04 de abril de 2016, París, Francia

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Aún conservo la esperanza: ese color que no conozco, pero del cual tengo certeza. Derribado en uno de tantos cafés de la capital, no puedo evitar ver cómo el agua se evapora en la acera. Algunos pétalos de cerezo vuelven a renacer, igual que mis ganas de verte...Vamos, es que nunca las perdí. El futuro se avecina como una avalancha de tiempo. Y yo quisiera enfrentarlo, impertérrito. Podría sumergir mis pies en el cemento para no moverme jamás de aquí. Aunque sea necesario esperar por ti toda la vida y fundirme con el panorama; ser una escultura más. Hoy te escribiré unas líneas que probablemente no leerás ni entenderás... No hoy, ni mañana, pero te prometo que llegarán a ti en el momento indicado. Sólo quedan pocos minutos para salir de aquí y dirigirme al lugar de nuestro encuentro. La anticipación me está matando y mi pluma no quiere despegarse del papel. Mi refugio es la fantasía y de ella soy orfebre. Quedé de verte en la entrada del Palais Bongniart, afuera de la estación Bourse. Llegué con la suficiente anticipación a la cita, por lo que me he visto en la necesidad de andar en círculos, mirando en todas las direcciones que me rodean. Lo que menos deseo es que me encuentres nervioso, mas me es imposible actuar de una determinada forma u otra. Apostaré por lo sencillo: seré yo mismo y así me conocerás. Lo que el futuro depare, no quedará en mí. Y mientras pienso todo esto, apareces frente a mí. En mi distracción y torpeza, no te vi llegar. Lo único que me quedó fue sonreírte de forma tímida, justo como esa noche.

―Bonjour, Gabriel...

El color desconocidoWhere stories live. Discover now