Lesbian «Mabifica»

«CAPÍTULO ONCE»

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Capítulo Once.

Verano de 2012. Playa Durland. California.

Era un perfecto día para Mabel y Nicole, el sol estaba radiante y las olas no estaban tan intensas como normalmente lo eran.

—¿Me ponéis bloqueador en la espalda?—bromeó Nicole agitándole el bloqueador en la cara a Tyrone.

El chico se sonrojó y miró hacia otro lado negando lentamente.

—Eres un marica.

Tyrone volteó a ver a la chica indignado.

—Ya, no lo fastidies, Nicole—le regañó Mabel.

Nicole viró los ojos y se paró de la arena, se sacudió esta y se puso un poco de bloqueador en la mano.

—Iré a caminar, me aburren putos.

—Putos es una mala palabra, Nicole—regañó Dipper sin dejar de mirar su libro.

—Putos, putos, putos, putos, putos—le sacó la lengua y empezó a caminar por la playa mientras se colocaba en bloqueador por los hombros.

El clima estaba tan perfecto, que Nicole no podía evitar relajarse. El aroma del mar y la arena combinados le resultaba totalmente agradable.

Todo era increíble.

A excepción de los gritos de emoción de los niños. Si tuviera un rifle, les dispararía a todos en la cabeza y disfrutaría ver el sufrimiento de sus padres.

Sonrió de lado ante el macabro pensamiento. Aunque esos segundos de distracción bastaron para que una pelota le cayera justo en la frente.

La chica jadeó de dolor y se cubrió la parte del golpe.

—¡Lo siento tanto! E-En serio... ¡Uf! ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien—sonrió de manera cínica y agarró la pelota con ambas manos—. Pero tú no lo estarás, gilipollas.

Alzó la pelota dispuesta a lanzársela en la cabeza, la contraria inmediatamente se tapó el rostro con ambos brazos. Nicole suspiró y bajo esta, tenía que controlar sus ataques de ira.

La castaña al darse cuenta que no recibió ningún golpe empezó a quitar los brazos que cubrían su rostro de manera lenta.

Nicole al ver el rostro de la chica, relajó sus facciones contraídas por el ceño fruncido y se le quedó mirando unos segundos. Sintió como su estómago se revolvía y como empezaba a formarse un nudo en su garganta.

Movió los labios para articular una palabra pero lo único que le salía eran balbuceos.

—A-Ah... ¡Te la creíste! ¿Me creéis tan hija de puta como para golpear a una chica que recién conozco? Además de ser... muy linda.

La chica rio un poco.

—Hija de puta es una mala palabra—recalcó la castaña.

—Lo sé, por eso la digo—viró los ojos como si fuera lo más obvio—. Me llamo Nicole ¿Y tú?

—Yo soy Dakota, un gusto.

—Igual.

Y ese fue el comienzo de muchas etapas para estas dos chicas.