«CAPÍTULO VEINTIDÓS»

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Capítulo Veintidós.

Priscila Northwest siempre había sido una mujer hecha y derecha, pertenecía a la élite y era una mujer de alta alcurnia. Envidiada por muchas y deseada por muchos hacia que su ego creciera cada vez más. Había sido reina de belleza como 8 veces y en uno de esos concursos había conocido a su esposo Preston. Con ese hombre apuesto y millonario había tenido a su hija, Pacifica Northwest. Le habían dado las mejores enseñanzas, tenía modales de princesa, era la hija perfecta.

O bueno... casi perfecta...

Era lesbiana.

—Maldita sea, Pacifica sigue enamorada de esa tal Pines.

—Ya se le pasará, Pris—masculló el esposo leyendo el periódico—. Seguramente es solo una etapa.

—Pues esta etapa está durando más de lo debido.

—Por lo menos esa chiquita no la hace llorar tanto como lo hice Cipher, ese canalla jamás me agradó para nuestra hija.

—¿Bromeas? ¡Era el candidato perfecto! Apuesto, de buena familia y...

—Y muerto ¿No?

La mujer sonrió.

—Sí... muerto.

El rubio colgó la llamada y suspiró.

—Levántate—ordenó—. Dakota...—rio al ver como la chica se movía de un lado a otro meneando ese culo que él siempre saboreaba con la mirada—. Nena, por favor~

—Vamos, mi amor—ronroneó la chica mientras se acercaba a él—. No seas aguafiestas, divirtámonos un rato.

Arrastraba las palabras, su maquillaje era un desastre, bajo esos ojos inyectados en sangre se podía ver un delineador exageradamente puesto y un rímel corrido.

—Es que ahora tengo que hacer.

—¿Ahora? —la chica empezó a agacharse hasta quedar al frente de sus pantalones, con una mano agarró el botón de estos y empezó a desabrocharlos—. Sé que no quieres irte ahora, papi.

Un sucio juego que Bill le había obligado seguir a Dakota en estos últimos dos meses, la chica ahora era mucho más divertida. Ponerle una alta dosis de droga en el desayuno había sido una gran idea después de todo.

Amaba a su chica pero le resultaba frustrante de que a veces se llene de ese "sentimentalismo" que tanto la caracterizaba.

El rubio tiró la cabeza hacia atrás al sentir como la boca de la chica rodeaba su pene, su lengua se movía de una manera muy obscena lubricando cada parte de su miembro. Su chica siempre había sido muy buena en el sexo, aunque, a pesar de adorarlo, últimamente sentía que ella en vez de agarrar experiencia se volvía más torpe.

Efectos de la droga.

—Bebita, si quieres te dejo un biberón lleno de semen si es lo que necesitas.

La chica viró los ojos y se levantó, miró a su novio y le pintó el dedo medio.

—Chúpala, Billgard.

—¿A ti? Con gusto—Dakota viró los ojos—. ¿Has visto mi parche?

—No, pero veo como le está saliendo telaraña a tu cuenca vacía.

El rubio bufó por el feo comentario de su novia y la empujó con fuerza a la cama para colocarse encima de ella. No le gustaba que le respondiera mal o que hiciera comentarios de su ojo, aquel accidente había sido culpa de la chica así que en vez de estar haciendo bromas absurdas debería estar lamentándose y temiendo por su vida.

Lesbian «Mabifica» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora