Capítulo 3: No la cagues, Alex.

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Había estado pensando en Avery toda la mañana. Toda entera. Había reproducido unas mil quinientas veces el beso sobre el banco, el cual se moría por repetir. Esa noche, acabaron charlando un rato más, conociéndose mejor, y descubrió que estaba en esa residencia en la zona del campus, pero que sus padres no vivían lejos de allí; algo parecido a su hermana y a ella cuando fueron juntas a la universidad. Que, hablando de su querida gemela, tenía que llamarla para contárselo. Seguro que ella le daba un buen consejo y, quizás, la animaba para seguir con lo que tenía pensado con Avery: conocerla mejor y darse la oportunidad de estar con una buena chica. Mierda, le había dado fuerte con la chica de ojos grises.

Cogió su móvil y marcó el número de Lexa automáticamente, llevándoselo al oído para hablar con ella. Lo necesitaba, sobre todo porque ya eran dos días pensando en ese beso y necesitaba un empujón emocional; porque, después de tanto tiempo, había un interés más allá de lo sexual con una chica y sabía que su gemela era la indicada.

—Un momento, no tardo —escuchó que decía a alguien—. Alex —saludó, y la susodicha sonrió.

—¿Alguna modelo buenorra por ahí? —preguntó con curiosidad.

—No seas idiota. ¿Pasa algo?

—¿Estás ocupada? —quiso asegurarse, sin dejar de caminar hacia el parking, donde la esperaba su coche.

—Un poco, pero tengo algo de tiempo para ti. Has salido antes, ¿no?

—Está casi todo listo, mañana ya será dar el toque final para el lunes empezar las clases.

—¿Estás nerviosa?

—No —rio.

—Has nacido para esto, bollito —una sensación de calidez la recorrió al sentir el orgullo que transmitía su hermana—. Dime, ¿para qué has llamado? —se interesó.

—He conocido a una chica —dijo sin más, no sabía de cuánto tiempo disponía, así que lo mejor era ser directa. Tan solo escuchó silencio al otro lado—. Bueno, no la he conocido, porque ya la conocía de antes. ¿Te acuerdas cuando, antes de irme, nos cortaste el rollo a Juno y a mí de ligar con una chica sexy?

—Sí... —susurró insegura.

—Vive aquí, y me la he encontrado un par de veces.

—Y se te metió entre ceja y ceja terminar con tu propósito, ¿no? —ay, qué poca confianza en su hermanita— Bueno, ¿y lo has hecho ya?

—Emm sí, anoche, fue increíble —sonrió para burlarse un poco por su desconfianza.

—No tienes remedio... —escuchó su tono, pero se adelantó para aclarar la situación. Respiró hondo, porque le iba a chocar seguramente.

—Solo nos besamos. Toda la jodida noche besándonos, y no dejo de pensar en ella —lo último lo dijo bajito, pero lo suficientemente alto para que la pudiese escuchar.

—¿En serio? —la voz de su hermana sonaba entre sorprendida e ilusionada. Una mezcla que reconoció bastante bien— Era rubia, ¿verdad? Creo que me acuerdo de ella, sí...

—Sí, rubia y con ojos grises alucinantes.

—Era guapa... ¿Y te ha dado otra oportunidad a pesar de lo que hiciste? —curioseó.

—Estás hablando con Alexa Woods.

—Ay, perdón, se me había olvidado —la escuchó al otro lado reírse—. ¿Querías algún consejo?

—¿Me quedo sin tiempo? —preguntó divertida— Dime tu consejo —aceptó.

—La noche de antes que te marcharas, cuando nos quedamos a solas en el jardín, dijiste que te gustaría volverte a enamorar.

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