Capítulo 39: Decisiones no pronosticadas.

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#MejorTardeQueNunca<3

#LaGirlfriend?7u7

Podría jurar que estuve toda la noche meditando sobre mi pequeño encuentro con Bradley, intentando llegar a una conclusión sobre qué pensar, pero la verdad es que solo logré crear más interrogantes. ¿Por qué habrá aparecido en aquel momento en la sala de Matemáticas, salvándome de Colton? ¿Estuvo bien mi declaración? ¿Qué significó su beso? ¿Un «sí, también me gustas, Sam»? ¿Un «no»? ¿Una despedida?

¿Y qué hay con su nueva desaparición luego del beso?

Sea lo que sea, ahora mi cabeza es un completo remolino de ideas y suposiciones que, siendo sincera, no ayudan en nada. Sin embargo, de cierta forma me siento tranquila por el que a Bradley no le haya ocurrido nada en sus doce días de misteriosa ausencia; y también me siento en más tranquilidad ahora que no tendré que lidiar con Colton en un mes hasta después de Navidad…

Ahora me encontraba en el comedor de casa desayunando tranquilamente gracias al silencio que me brindaba la hora de las seis de la mañana, hora en la que nadie está despierto un sábado vacacional a menos que seas un individuo de dieciséis años que padece de una crisis adolescente tipo Z como Samantha Williams.

Estuve por darle otro bocado a mi panqueque cuando el timbre de la casa sonó. ¿Quién podrá llamar a la puerta a estas horas —que son para mí— tan tempranas? Espero que no sea la señora que vende biblias porque —con todo respeto, claro— le cerraría la puerta en la cara, ahora no estoy de humor para discursos venerables sobre la Biblia.

Caminé con pesadumbre hacia la puerta principal, que al abrirla, me encontré a la persona menos esperada frente a mis ojos:

—Bradley… —murmuré con algo de sorpresa intentando arreglar mi nido de pájaros mejor conocido como mi cabello—. ¿Qu-qué haces a-aquí? —tartamudeé en un intento de hablar con naturalidad.

Bradley no tenía expresión alguna en su rostro frente a una yo en pleno acto de nervios. Cuando esperé una burla hacia mi persona, simplemente se acercó a mí y tomó la parte posterior de mi cuello entre sus manos para plantar un intenso beso sobre mis labios. Sinceramente me tomó tan desprevenida que tardé un par de segundos en corresponderlo, y lo hice completamente inconsciente del sugestivo caso en el que me estaba sumiendo. A causa del constante dominio que tenía sobre mí, mi cuerpo comenzó a debilitarse y mis piernas temblar como gelatinas al sentir sus manos rodear firmemente mi cintura, apegándome más hacia él provocando que mi espalda se arquee hacia atrás.

Lentamente abrí mis ojos al separarme de él gracias a una voz que irrumpía en mi momento:

—¿Hola? ¿Estás bien? —escuchaba la voz confundida de Bradley trayéndome a la realidad.

Su rostro embrollado y esa interrogante pegada en su frente me decían que desgraciadamente lo que acabo de vivir hace unos segundos no fue más que una vil alucinación creada por lo más recóndito de mi cerebro en donde yacen los genes que heredé de Bryan (desgraciadamente) y actúan de forma hormonal cuando les place.

Sentí mis mejillas hervir fervientemente.

—Sí, sí… —sacudí mi cabeza volviendo a la realidad—. Lo siento, ¿qué decías? —pregunté sintiendo algo de vergüenza por mi pensar indecoroso.

—Venía a disculparme, Sam, ya sabes… ayer fui un idiota contigo al decirte tales cosas respecto a lo de Washington —de su voz solo salía arrepentimiento, y eso hizo que la calidez volviese a mi cuerpo—. Yo… lo siento, además tú…

—Te entiendo —le interrumpí permitiendo que se ahorre su discurso de disculpas. La verdad es que tenía razón en lo que dijo aunque sonase tan crudo—. Sin embargo, debería ser yo quien se disculpe, estaba entrometiéndome en tus asuntos y…

El diario de una NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora