|| Cuatro ||

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Acomodó su escritorio sin prestarle atención a la insistente mirada que tenía observando todos sus movimientos. Habían pasado dos días desde la luna llena y Harry no quería volver a ver al vampiro, no cuando éste se podía burlar fácilmente de su condición. Justo como los demás. No soportaría que un completo extraño lo hiciera.

Acomodó los pergaminos en el cajón derecho mientras que los libros decidió ponerlos en una repisa. Su madre se había enojado esa mañana cuando entró a su habitación y tropezó con algunas ropas que se encontraban en el camino. Ahora debía acomodar todo, aunque para él no estaba nada desacomodado, sabía dónde encontrar cada una de las cosas que había dentro, eso no era desacomodo, ¿no?

Decidió recoger la ropas que se encontraba en el piso, pero, justo cuando estaba agachado para agarrar la primera prenda, sus libros decidieron querer encontrarse con el piso. Levantó su mano y detuvo la caída sosteniéndolos en el aire, su madre lo mataría si le hiciera algo a los libros. No hizo falta más de unos segundos para que acomodara sus libros nuevamente en la repisa, poniéndoles un hechizo para que no volvieran a caer. 

Suspiró cansado, no quería seguir arreglando su habitación, se encontraba más que bien antes. Levantó su mirada y miró hacia la ventana, encontrándose con un excéntrico vampiro que se encontraba mirando su demostración de poder. Genial.

El de cabellos negros sonrió con sadismo antes de levantar su pulgar, felicitándole por esa demostración. Como si estuviera orgulloso de eso. Harry frunció el ceño -cosa que ya se empezaba a hacer costumbre-, sus padres siempre lo regañaron cuando lo hacía, como si fuera un pecado.

La sonrisa floreció entre sus labios, no quería detenerla, era la primera vez que no lo regañaban por hacer algo, ¡Merlín! Sólo les faltaba regañarle por respirar.

Se acercó un poco más a la ventana y se recargó en ella, mirando al vampiro con curiosidad. Era extraño que alguien se comportara diferente con él... Que lo trataran bien. Sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas, sorprendiendo al lejano, quien rápidamente lo miró con preocupación.

"¿Qué pasa?" preguntó el vampiro dejando de balancear sus piernas para prestarle atención.

Se veía realmente preocupado.

"Nada."

Harry negó con la cabeza, sonriendo aún más. Le habían dicho que los vampiros eran malos, que no tenían sentimientos, pero los errores ocurren, ¿no?

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora