|| Tres ||

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Y ahí se encontraba otra día más, viendo por la ventana para observar a un completo desconocido que se encontraba nuevamente desafiando sus territorios, ¿qué los vampiros no tenían sus propios terrenos? Según le contaron en su clase de historia, ellos tenían la parte más fría de Hogwarts, hasta la otra punta de donde ellos vivían, aunque, bueno, sólo eran especulaciones.

Miró nuevamente al ojirojo antes de volver a sumergirse en sus pensamientos, claro que esto no pudo pasar gracias a la pequeña seña del contrario. Le estaba saludando. Harry frunció el ceño cuando se encontró correspondiendo el gesto, no quería seguirle la corriente al estúpido ése, ¿por qué su cuerpo pensaba todo lo contrario?

"¿Qué haces?" leyó los labios del contrario, unos labios ligeramente rosados que contrastaban con el de su pálida piel.

"Nada." fue lo único que pudo contestar. No debía fraternizar con el enemigo, ¿verdad?

El hombre se encogió de hombros y apuntó al cielo con su dedo índice, como queriendo hacer referencia a algo importante.

"Luna llena."

Al leer eso se paralizó. Genial, ahora el enemigo sabía que había algo mal en él. Bufó molesto antes de cerrar con molestia la ventana y dirigirse al baño a asearse.

Tenía suficiente con las miradas de miedo ede sus compañeros como para que alguien que no era de su manada conociera su problema, no era su culpa no ser como los demás licántropos. Cómo quisiera ser normal, pero no podía, algo en él no lo dejaba... y no sabía qué era. Estaba seguro que Albus Dumbledore sí lo sabía, pero no se dignaba a decirlo, ¡y lo más seguro era que se lo llevara a la tumba! El desgraciado viejo, le quería, algo, pero odiaba el misterio.

No era como si él hubiera deseado ser diferente.

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora