Capítulo 26. Fin de año.

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¿Que estaba nerviosa? Mucho. No había visto a los padres de Raven más que cuando los conoció y una vez más que fueron a ver a su hija a Phoenix. Parecía que era una familia que no dejaba de moverse, aunque según le contó su chica llevaban viviendo allí un par de años. La verdad era que tenía que ser muy relajante el poder estar día tras día en mitad de la montaña con paisajes como esos que veían mientras conducían los últimos kilómetros.

Habían dormido demasiado bien en aquel motel y ya dijeron que repetirían allí para la vuelta. Acarició el muslo de Raven y cuando giró para mirarla se sonrieron de nuevo. Colocó la palma de su mano hacia arriba para que entrelazara los dedos con los suyos y vio que volvía a asomarse por la ventana.

—Este sitio es increíble —confesó la mujer, y ella se lo confirmó con un murmullo—. Parece que mejora con el tiempo.

—Ya tenéis algo en común —insinuó, y Raven le dio un apretón divertida.

—Que sepas que he visto lo que has traído, y no sé si voy a dejarte que lo uses aquí.

—¿Qué? ¿Cómo puedes decirme esto cuando ya estamos llegando? —se escandalizó—. Ya no quiero ir —bufó, y recibió con gusto el golpe de la latina.

—Ni siquiera sabes dónde viven mis padres, ¿vas a follarme con ellos en la habitación de al lado? Mis padres no son como los tuyos y sé que te da vergüenza venir.

—Raven... —advirtió y la miró de reojo—. Primero, no sé qué es "vergüenza", esa palabra no entra en mi vocabulario, y, segundo, tienes ya una edad, no tienes que ocultarle a tus padres que follas con cuarenta y tantos.

—La probabilidad del uno por ciento de que sucediese acaba de desaparecer —dejó claro y le dio justo en el corazón, es más, se llevó la mano al pecho porque dolía de verdad—. Es aquí —anunció sonriente, y ella se quedó sorprendida al ver un motel de carretera.

—¿Tus padres son los dueños? —se sorprendió.

—Parece que la comida mexicana es la favorita de los que cruzan estas montañas y deciden quedarse aquí a dormir.

—Oh, por eso llevan aquí dos años... —ató cabos—. Me alegro de que les vaya bien —dijo sonriente, y Raven le guiñó un ojo.

—Están locos por verte otra vez —más nervios, pero Raven consiguió calmarla un poco cuando sujetó su nuca y la besó con suavidad.

En ese momento, su móvil sonó y lo cogió de la guantera, aprovecharía también para avisar a sus progenitores y a su hermana. Vio que tenía varias notificaciones de WhatsApp, pero una llamó más su atención, y supo que Raven notó el cambio en su rostro.

—¿Qué pasa? —se preocupó, y ella sujetó su mano para tranquilizarla.

—Es un número que no tengo guardado —manipuló el móvil con la mano libre y abrió la conversación para leer el contenido, porque las primeras palabras ya habían confirmado quién era—. "Alex, soy Avery —leyó en voz alta—. Siento haber tardado tanto en ponerme en contacto contigo, pero he tenido que darme cuenta yo sola de todo lo que ha pasado. Entiendo que no quieras verme, pero me gustaría quedar contigo y aclarar algunas cosas, al menos que sepas que lo siento de verdad".

—¿Qué piensas? —preguntó Raven, acariciándole el brazo mientras ella seguía observando la conversación.

—No lo sé —suspiró y releyó el mensaje—. No sé por qué ha mandado ahora este mensaje.

—Para aclarar lo que sucedió, lo pone ahí —señaló la pantalla del teléfono con una sonrisa—. Queda con ella y hablad —la animó.

—¿Tú crees que debería hacerlo después de todo?

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