Capítulo 32: Con parada en Los Ángeles.

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Sí, le daba un poco de pena tener que dejar ese piso de Palo Alto, pero era cierto que en lo que quedaba de junio y hasta finales de septiembre no iba a volver. Si es que volvía, porque si era cierto lo que le había dicho Raven, alguien se jubilaría ese año en Phoenix y ella era la siguiente en la lista. Esperaba que ocurriese pronto, porque ya habían pasado exactamente dos años y medio desde que hizo la petición. Aunque no estaba muy segura, a lo mejor Phoenix era uno de los destinos favoritos de los docentes.

Había aprovechado los viajes de fines de semana para llevar sus pertenencias al piso de Raven... bueno, ya era su piso también, ¿no? Y en esos momentos tan solo quedaba por trasladar algo de ropa y algunas cajas con productos del hogar que habían sobrado y algunos artilugios electrónicos que había seguido utilizando, y que llevarían en el coche. Raven estaba allí para ese viaje de aproximadamente once horas en coche que harían con una parada especial: Los Ángeles. ¿Casualidad que quedase a mitad del trayecto? No lo creía.

—Agua —pidió a Raven, que iba en esos momentos de copiloto, y su novia le tendió una botella abierta para que diese un sorbo rápido sin apartar los ojos de la carretera—. Gracias, mi amor —le sonrió mientras la volvía a guardar.

—He reservado en el mismo hotel de la primera vez —aquella frase le sorprendió y la miró un microsegundo antes de sonreír ampliamente.

—Y... ¿traes ligueros? —alzó las cejas—. Porque esa noche pensé que iba a morirme cuando te quitaste el abrigo en modo stripper profesional —se puso a tararear la canción de la famosa película Nueve semanas y media.

—Si es tu fantasía, te haré uno algún día.

—Raven, estoy conduciendo, por favor —suplicó, pero ya era demasiado tarde, porque imágenes de su novia desnudándose poco a poco al son de esa canción acudieron a su mente de golpe y guardó silencio mientras continuaba por el camino que indicaba el GPS.

—Deja de imaginarlo —advirtió su exprofesora y ella se mordió el labio para reprimir una sonrisa—. Tengo un regalo para ti.

Por la forma en la que lo dijo supo que no había podido aguantárselo más, y la miró de nuevo para que le dijese cuál era la sorpresa. Raven sacó una camiseta de la nueva temporada de los Lakers y ella abrió mucho la boca. Miró al frente para no tener ningún accidente y justo pasaban por un área de servicio, donde paró tras abandonar la carretera.

—Así me gusta, que seas responsable —a Raven no le dio tiempo a decir la frase, porque ya estaba encima suyo regalándole múltiples besos en los labios. Y encima suyo literal.

Se sentó sobre sus piernas y miró la camiseta, colocándosela alegremente tras quitarse la que llevaba puesta. Entonces vio que Raven sacaba otra más de su bolso, y la ayudó a quitarse la suya para que también se la pusiese.

—Jodidamente sexy.

Esa vez el beso fue algo mejor, y tuvo que aguantarse las ganas porque todas las alarmas detectoras de sexo de su cerebro se activaron de golpe gritando "¡sexo en el coche!", pero tenía que comportarse y no dar un espectáculo (a pesar de que se habían quedado desnudas de cintura para arriba unos segundos).

—Me encanta besarte... —comenzó a decir Raven tras romper el beso.

—Pero...

—El partido es por la tarde, y tenemos que llegar a Los Ángeles primero.

—Sí, señora.

Se colocó con cuidado en el asiento del piloto y volvió a arrancar el coche tras besarla en los labios inclinándose sobre la palanca de cambio. Volvieron a retomar su camino y se acordó de un tema de vital importancia que debían tratar.

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