Capítulo 10. Cuidando de Alysson

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El sol se colaba por la ventana y con sus rayos rozaba la mejilla de Kaiene. Estaba sonrosada del calor tan intenso. Se acarició la cara por el cosquilleo y abrió un ojo.

«Noooo, por favor, no he dormido nada», se quejó. La cabeza parecía le fuese a estallar. Se cubrió con las sábanas y dio media vuelta. Imágenes tortuosas la asolaban cada vez que cerraba los ojos. Enfada consigo misma, decidió levantarse. Era absurdo tratar de dormir ya, no creía que tardasen mucho más en tocar la campana. Al incorporarse, se masajeó el cuello, le dolía todo el cuerpo. ¡Maldita planeta!, estaba consiguiendo que la ansiedad fuera su compañera permanente. La había mantenido en vigilia prácticamente toda la noche. Como aún le quedaba tiempo, se aseó y se vistió con tranquilidad. Arregló su habitación y todavía le sobró tiempo. Justo cuando dio la primera campanada, creyó notar un golpeteo en su puerta. No muy segura de haber oído bien, se acercó con sigilo y escuchó más de cerca. Otro toque más fuerte que el anterior, la hizo reaccionar. Entreabrió la puerta para encontrarse de bruces con Natsuki.

—Buenos días, Kaiene. Siento venir tan pronto, me alegro de encontrarte ya preparada. Tu compañera Alysson sufrió un percance ayer a última hora y tuve que hacerme cargo de ella.

La tensión de su cara, hizo que por poco se marease. Con un hilo de voz, se interesó por su estado.

—Ppero ¿es muy grave?

—Me temo que sí, su vida no corre peligro, pero una infección podría provocarla males mayores. Ahora eres la única que puedes ayudarme a cuidarla. Yo tengo que seguir con mi rutina. ¿Te importaría?

—¡Por supuesto que no! ¡Faltaría más! Es mi amiga, ¿pero qué es lo que le ha sucedido?

— Se suponía que tenía que lavar la colada, debió de calentar el agua más de la cuenta. Al coger un cubo e ir a mezclarla con el agua fría tropezó con algo y se tiró el agua hirviendo encima.

—¡Ohh santo cielo! —Horrorizada, se cubrió la boca a dos manos para amortiguar el gemido que pugnaba por brotar de sus labios. Las lágrimas se la saltaron—. ¡Qué dolor! ¡Pobrecilla! ¿Dónde está?

—La tengo en el laboratorio. Ven. Acompáñame.

Cuando llegaron a él, vio que estaba todo a oscuras. Un hilo de luz por una vela era toda la iluminación que había en la estancia. Vio un bulto inmóvil sobre una cama. Al acercarse, vio que tenía la cara y las manos cubiertas de vendas.

—¿Duerme?

—No. La he dado un fuerte narcótico. Quiero que se lo des cada tres horas. El dolor es tan espantoso que lo único que hace es querer rascarse. Quiero que también la pongas estos emplastos medicinales cada cinco horas. Su piel depende de ellos para que no se infecten. Aquí te dejo todos los ingredientes que he usado sobre este papel para que tú lo prepares. Volveré a la hora de la comida y nos turnaremos. Dentro de una hora te toca pincharla el sedante. Y a continuación la pones el emplasto. Y ya calculas para los siguientes.

Kaiene asintió. Cuando Natsuki se marchó, cogió un taburete y lo puso junto al camastro de su amiga. Con cariño acarició el poco pelo que la quedaba al aire. Se veía que Natsuki lo había cortado atropelladamente para poder curarla. Una lágrima cayó por su mejilla al recordar su preciosa melena, solía llevarla larga y lisa hasta la cintura. Su tonalidad negra tenía tintes azulados al sol. Se enjugó las lágrimas y se regañó por ser tan tonta. Lo bueno del pelo es que ya crecería. Era lo menos importante ahora.

—Pero ¿qué te ha sucedido, Alysson? Espero que no esté involucrada la odiosa de Helena. Porque que si ha sido ella, juro que va a pagarlo con creces. —Se hizo esa firme promesa y la de vengarse. Ya buscaría algo, sí. No se podía salir impune de aquella barbaridad. No sé porqué creía que ella tenía algo que ver. Si sus amenazas sobre ellas se habían cumplido, demostraría ser la persona más rencorosa y horrible que jamás hubiese conocido.

Navegando En Tierra De NadieWhere stories live. Discover now