002. smoke & hearts

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Entre sus manos, Iris sostenía una humeante taza de café, las gotas de lluvia que salpicaban la ventana se mezclaban  con los últimos  haces de luz del sol.  Afuera el  paisaje  se bañaba con el  atardecer y en el interior ella se encargaba de observar a dos chicos pálidos tendidos sobre camillas; rodeados de máquinas extrañas, cortinas de color ámbar y cables cual ramas.

De eso y nada, no recordaba la última vez que se había sentido vacía y sin ánimos.

—Todo estará bien —le habían dicho.

Quería creerles y en serio que lo intentaba, pero el peso de las emociones sobre sus hombros le resultaba aplastante.

Ella esperaba ansiosa e impaciente, un suspiro o movimiento, uno que le diera esperanza y le permitiera alejar los pensamientos negativos sobre esos cables que parecían ser irrompibles.

No se rendiría tan fácilmente.

Sería fuerte, por él.  Por Barry.

No obstante, no soportaba los momentos en los que un clan de enfermeras entraba y revisaba a cada segundo el estado de los dos chicos; unos cuentos médicos de vez en cuando se enfrascaban en conversaciones interminables para discutir sobre sus avances y recaídas.

Esas miradas inexpresivas en sus rostros no la relajaban.

Los dos se encontraban en un muy profundo sueño. El cuerpo de Barry aún conservaba algunos moretones de aquella noche de la explosión del acelerador, pero lo demás en él, parecía estar bien.

Eso, honestamente, era un gran alivio.

Al hospital también ingresó una chica, Mia. Entre todo aquel alboroto, la noticia de la muerte de su padre y su hermano, se esparció como cenizas y fuego. Del accidente, solo ella logró sobrevivir. Toda su ropa y piel estaban bañadas de lodo y sangre escarlata aquella noche, médicos y enfermeras marcharon junto a ella rápidamente para salvarla.

En su arsenal de heridas se encontraba su pierna, atravesada por un tubo de metal, cortes, raspones y algunas nubes rojas esparcidas por su cuerpo.

Quizá ahora estas alturas, era probable que la mayoría de esos daños habían desaparecido, aunque la pierna seguía casi igual.

Los días en el hospital eran interminables, y aunque en aquellas cuatro paredes seguía el pitar de las maquinas advirtiendo que el par de corazones seguían latiendo, el canto perdía fuerza en medio de un mar entero de desesperanza.

La mayoría de los pacientes en coma deberían estar aislados de los demás, pero la situación en el hospital era complicada así que ambos chicos tenían que compartir el mismo cuarto, al menos por un tiempo.

Pero cada uno tendría que luchar por su vida día con día.

Una de las partes más difíciles de ver a un paciente en coma, es su quietud y tranquilidad, porque no puedes estar seguro sí de verdad existe paz o por lo menos si es consciente.

Alguien inmerso en ese estado, ¿escucharía algo, siquiera? O ¿era posible que siguiera con vida?

Y, aunque las máquinas anclaban a Barry y Mia a este mundo, las sombras intentaban clamar sus almas cada que podían.

Quizá no volvieran a gozar de las aventuras de la vida. 

La parte fea de la historia era para Mia; el deceso de sus padres hizo inexistente las visitas para ella y aunque a veces era el centro de atención de algunos noticieros locales y llegaban por ello al hospital, nadie pasaba con un ramo de flores, específicamente para ella, por la habitación.

☄ 𝙏𝙃𝙀 𝙁𝙇𝘼𝙎𝙃 ━━ 𝘛𝘩𝘦 𝘩𝘦𝘢𝘳𝘵 𝘰𝘧 𝘭𝘪𝘨𝘵𝘩𝘯𝘪𝘯𝘨Where stories live. Discover now