|| Diecisiete ||

7.3K 1.1K 27
                                    

La tranquilidad era palpitante en todo el lugar, los ligeros murmullos que las hadas soltaban en sus cabezas hacían una delicada melodía con el pequeño golpeteo que formaban los peces cuando salían a encontrarse con la comida que el azabache les lanzaba.

Tom se acercó más al joven mientras le abrazaba la cintura con protección y se recargaba en su hombro. Se encontraban sentados en el lago, disfrutando de la plena armonía que poseía el lugar. Nadie se atrevía a molestar eso, hasta parecían contagiados de cierta manera. Harry se acurrucó entre las piernas del ojiazul mientras de recargaba en el pecho ajeno.

Ya habían pasado seis días desde lo sucedido con su padre, y él no se atrevía a salir de la pacífica fortaleza que era Slytherin, ¿cómo hacerlo si ahí lo aceptaban?

Una dulce voz empezó a acompañar el ambiente, llenando de calidez cada rincón del lugar. Harry suspiró complacido, hasta podía oír un ligero piano a lo lejos, haciendo compañía a la voz como si fuera una suave danza.

"Mira, el pequeño Harry se quedó dormido." oyó después de que una suave risa cantara en su oído.

"Siempre se ha dormido con esa canción." aceptó Eileen acariciando la cabeza del bebé "Nuestro bebé, tan tranquilo y dulce como siempre."

"¿Te lo puedes imaginar convertido en todo un hombre?" preguntó su padre sonriendo mientras le acariciaba la mejilla con su dedo índice.

"Un hombre realmente fuerte," concordó la licántropo balanceando con parsimonia al niño en sus brazos "pero gentil y hermoso, como su padre."

Los dos adultos rieron con cariño ante eso, antes de que la puerta se abriera en una explosión. El bebé despertó sobresaltado, pero aun así no lloró, sus padres estaban ahí, eso implicaba seguridad, ¿no?

"Oh, mira a quién tenemos aquí." comentó un hombre mayor, cabellos blancos delataban su vejez, mas aún se podía ver ligeros toques de un pelo rojizo, el cual había sido rubio pociones atrás "Una hermosa familia."

Después de eso, lo único que recuerda ver son hechizos flotar en el aire, a su madre correr mientras le susurraba con tranquilidad en el oído, a Severus tomarlo en sus manos con una confusión temerosa y, sobre todo, la última vez que vio a su madre, la cual corría de regreso a auxiliar a su pareja.

—Esmeralda, despierta.

La voz se oía lejana, tan lejana que casi no le prestaba atención, pero la voz se le hacía tan familiar que no pudo evitarlo.

—Por favor —rogó la misma voz.  

Quería hacerlo, de verdad que quería, mas no podía.

—Maldición —siseó el hombre, pero Harry no podía seguir medio consciente tanto tiempo.

Justo cuando empezó a sentir la turbulencia en la que estaba su cuerpo, se sumergió en otro recuerdo.

"No, Harry." regañó con suavidad el mayor "Debes quedarte aquí."

"Quiedo id con tío Sevd." contestó con tristeza el menor, haciendo un ligero puchero.

"Es peligroso..."

"Po' faaaaaaa." rogó el ojiverde con la mirada esperanzada.

"Lo siento, Harry, pero le prometí a tu madre que te cuidaría."

El nombrado sólo pudo hacer aún más grande su puchero mientras se cruzaba de brazos y se dirigía a la sala para sentarse en el gran sillón que abarcaba la mayoría de ésta. Severus suspiró mientras salía de casa para recoger hiervas que le hacían falta para sus pociones, lamentablemente no pudo recoger muchas de ellas cuando oyó una explosión cerca de él.

El vampiro miró hacia el frente teniendo la desdicha de ver gran parte de su casa en llamas. Soltó la canasta que había agarrado antes de salir y corrió los metros que le separaban de su hogar y entró sin pensarlo dos veces, oyendo los gritos del pequeño ángel que había cuidado por sólo un año y medio.

"¡Harry!" gritó siguiendo los sollozos del menor.

"Severus, que casualidad..." la voz hizo que un escalofrío recorriera toda su espalda y, si no fuera porque su piel ya era así, hubiera palidecido.

"Gellert." siseó con odio.

"Hermosa coincidencia, ¿no?" susurró mientras sujetaba al dueño de las esmeraldas por su cuello y acercaba su varita hacia su cíen "Mira lo que me he encontrado en la sala."

"Suéltalo."

"Oh, que miedo." se burló el mayor con descaro.

Y, nuevamente en su corta vida, los hechizos empezaron a volar por sobre su cabeza. El pequeño se agachó y gateó como pudo hacia una parte segura, pero el grito de dolor que soltó su preciado tío lo paralizó. Ese hombre le estaba haciendo daño.

"Eres un vampiro débil, Severus." dijo el anciano mientras seguía levantando su varita hacia el nombrado.

Harry no pudo ver más e hizo que su magia se hiciera cargo. Poco después sintió dos brazos levantarlo y darle la protección de su pecho mientras corría fuera de la casa. El menor recordaba una escena similar, y le dolió tener que volverlo a vivir.

"Todo estará bien, pequeño." oyó decir a Severus, pero él negó.

"Las mentidas son malas, tío Sevd." murmuró el infante con tristeza, causando un hueco en el pecho del mayor.

"Estarás bien." aseguró dejándolo de bajo de un árbol, el cual tenía una pequeña cueva en él "No te muevas de aquí hasta que yo regrese. No confíes en cualquier otra persona."

Y se volvió a ir. Como su madre. Harry le esperó dos días completos bajo el árbol, sin atreverse a mover de su lugar. Usualmente las personas que estaban cerca de él sufrían mucho por su culpa, no sabía porqué, pero sabía que eso causaba.

Horas después de haber visto como el Sol iluminaba el cielo por tercera vez, oyó una dulce risa, seguida por una más masculina.

"¡James!" había gritado la mujer con alegría.

Harry se escondió más en el árbol cuando vio que las personas se acercaban a su lugar.

"Éste es un buen lugar." sentenció el nombrado. El menor tembló ante lo dicho.

Notó como una manta aparecía en su visión y cómo los dos adolescentes/adultos se sentaban en ella. Tuvo que aguantar unos minutos más las risas de los jóvenes enamorados mientras veía sus zapatos ligeramente rotos, pero de un momento a otro las risas se detuvieron.

Miró hacia el exterior y se encontró unos ojos esmeraldas parecido a los suyos mirarle con curiosidad mientras que unos avellanas lo miraban con asombro.

"¿Qué haces ahí, pequeño?" preguntó el hombre acercándose al niño, quien sólo pudo quedarse callado, sin querer contestar.

La mujer fue la próxima en hablarle, y cuando su voz acarició su oído, un extraño calor se colocó en su pecho.

"Soy Lily Potter, cariño." se presentó con una sonrisa en su rostro "Él es mi marido, James Potter."

Harry no tardó en estar en lo brazos de la pelirroja, mirando con desconfianza todo lo que no fuera la ojiverde. La chica tenía los ojos de su madre, y la misma calidez que desprendía ella cuando hablaba.

Su siguiente recuerdo fue unos ojos azules frente a él, mirándolo con burla, una varita frente a él y cómo sus demás recuerdos se borraban, dejando sólo la imagen de los dos jóvenes que había conocido en el bosque. Su nueva familia.

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora