|| Dos ||

10.3K 1.2K 24
                                    

—Cariño, ¿quieres comer? —preguntó Lily Potter una vez que cerró la puerta tras él— Pareces cansado...

—Lo estoy —aseguró dirigiéndose a su habitación sin ningún preámbulo.

—¡Eh! ¿Eso es un no? —preguntó gritando levemente. Harry sólo bufó azotando su puerta y aventándose a su cama— ¡Bájate de la cama! —gruñó su madre. El menor puso los ojos en blanco, esperaba que no se volviera una costumbre.

Se esperó tres suspiros más para levantarse de su cama. Su cuerpo le dolía a horrores, Dubledore le hizo hacer diez vueltas más sólo por llegar cuarenta y tres segundos tarde. ¡Cuarenta y tres segundos! Estaba totalmente loco, ¡y él no había dado ni una! 

Se estiró suavemente ya parado, lo único positivo era que ya no hacía tanto calor, eso no le impidió quitarse la playera mientras se volvía a estirar, por alguna razón sus músculos no dolían cuando lo hacía. Suspiró aliviado. Le gustaba mucho el aire que impactaba en su rostro cuando corría alrededor del pequeño pueblo. Hogwarts siempre había sido tan tranquilo y adorable, con el lado negro a un lado y el hermoso bosque en el que vivía su manada... ¡Pero no le gustaba el dolor de sus piernas después de la cuarta vuelta! Algunas veces realmente quería que el vejete muriera, mínimo su padre le podría a combatir en vez de correr.

Vio nuevamente movimiento. El mismo árbol de la última vez, en la misma rama. Fijó su vista en el hermoso hombre que balanceaba sus piernas con una sonrisa en su rostro, una sonrisa burlesca. Harry pensó que era algo extraño que el vampiro se perdiera dos veces en el mismo lugar.

Esta vez decidió sentarse en el marco de su ventana para mirarlo con más facilidad. No sabía porqué lo hacía, se supone que le debía ir a decir a su padre de inmediato, pero algo en los ojos rojos del contrario le impedían hacerlo, esa sonrisa le paralizaba en su lugar y aquella piel le llamaba como una sirena a un marinero. Era asombroso.

El hombre llevó su dedo índice a sus labios, indicando que guardara cualquier sonido que pudiera salir de sus labios. Harry simplemente frunció el ceño, quedándose ahí viendo como el desconocido se balanceaba con armonía, como si no estuviera en terrenos enemigos.

Así pasaron tres medios de hora, mirándose el uno al otro sin hacer algo más, Harry cuidando al desconocido y el vampiro mirándolo con burla.

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora