puedo creer que hayas hecho todo eso —susurré.

—Entonces quiero informarle que yo haría lo que fuese por su perdón, señorita Williams.

Otro acelerón más.

—Eh, yo...

—Lo siento, no puedo continuar con esto.

Y colgó. ¿Qué relámpagos fue eso? Este chico se ha vuelto muy bipolar últimamente. Desinflé mis pulmones como si de esa forma lograse evaporar en el aire el sentimiento de desilusión. Pero de pronto escuché el timbre de casa sonar una... dos... tres... y cuatro veces hasta que decidí ir yo a abrir la puerta. ¿Será...?

—¡Yo iré! —informé luego de salir de mi habitación y me apresuré en bajar las escaleras lo antes posible.

Eché un vistazo a la sala para cerciorarme de que nadie viniera, en el caso de que fuese...

—Bradley —murmuré tímidamente al abrir la puerta.

Él me miraba expectante a que yo dijera algo, pero no lo hacía. Estaba apoyado en el marco de la puerta, demasiado cerca de mí, a no más de quince centímetros a lo mucho, y eso comenzaba a ponerme nerviosa. Si hace unos segundos estaba casi muerta de nervios por no estar preparada para hablar con él por teléfono... ahora mismo me sorprende que no esté dándome un colapso. Sobre todo si me mira tan fijamente hasta el punto de que me resulte... intimidante.

Sin embargo, mi lado racional tomó el estrado antes de que mi lado hormonal hiciera un show lleno de iniquidad, como de costumbre. Y recordé: estoy enfadada con él... o al menos eso es lo que pretendo.

—¿Qué haces aquí? —espeté ariscamente.

—Vengo a explicarte las cosas como son realmente —pretendió comenzar con algún discurso explicativo, pero no dejé que continuara.

—No, Bradley, las cosas me quedaron bastante claras: me mentiste, y además somos...

—¡No es cierto! —su tono se elevó en frustración, al contrario de mí, que magníficamente me encontraba serena ante todo.

—¿Por qué tendría que creerte?

—Estaba asustado.

Sus ojos destellaban tantas emociones por segundo que por un momento me convencí de que, si seguía observándolo en ese estado de vulnerabilidad, caería nuevamente a sus pies como si nada hubiera pasado. Pero esta vez no sería así... o al menos, no tan fácil. Y son muchas las razones para que las cosas funcionen así esta vez. Mientras pasaban los segundos que parecían horas, Bradley decidió continuar al notar que yo no hacía más que observarlo detenidamente:

—Estaba asustado, Sam —reiteró en casi un susurro—. En solo un pequeño porcentaje de mi vida he experimentado el amor, y en muy pocas ocasiones que, si bien, no han sido románticas... pero cuando pensé que no existiría nada ni nadie que me sacase del profundo hoyo negro en el que estaba cayendo, apareciste tú y pusiste mi mundo de cabeza.

Tragué grueso.

—¿Y a qué... quieres llegar con esto? —tuve la necesidad de saberlo ya, la ansiedad estaba consumiéndome por dentro.

El diario de una NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora