|| Veintitrés ||

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—Débil —susurró Grindelwald negando con su cabeza—, te tenía fe, Harry. Todos te tenían fe —declaró sonriendo—, hasta la profecía lo hacía.

El nombrado rió por lo bajo y se levantó de su lugar sin importarle la sangre que salía de su brazo. Un leve hechizo hizo que sus heridas se cerrasen sin algún esfuerzo, haciendo sisear al anciano.

—La profecía comenta que te derrotaré —dijo sonriendo—, nunca dice cómo.

—No me haga reír, Potter —siseó con burla, mientras recorría la distancia entre él y el licántropo, quien, de un momento a otro, lo miró con frialdad.

No sólo la expresión de su mirada sorprendió a todos los presentes, sino también el color de sus ojos, los cuales se convirtieron en un gris casi plateado, haciendo sonreír a la mayoría de los vampiros que se encontraban apoyándolo.

—No soy un Potter —siseó molesto. Unos pequeños colmillos empezaron a hacerse ver entre sus labios—, soy un Black, descendiente de la noble casa Black.

—Heredero de Ravenclaw.

La nueva voz hizo que todos lo espectadores soltaran un pequeño jadeo de sorpresa, dándole la bienvenida al de cabellos negros azulados.

—Tanto tiempo buscándote y al fin te encontramos, cachorro —su acompañante siguió, sonriendo con calidez—. Nunca pensamos que estarías en el lugar más obvio.

El menor sonrió emocionado al reconocer a las dos figuras frente a él. Hace mucho que no les veía, y vaya que sí les extrañaba.

—Sirius, Remus... —balbuceó dejando salir una sonrisa que, para la mayoría de licántropos, era escalofriante, dejando al descubierto sus blancos colmillos, que contrastaban con sus rojos labios.

—Once años buscando a mi sobrino —Sirius se acercó a Harry para poder ponerse a su lado, poniéndose en posición para atacar al antiguo líder de Gryffindor—, y resulta que todo el tiempo lo tuve en mis narices.

Harry miró a Sirius como realmente era; su tío, su familiar... de su propia sangre.

—Ahora —volvió a susurrar ahora solamente para él—, ¿me puedes decir por qué soy el único que te está apoyando?

—Grindelwald hizo un campo a nuestro alrededor —respondió sin bajar la guardia.

—¿Y...?

—Los campos de guerra sólo permiten a los familiares entrar a la batalla, ya sabes, las guerras mágicas son muy antiguos, por lo cual el campo es ancestral...

—Ah, y como la mayoría de las batallas eran entre líderes de manadas...

—Exacto —cortó a tiempo para poder esquivar un hechizo.

"Espero lo cuides..."

"Claro que lo haré, Regs, ¿qué clase de criatura crees que soy?"

El nombrado simplemente miró a otro lado, haciendo a los dos licántropos reír. Sirius mató con la mirada a su prometido y cuñada.

"No son de ayuda." reprochó cruzando sus brazos "Harry es mi sobrino, parte de mi familia, ¡lo cuidaré con mi vida!"

"También tiene mi vida a su cuidado," se metió el castaño "y con eso, la vida de cada Hufflepuff."

"Se aprecia, Remus." comentó la ojiverde sonriendo.

"También a ti, Sirius." interrumpió el hermano menor dando una reverencia "Me alegra tanto que mi hijo tenga la bendición de Ravenclaw y de Hufflepuff, pero..."

"Estoy seguro que Slytherin también la dará, no te preocupes por eso." le tranquilizó el licántropo con calidez "Si no, dile que tendrá a todo Hufflepuff y Ravenclaw en su contra, no creo que le guste eso."

Los dos padres sonrieron mientras que la mujer acariciaba un pequeño mechón del cabello de su hijo.

"Grindelwald lo buscará," sentenció la Eileen con firmeza "y necesitará el mayor cuidado posible."

"Lo juramos por nuestro reino," contestó el mayor de los Black sonriendo "mientras estemos con vida, Harry tendrá la protección de nuestros reinos."

Harry se tambaleó ante el nuevo recuerdo, cerrando los ojos y dejando de ser consciente de su alrededor por pequeños segundos, segundos necesarios para darle una ventaja a su enemigo.

—¡Esmeralda!

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora