Capítulo 28 (Parte 2)

2.4K 169 15
                                    


—Hazme el amor...

Ruggero me miró, atónito, sus ojos se habrían de par en par. Estaba claro que mi petición lo había tomado por sorpresa. Incluso yo me sorprendí al ver que no cedía después de la conversación que habíamos tenido al amanecer.

—Karol...—susurró, quitando mis manos de su pecho.

—Ruggero, por favor —le rogué—Hazme olvidar a Tom. No quiero seguir pensando en él, quiero sacármelo de la cabeza, es como una pesadilla—me incorporé y lo besé en los labios. Él se dejó llevar por unos segundos, luego me cogió de las muñecas y me apartó.

—Acompáñame—se levantó y me cogió de la mano. Lo miré confusa.

—¿A dónde vamos?

—Tengo algún calmante en la cocina. Si te tomas uno te encontrarás mejor.

—¿Qué? ¡No!—me solté de su agarre—¡No necesito ningún calmante, Ruggero!

—Sí que lo necesitas, ¿No ves cómo estás? Ven —volvió a subir varios escalones para cogerme—No quiero verte llorar por ese hijo de...—respiro profundo tratando de calmarse—No quiero verte llorar por nadie. ¿Me oyes? Así que ahora te tomarás un calmante y te tumbaras un rato en el sofá a descansar. Yo me quedaré a tu lado para que no te pase nada.

—Pero...

—No. No digas nada—bajamos, entramos en la cocina, abrió un armario y rebuscó entre un montón de cajitas blancas con nombres rarísimos hasta que sacó una, y de su interior, una pastillita de color blanco. Luego cogió un vaso y lo lleno de agua —Toma—me lo ofreció.

Le lancé una rápida mirada. Cogí el vaso viendo como Ruggero me observaba, pensando que iba a llevármelo a la boca, pero lo dejé sobre la mesa.

—¿Qué hac...?

—Tú también quieres hacerlo— le recriminé.

—¿Hacer el qué? Cariño, tomate la pastilla.

—El amor. Quieres hacerlo, Ruggero —me acerqué—Los dos queremos.

El bufó y seguidamente, colocó sus manos sobre mis hombros y se inclinó hacia delante.

—A ver, Karol. No es el momento, ¿No lo ves? Quiero estar contigo, quiero protegerte y no pienso dejar que te separen de mí, pero ahora no podemos hacerlo, y menos sabiendo que solo quieres estar conmigo en la cama para olvidar a Tom.

—¿Q...Qué?—lo miré atónita, sin poder dar crédito a lo que había dicho—¿Puedes repetir eso, Ruggero?

Él no contestó, permanecía callado, mirándome sin expresión alguna.

—No puedo creer que hayas dicho eso... ¿Es que crees que no te quiero? ¿Qué no te amo?

De un momento para otro, después de seguir mirándome por unos segundos y viendo como mis ojos volvían a humedecerse levemente, Ruggero me cogió de golpe y me abrazó.

—Ya está... Lo siento —dijo—Es que... No sé cómo hacer que lo entiendas... Sabes que siempre que he querido tener relaciones contigo he tratado de hacerlas lo más románticas posibles, y... no puedo hacer el amor contigo solo porque tu quieres olvidar a Tom. Sé que me quieres pero...

—Y quiero hacerlo por eso Ruggero, porque te quiero. Y quiero recuperar estos dos años perdidos.

—Y los recuperaremos, cariño. Pero poco a poco. Te aseguro que volverás a ser feliz—me separó de él y me besó la frente—Te lo prometo.

¿Dónde quedo nuestra promesa? Where stories live. Discover now