004.open your eyes

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Las ramas crujían al chocar entre ellas y el sabor del invierno surcaba entre el viento. Una tormenta se ensancha desde lo más lejano de la costa de la ciudad, cuando las manos de Dylan ajustaron la solapa de su chaqueta contra su pecho, vio a las nubes formar hermosos remolinos sobre su cabeza entretanto sus pies seguían el sendero de concreto hasta S.T.A.R Labs.

Casi se cumplían cuatro semanas desde que Barry despertó del coma y casi era oficial para la ciudad tener un vigilante. Después de recibir el traje rojo medido y recompuesto para él, se encargó de protagonizar diferentes travesías heroicas: detener un ladrón, socorrer un incendio...

Había envuelto a Cisco en esto, y él parecía feliz.

Para ese tiempo era poco lo que Dylan podía hacer en los laboratorios, así que tomó la decisión de regresar al hospital. Aun así, seguía bien informado de las hazañas de Barry. Aquella mañana le contó que se ocupó de un ladrón de carteras y al medio día de un incendio. Caitlin no estaba tan feliz con lo que pasaba, pero tampoco estaba del todo molesta pues el chico solo quería hacer el bien en la ciudad.

Luego quizá lo aceptaría.

Dylan se ocupaba de sus propios asuntos dentro del laboratorio, a poca vista de los demás, no estaba acostumbrado a lidiar con cosas como robos, sino con pinzas backhaus o bisturís de hoja 10.

Lo habían invitado al movimiento e incluso Cisco preparó una silla a su lado para el médico, pero parecía más interesado en otros asuntos.

Como Mia.

Ella aún permanecía sumergida en aquel sueño y no presentaba señales de querer despertar y eso, para el médico, era imposible de comprender. Sentía un puño en el estómago cada que seguía los parámetros que Wells le indicaba, se atrevió a aumentar la medicación, la movieron a un lugar más luminoso y aún nada.

Y empezaba a asustarse un poco.

Pasaban las horas y Dylan decidió pasar encerrado en la nueva habitación de Mia, terminando de colocar los cables del monitor bien amontonados, checar las luces recién modificadas; alisaba las cortinas y las mantas sobre las piernas de la chica cada cinco minutos.

Había cogido un florero de casa y lo trajo con flores amarrillas para la mesa.

-Eres muy meticuloso, Dr. Brown.

Su cabeza se giró para encontrar a Harrison Wells.

La primera vez que ambos cruzaron palabras, el doctor notó enfado en su voz. Aquello era tan raro pues apenas lo conocía y parecía molesto con él. Aunque, no era secreto que aquel nombre era difícil de tratar.

-Hola, ¿cómo está hoy, doctor? -saludó.

Las ruedas produjeron un peculiar chillido cuando llevaron al hombre hasta estar frente a la camilla, una leve sonrisa apareció en su rostro y su mano apretó la pantorrilla de la chica con calma.

-Cuéntame de su estado.

Su tono era suave, solido.

Dylan echó una mirada por encima de su hombro y se enderezó con angustia bailando en su estómago, estar solo con Wells no le generaba confianza: -Aumente los medicamentos como dijo y el cuarto parece mejor pero aún no veo cambios.

Wells asintió.

-No te preocupes -dijo-, estoy seguro que pronto despertará. Dime ahora, ¿cómo va la pierna?

-La terapia de Caitlin está funcionando, sí. La herida no ha sanado del todo, pero vamos bien.

Su boca estaba a punto de abrirse de nuevo cuando una familiar ola de color naranja se espacio sobre su rostro, Barry Allen enfundado en su, ya habitual traje rojo, pasó de largo por la puerta.

☄ 𝙏𝙃𝙀 𝙁𝙇𝘼𝙎𝙃 ━━ 𝘛𝘩𝘦 𝘩𝘦𝘢𝘳𝘵 𝘰𝘧 𝘭𝘪𝘨𝘵𝘩𝘯𝘪𝘯𝘨Onde as histórias ganham vida. Descobre agora