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IRIS Y BARRY HABÍAN TENIDO UNA PELEA sobre el blog nuevo. Obligando al muchacho separarse de la chica, aun con el corazón en contra. Cuando salía de la casa de los West, se repitió muchas veces a sí mismo que era por el bien de la morena.
Pero no le evitaba sentirse mal.
Unos días después, a la misma puerta se presentó un hombre de buen porte, entregando un mensaje y un gran sobre para Mia.
Fue fácil imaginar un paquete de cartas, algunas facturas a las que tendría que poner atención, pero cuando fue abierto, se dio cuenta que había olvidado que existían más cosas a las que debía poner atención. Al principio no dijo nada y prefirió entonces pasar un par de noches investigando y poder lidiar con el monstruo que tenía enfrente, pues sabía que evitarlo no era una opción.
Si esperaba ayudar a las personas ligadas a todo eso, tenía que hacerlo. El peso inevitable tenía que recargarse en su espalda.
Volver a Technologies Steele.
Una mañana despertó y afuera estaba una ansiosa rubia esperándola. Joe West había recibido a la invitada y, mientras ella bebía una taza de café recién hecho, el detective se dirigió arriba en busca de Mia. Era el único que sabía de los nuevos movimientos de la chica, pues cuando el mensajero vino, ella decidió confiarle el problema y pedir un consejo.
Ahora la veía lista frente al espejo, apretujada en una falda gris.
-Una mujer está abajo -dijo el detective-. Dice que viene por ti.
Justo antes de voltear a verlo, dio un suspiro y se acomodó la blusa.
-Hay una parte de mí que dice que no vaya, y estoy tentada a hacerle caso.
-¿Pero?
-Sino voy, todo por lo que luchó mi familia se viene abajo.
En el paquete venía un informe del plan de sus padres si algo malo llegaba a pasarles. Técnicamente todo acabaría en manos de su hermano, pero Alexander ya no estaba en esos planos terrenales, así que ella era la comandante del barco ahora. El plazo para ignorar toda una nueva responsabilidad se acabó y ahora iba rumbo a una jaula de cristal que llevaba su apellido en la cima.
Linda King la acompañaba y se veía más que ansiosa. Entre las noches de investigación, Mia había dado con expedientes viejos de su madre y entre todo estaba el nombre de la rubia. Ella era secretaría en S.T.A.R Labs antes de la explosión y después de eso, era una de las despedidas; se necesitaba de una secretaría para trabajar en una empresa, y las cosas solo se dieron.
Cuando ambas llegaron a la puerta grande de la entrada, los pies de Mia estaban resbalosos dentro de los zapatos que le había robado Iris. Ahí enfrente, se extendía hasta el cielo un enorme edificio de cristal reluciente y años de arduo trabajo que sus padres hicieron mano a mano.
