—¿Bonita la vista? —La voz de quien provenía la pregunta hizo que Pame diera un brinco. Volteo a ver a su hermano quien abría los ojos y mostraba sus increíbles ojos azules; herencia de su padre, el biológico. Le regalo una media sonrisa y Pame calmo sus ganas de levantarse del lugar e ir a abrazarlo. Sabía que no era lo mejor en ese momento—. Hola, P.

—Tian—respondió.

—Siento haberte asustado—dijo. Sabía que no solo lo decía por lo que acababa de pasar si no por lo de ayer pues ella había sido la primera persona que lo había visto—. ¿Cómo estás? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Llegue hace poco en realidad. Mamá estuvo toda la mañana aquí con papa. Casi me matas anoche de un susto, Bastian.

—No pensé que fueses a estar en casa, P. No quería que me vieses así.

— ¿Por qué?

—Porque me avergonzaba y me dolía que me vieses de esa manera. No se suponía que debía desplomarme en este instante pero todo se nublo muy rápido, me dolía la cabeza muchísimo y al final lo último que vi fue tu mirada tratando de buscar la mía—Loras se acomodó en el sofá y ella sabía que se encontraba escuchando. Sin embargo se estaba haciendo el dormido allí donde estaba. Bastian intento levantarse por sí solo pero no pudo hacerlo así que Pame le ayudo a levantarse un poco, dándole así espacio a ella para que pudiese sentarse en la camilla con él—. No me enorgullece mucho que me vean así.

La chica se encontraba de medio lado en la camilla. Le veía mientras pasaba sus manos por la cabeza de su hermano. Sabía que había estado dormido toda la mañana, pero también podía entender y concluir que no quería hablar antes con nadie. Samantha aún era lágrimas, su madres le habría hecho lo mismo y Rowen ni se diga. Bastian conocía a sus hermanos menores y en especial a Pame, que sabía que aun en su debilidad se mostraba fuerte.

—Somos tus hermanos, T. Se supone que cuando te encuentras en dificultad acudes a nosotros. Sin importar que—le dijo la chica viéndole. Él intento sonreír pero no le salió la sonrisa por culpa del morado que se asomaba en su cara—. Eso quiere decir que es cierto, Loreta te golpea—No pensó que las palabras dolieran al decirlas pero lo hacía.

Nunca se espera ver a tu hermano, sangre de tu sangre, pasando por un momento doloroso como ese. Bastian no respondió pero con sus ojos le dio toda la respuesta que necesitaba. No esperas que a nadie le pase y tampoco quieres que le ocurra a otra persona, pero en especial no deseas que algo así toque tu familia; a tus hermanos.

Cuando ves a tus hermanos casarte lo que siempre deseas para ellos es amor, vida y prosperidad. Era todo lo que quería Pame el día del matrimonio del chico. Lucia enamorado, feliz y a primera vista podrían decir que era un buen matrimonio. Para ella no existía la perfección en las parejas, pero sabía que había matrimonios felices e irónicamente ella pensaba que el de su hermano era uno.

—La policía estuvo aquí por la mañana me dijo mamá, pero no pudieron hablar contigo porque estuviste dormido y estoy comenzando a pensar que simplemente lo estabas evitando—comento Pame.

—No quiero denunciarla, es mi esposa. No quiero que vaya a la cárcel, es la mamá de mi hijo y sé que no puedo salvar mi matrimonio. Porque ella no quiere que sea salvado, pero no pienso denunciarla—dijo mirando a su hermana—. No podría mentir frente a mamá, era tonto que lo hiciese, me conoce demasiado bien.

—Pero no es necesario que tú lo digas, cualquiera podría llegar a la conclusión teniendo en cuenta que ni siquiera se ha pronunciado por aquí y sabe que te encuentras hospitalizado porque la llamaron.

—Es una mujer muy ocupada, P. No podemos culparla de todo ¿bien? Es ahora ella quien lleva las cargas de la casa, quien paga los servicios y quien hace el mercado. Me duele que sea así pero no podía seguir en ese trabajo acabando poco a poco con mi vida—Cuando su hermano se lo dijo la chica se acercó mucho más a él para colocar su frente sobre la cabeza del chico. Los golpes también podían acabar con su vida.

FUERA DE JUEGO | LIBRO #2|Where stories live. Discover now